Sus días comienzan muy temprano. Antes de la pandemia de COVID-19, debía dividir las tareas con su esposo y prepararse para llevar a sus hijos a tres escuelas diferentes, confeccionarles almuerzos diferentes y recogerlos para trasladar a dos de ellos a terapias diferentes. Parecería que, con la educación a distancia, la rutina de Mariela Sánchez Dávila sería más sencilla, pero no.