Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes
A seis meses de que iniciara el 2024, las cifras de feminicidios directos e indirectos han aumentado 62% respecto al año pasado.
De acuerdo con el informe más reciente del Observatorio de Equidad de Género (OEG), cuyas cifras están hasta el 6 de junio de 2024, este año se han reportado 42 feminicidios directos e indirectos. Para el 6 de junio del año pasado, esta cifra era de 26, situación que supone un aumento de 16 feminicidios para este 2024.
Para Debora Upegui-Hernández, analista del OEG, el alza en las cifras podría explicarse por el acceso fácil a armas de fuego y la falta de educación con perspectiva de género, dos temas que subrayó como cruciales en la prevención de feminicidios, pero que no se están atendiendo con el interés y la prontitud que ameritan.
“Que esto no se esté atendiendo de una manera urgente creo que es bien preocupante y creo que ahí se demuestra que los temas que se están atendiendo son los temas donde no hay controversia, donde todo el mundo está de acuerdo, pero los temas que generan controversia política, que afectan, por ejemplo, a donantes de campañas… esos temas no se están tocando y estos son los temas más importantes a tocar”, expresó Upegui-Hernández.
De acuerdo con la información del OEG, 11 de los feminicidios de este año han sido íntimos, es decir, que fueron cometidos por una pareja, expareja o conocido íntimo de la víctima, y en el 91% de estos se utilizó un arma de fuego.
Asimismo, seis feminicidas se quitaron la vida luego de cometer el asesinato con armas de fuego, un número mayor que los cuatro suicidios de agresores ocurridos el año pasado para la misma fecha. Según Upegui-Hernández, esta es “una razón más por la que hay que limitar el acceso a las armas”.
El OEG también cuenta los intentos de feminicidios, es decir, aquellas instancias en las que hubo una agresión grave que pudo haber terminado en la muerte de la víctima, pero que debido a la atención médica o la intervención de alguien más, no fue así. Hasta el 6 de junio de este año, se contabilizaron 31 intentos de feminicidios, y para el 71% se utilizaron armas de fuego.
Aunque para algunos feminicidios se conoce que el asesino tenía licencia para portar armas, Upegui Hernández aclaró que la prensa no siempre lo reporta, de manera que no se conoce la totalidad de casos en los que el perpetrador tenía el permiso de armas.
Para obtener sus números, el OEG utiliza datos de la Policía, notas de prensa e información de la página de Facebook Seguimiento de Casos, administrada por la trabajadora social Carmen Castelló. Cuando el Registro Demográfico lo aprueba, también utilizan sus datos para verificar que no les falten casos y que la información sea correcta.
No obstante, Upegui Hernández detalló que recientemente han enfrentado mayor demora para recibir los datos de la Policía y que, en muchas ocasiones, el Registro Demográfico no les envía la información con los nombres de las víctimas, a pesar de que la identificación por nombres resulta importante para verificar que los casos no se repitan.
“En cada año, hemos identificado, por lo menos, dos casos que aparecían en el Registro Demográfico, que se se había determinado como causa de muerte asesinato y, sin embargo, no salieron en la prensa… y algunos de esos casos la Policía no los tenía en la lista que nos habían dado de casos que estuvieran siendo investigados”, detalló Upegui para luego añadir que la lista del Registro Demográfico les permite identificar las muertes por sobredosis que el OEG clasifica como feminicidios indirectos.
El OEG enfoca su trabajo en visibilizar las muertes violentas de mujeres y niñas, pero también aquellas que están bajo investigación y que la Policía, por enfocarse únicamente en crímenes, no cuenta. Para su metodología, la iniciativa independiente utiliza el Modelo de Protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género (femicidios/feminicidios) en el que se cuentan como feminicidios indirectos aquellas muertes que se derivan de discrimen por razón de género y estigmatización por parte del sistema, tales como tráfico de drogas, sobredosis, peleas y robos.
Aunque sus métodos son distintos a los de la Policía, Upegui-Hernández explicó que tienen una base científica y que parten de una mirada sociológica que va más allá de los asesinatos.
“El trabajo del Observatorio parte de una perspectiva de derechos humanos y de salud pública. Nuestro interés no es abogar por llevar a la justicia penal todos los casos que se puedan considerar feminicidios… ¿Por qué? Porque queremos identificar política pública que pueda ayudar a prevenir esas muertes. Por eso, es que nosotros trabajamos el tema de los feminicidios directos y los feminicidios indirectos”, detalló para luego explicar que la violencia de género, desde sus distintas manifestaciones, tiene un efecto letal en la vida de las mujeres que se traduce en muertes violentas.
Entre sus próximos pasos, el OEG planifica hacer análisis más profundos sobre los riesgos de feminicidios, características y perfiles de los feminicidas, así como identificar otras áreas de prevención.