Seré honesta, me pone iracunda ver cómo todavía hay personas que defienden al gobierno estatal y federal. Mientras que es obvio que “no todos son malos”, también es torcidamente obvio que tanto sufrimiento no es accidentado. Aunque siempre logre identificar esperanza realista, esta columna es sobre cómo nos matan y nos dejan morir, y la importancia de decirlo tal cual, porque nos sobra la evidencia.