Hace casi seis décadas, Estados Unidos impuso sanciones a Cuba que desde la mayor de las Antillas se experimentan como un bloqueo en el acceso a bienes como petróleo, materias primas, equipos, medicamentos y alimentos, y que tiene un impacto especial sobre la violencia de género que enfrentan las mujeres.
Pero además de esa obstaculización material, 60 años de sanciones tienen consecuencias que no se pueden cuantificar, como estrés permanente, necesidades insatisfechas, vínculos familiares limitados, trabas a intercambios académicos, científicos y culturales, desigualdades preexistentes reforzadas y tiempo invertido en buscar alternativas a los problemas generados por el bloqueo. Todo resta a la calidad de vida y a la posibilidad del disfrute pleno de los derechos.