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Sindicalistas: sin las mujeres no hay movimiento obrero en Puerto Rico

Fotografía de Convenio en Atlantic City – International Garment Workers Union en 1956 (Instituto de Relaciones Laborales de la UPR)

“Mi esfuerzo, mi trabajo, siempre ha sido el de los trabajadores. Y gracias a ello, he podido prevalecer en todas las luchas que he dado hasta ahora”, recalcó, con euforia en su voz, Luisa Acevedo Zambrana.

La activista y sindicalista, nombrada igual que la líder sindical y sufragista puertorriqueña Luisa Capetillo, ha sido clave en el movimiento obrero en Puerto Rico.

Acevedo Zambrana, de 69 años, fue organizadora, negociadora, tesorera-secretaria y presidenta de una de las uniones sindicales más grandes en la isla.

“El papel de nosotras pasa desapercibido. Y además de eso, el elemento más importante, desde mi perspectiva, es que las mujeres somos las que sostenemos la sociedad puertorriqueña”, enfatizó la expresidenta de la Federación Central de Trabajadores (FCT), desde 1993 hasta el 2016.

De cara al 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, Puerto Rico enfrenta una crisis fiscal, económica, política, social, salubrista y de género que violenta y vulnerabiliza más a la clase obrera, en especial a sus trabajadoras.

Acevedo Zambrana conoce, de primera mano, que la situación para las mujeres no ha sido fácil ni mucho menos cómoda en los sindicatos, dominados en su mayoría por hombres. Además, reconoció que su trabajo, como el de muchas compañeras, ha sido invisibilizado en los libros que narran la historia de un movimiento diverso y transversal.

Según el censo de 2017 de la Junta de Relaciones del Trabajo de Puerto Rico, alrededor de un 32% de los trabajadores sindicados son mujeres, unas 6,004 trabajadoras unionadas frente a 12,936 hombres.

“Tuvimos muchas experiencias con el liderato, en diversidad de ocasiones, donde se cuestiona el trabajo y el liderazgo nuestro, específicamente, por la condición de ser mujer”, compartió la también egresada de un bachillerato en Sociología y Relaciones Laborales de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPRRP).

Libro Luisa Acevedo Zambrana: toda una vida dedicada a los trabajadores, de Evaristo Toledo (2017).

Desde el 1989 al 1990, Acevedo Zambrana fue la primera mujer negra en convertirse en coordinadora del Comité de Organizaciones Sindicales (COS), unión que organizó y realizó la marcha de Fortunata en contra de la venta de la Telefónica.

“El COS duró cerca de diez años como el organismo central de unidad en la acción más amplia que ha habido en la historia del movimiento obrero. […] En el 89, yo estaba embarazada de mi hijo menor, y se cuestionó si yo podía continuar con la coordinación del COS porque estaba embarazada. Fue una pelea que tuvimos que dar internamente”, narró la líder obrera, con más de 40 años de experiencia.

En ese mismo año, Acevedo Zambrana recordó que la organización debatió si ella era la mejor representante del COS para deponer ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el proceso de autodeterminación del pueblo puertorriqueño a elegir su destino.

“Ha sido bien intenso, sumamente intenso en todos los niveles, porque también tienes organizaciones, en las que hemos estado participando que, todo el tiempo, es un cuestionamiento continuo. Tienes que, continuamente, estar probando, no solamente que eres buena, sino que eres bien buena para poder prevalecer”, sostuvo la sindicalista.

Rescatando la historia de líderes sindicalistas puertorriqueñas

Al igual que en otros campos como la ciencia, la economía, el arte o la política, el rol de las mujeres ha sido olvidado por historiadores que documentaron el movimiento obrero en la isla caribeña.

Los nombres de sindicalistas como Luisa Capetillo, Juana Colón, Teresa Angleró Sepúlveda Petra Figueroa Garrastazú han sido rescatados por investigadoras, como Bianca M. Medina Báez, que han deseado reconocer, justamente, el valor del liderazgo de las mujeres en el movimiento obrero.

“No podemos hablar de la historia del sindicalismo, si no hablamos de la historia de las mujeres sindicalistas’, sostuvo la profesora Virgen Cáceres Cruz del Instituto de Relaciones Laborales de la UPRRP.

Cáceres Cruz explicó que, en un inicio, los gremios de la clase trabajadora estaban reacios a la inclusión de las féminas en estos espacios. “Tenían la noción de que si entraban las mujeres, se iba a impactar negativamente a la organización, en el sentido de que se les iba a pagar menos”, detalló.

En el contexto de la Revolución Industrial, explicó que las trabajadoras sufrieron maltratos y fueron explotadas por sus patronos, quienes pagaban menos y no ofrecían los mismos derechos que a los hombres.

Al mismo tiempo, apuntó que el desarrollo de los movimientos feministas del siglo pasado se concentró en las denuncias de mujeres por violaciones a derechos humanos en sus centros de trabajo. Cáceres Cruz reiteró que la lucha de muchas puertorriqueñas y sus aportaciones a los sindicatos han sido excluidas de las discusiones sindicales alrededor de la historia.

“Siempre han sido valientes y valerosas. Siempre dispuestas a unirse a la lucha, a las reivindicaciones, a la huelga. […] Podemos hacer mucho incidiendo y educando en transformar, en establecer relaciones más horizontales, en trabajar para el colectivo. Me parece que las mujeres sindicalistas trabajan más para el colectivo, para el grupo, más que para ellas mismas”, destacó la profesora sobre el rol de las mujeres en los sindicatos.

Reflejo del patriarcado y el machismo en los sindicatos

Mariana Iriarte Mastronardo, abogada del Sindicato Puertorriqueño de Trabajadores y Trabajadoras (SPT), también argumentó que la invisibilización de las mujeres en el ámbito sindical es un reflejo del discrimen a nivel social, político y económico que enfrentan.

“Todavía quedan muchísimos retos por enfrentar, sobre todo en los puestos de liderazgo porque, sin duda, hay muchísimas mujeres trabajando y organizando, pero no necesariamente ese trabajo organizativo que hacen las mujeres se refleja directamente en los puestos de liderazgo y es un reflejo de lo que pasa a nivel general”, insistió la también profesora del Programa de Mujer y Género de la UPRRP.

Iriarte Mastronardo abundó en que, principalmente, se debe al desarrollo de los roles de género y el diseño estructural del patriarcado en una sociedad. Al mismo tiempo, observó que la representación no es equitativa, ya que sigue habiendo un dominio de los hombres.

“El patriarcado ha sido bien efectivo en lograr que las mujeres estemos compitiendo unas con otras todo el tiempo. Y mientras eso suceda, los hombres se aseguran ocupar todos los espacios. Es una cuestión de diseño estructural. Así que mientras nosotras competimos con nosotras mismas, pues ellos siguen dominando”, abundó.

Otro de los efectos del patriarcado y el machismo es promover la desigualdad de representación en las uniones. Las expertas coincidieron en que en varias ocasiones durante asambleas o reuniones han sido interrumpidas y su palabra puesta en duda.

En cambio, si las observaciones o logística las hacía un hombre, la recepción era diferente por parte de la membresía de los sindicatos. Asimismo, el mansplaining, dinámica en la que  las personas identificadas como varones explican algo a una mujer o repiten su aportación de forma condescendiente o paternalista, se refuerza en estos espacios de poder.

Para combatir todas estas manifestaciones de machismo y violencia de género en los sindicatos, la profesora y activista feminista recomendó que se realice una autoevaluación y un ejercicio de perspectiva de género dentro de las mismas organizaciones laborales para reconocer los privilegios y las necesidades de cada grupo.

Reclamos actuales: pandemia que encerró a las mujeres y reforzó la triple jornada

La pandemia por la COVID-19 aumentó la crisis laboral que viven las mujeres en Puerto Rico. Las trabajadoras se vieron afectadas de manera sustancialmente mayor y diferente a lo que se vieron afectados los hombres, explicó Iriarte Mastronardo.

Principalmente, las tareas domésticas se triplicaron y el espacio del hogar se transformó en un centro de extraproducción y cero descanso para las trabajadoras.

“Nosotras nos hemos integrado a la fuerza laboral, pero los hombres no se integraron de la misma manera a las tareas domésticas. Así que las mujeres no solamente ahora participamos en el ámbito laboral, sino que además también tenemos el reto de cargar con la responsabilidad de las tareas de la casa, la crianza de los hijos, el cuidado de los viejos y los enfermos”, comentó sobre la falta de la democratización de las tareas domésticas.

Iriarte Mastronardo insistió en que situaciones como la educación desde casa o el vencimiento de las licencias federales para cuidar hijos ha provocado que muchas madres se hayan visto obligadas a renunciar a sus trabajos.

La profesora puntualizó que la mayor parte de las trabajadoras del sector privado no están organizadas sindicalmente en Puerto Rico. Además, recalcó que la mayoría de las mujeres se han visto desprovistas de herramientas para defender sus derechos laborales.

“Se enfrentan solas a sus patronos. Y durante la pandemia, eso ha sido trágico. Sobre todo, para aquellas que se vieron obligadas a tener que dejar su trabajo para poder atender a los niños y a las niñas”, señaló.

Por su parte, Acevedo Zambrana reconoció que dentro de las uniones se deben abrir nuevas puertas para la participación directa de las mujeres en las posiciones de poder y dirección para vislumbrar soluciones y promover la educación de organización laboral a las trabajadoras.

“Cuando estamos en posiciones de poder, nosotras las mujeres tenemos que empoderar a otras mujeres, no podemos ponernos en las de asumir los mismos roles que asumen los compañeros”, manifestó la líder sindical.

Igualmente, subrayó que los sindicatos tienen el deber de crear centros de cuido para los menores, buscar horarios viables para las reuniones y realizar agendas cortas que promuevan la participación de las madres y padres.

“Promoviendo la participación de las compañeras, se promueve realmente la participación de todos y todas, porque tanto el hombre como la mujer tienen la misma responsabilidad del cuido de niños. Por lo tanto, si tú haces una asamblea y promueves que los niños tengan un espacio, tú estás promoviendo que la participación de la mujer y del hombre sea más eficaz, sea más efectiva. Tenemos que promover la negociación colectiva y, de una manera o de otra, crear los espacios para que se pueda lograr”, propuso Acevedo Zambrana.

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