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Para hacerle justicia a Alexa, necesitamos reflexividad

Alexa / Ilustración por Elizabeth Barreto para Todaspr.com

Ilustración por Elizabeth Barreto

Siempre he sido una persona observadora en busca de ser realista y optimista. Veo una situación y me esfuerzo por entender qué pasó, por qué, cómo, cuándo… En fin, el proceso mental de una periodista. Si es algo negativo, me cuestiono cómo pudo ser distinto. Si es positivo, me cuestiono qué debe pasar para que se repita. 

Cuando en el 2020 asesinaron, el mismo día de su cumpleaños, a Neulisa Negrón Luciano, conocida como Alexa, una mujer transgénero negra sin techo seguro, me fue imposible encontrar razón más allá del puro odio y nuestra incapacidad de convivir en dignidad. 

A dos años y medio de su muerte, y cuando uno de los coacusados por agredirla con una pistola de gotcha (Anthony Lobos) se declaró culpable por crimen de odio, como nación tenemos que examinar por qué pasó lo que pasó. Para que no pase más. 

Podemos ser buenas personas, pero…

Cuando una persona boricua muestra nuestra cotidiana capacidad de solidaridad, está mostrando todo lo bueno que podemos ser. Que es mucho. Como cuando en mayo empresas, iglesias y otras entidades se unieron para organizar y costear el funeral de las 11 mujeres haitianas que murieron ahogadas luego que la embarcación en la que viajaban naufragó. Ese fue uno de muchos momentos en que me sentí orgullosa de quiénes somos. 

Pero en esta colonia llena de más preguntas que respuestas, la solidaridad y los sentimientos de auténtica empatía y comprensión coexisten con violencia e impunidad. 

Y el caso de Alexa, aunque una manifestación extrema, sí es un espejo de lo que podemos ser. Porque la misoginia, la transfobia y la homofobia todavía nos agobian. Y a diario nos recuerdan su presencia. No es casualidad que las personas más vulneradas de nuestra sociedad sean las personas trans, especialmente las mujeres, y más aún cuando son mujeres negras. 

Aunque pareciera casi como si tuviésemos que darnos delete y comenzar de cero como sociedad, veo en la reflexividad una oportunidad para ser lo mejor que podemos ser. Y hacerle verdadera justicia a Alexa. 

Necesitamos reflexividad 

Gracias a una compañera de trabajo salubrista y científica de datos (¡hola, Andrea!), aprendí del término “reflexividad”, que no es lo mismo que reflexión. ¡Sentí que di con la receta para dar bienestar desde la individualidad! 

Porque la reflexividad, que es una teoría de las Ciencias Sociales, describe la capacidad de una persona de “examinar sus propios sentimientos, reacciones y razones para actuar, y cómo estos influyen en lo que hace o piensa en una situación”. Mientras que la reflexión es pensar en algo profundamente, en la reflexividad se mira “hacia dentro y hacia afuera” de sí mismo. Porque, a diferencia de la reflexión, la reflexividad es un estado de “ser y pensar”

Típicamente, el ejercicio de reflexividad lo hacen profesionales de las ciencias en sus procesos de investigación cualitativa, porque así pueden apalabrar sus sesgos y entender cómo se relacionan con lo que van descubriendo y cuál es su rol como investigadores. En resumen, es un proceso de humildad. Y, en su práctica, la reflexividad termina funcionando como una herramienta de transformación social.  

Porque para examinar y comprender nuestra realidad, no nos podemos excluir de ella. Y la reflexividad nos ofrece la oportunidad de caminar el mundo mientras reconocemos patrones en nuestra propia vida. Patrones que, junto a los de los demás, son precisamente los que forjan nuestro mundo.

Sin ella, continuaremos repitiendo acciones dañinas, en detrimento de toda una sociedad. 

La misoginia, la transfobia y la homofobia son actitudes y sentimientos que, si están presentes, debemos trabajar con sacarlos de raíz. ¡En Puerto Rico es obvio que están presentes y violentamente latentes! Por esto mismo, aunque parezcamos discos rayados, debemos seguir exigiendo la incorporación de la perspectiva de género en nuestro gobierno y sistema de educación. Porque nos hará mejores personas. Y nada le sustituirá. 

Equidad y honra 

De espacios seguros llenos de personas libres de presentarse ante el mundo como deseen han salido las ideas y los esfuerzos más bellos de nuestra humanidad. Pero no podremos disfrutar y capitalizar nuestra diversidad sin examinar que, cómo nos estamos formando, lleva a vulnerar y violentar generaciones de personas. 

Aunque el gobierno siga llegando tarde a la fiesta de la equidad, podemos empezar como individuos, con la reflexividad. Porque, según aprendí de esta misma teoría social, no son solamente nuestras acciones las que reflejan quiénes somos, sino también nuestra capacidad de examinar sentimientos, reacciones y razones, y entonces responsabilizarnos por cómo influyeron en las acciones que tomamos. 

Alexa era una mujer llena de creatividad y sueños que tristemente tenía muy claro que le fallamos como sociedad. “Me abandonaron”, dijo en un video publicado en las redes en noviembre del 2019. El sistema, nuestra sociedad, la abandonó. Y, si no honramos su vida haciéndole justicia a su muerte y legado, luchando por mejores oportunidades y espacios seguros para todes las identidades, es como si la estuviésemos abandonando una vez más. 

Nos beneficiamos mucho de la reflexividad. Empecemos ya. 

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