El movimiento feminista ha estado presente en nuestras universidades como una manifestación del microcosmos social en un intercambio constante entre las exigencias sociales y el trabajo académico de las mujeres puertorriqueñas.
Hasta hace poco, la biblioteca de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, tenía una de sus paredes ocupadas con las fotografías de cada uno de sus decanos en línea de izquierda a derecha. Todos hombres. Todos blancos. Al final, no quedaba espacio para más fotografías. Vivian I. Neptune Rivera, quien llegó a la posición en 2011, pidió que se movieran hacia la izquierda de la pared; más pegadas una de otra, de manera que quedara lugar para colocar su imagen cuando ella ya no sea decana. También, “para las de las cinco decanas que vendrán luego de mí”, dice, convencida, durante una entrevista mientras caminaba por el espacio.
La relación profesor-estudiante es una de poder, indistintamente de si quien ejerce la docencia trate de promover prácticas más democráticas dentro del aula. Es la profesora o el profesor quien escoge y organiza los temas del curso, evalúa la gestión de sus estudiantes y asigna una calificación al finalizar el semestre. No obstante, dentro de esta realidad de una relación desigual, existen docentes que hacen el esfuerzo de promover prácticas y actitudes más empáticas hacia sus estudiantes.
“Fue tu decisión. Es tu responsabilidad”. Esta es la advertencia que hace el profesor John Stinson Fernández, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras, a estudiantes que son madres o están embarazadas y se matriculan en sus cursos. En los sílabos de sus clases les insta a no usar sus situaciones de vida “como una muletilla” para solicitar excepciones.
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