Fotos por Cris Seda Chabrier
Verónica del Carmen fue parte de un movimiento estudiantil que impulsó en Puerto Rico la urgencia de defenderse ante la deuda del país y las medidas impositivas que afectan los servicios esenciales, como la educación pública. Fue portavoz de la huelga de la Universidad de Puerto Rico de 2017 a un gran costo personal. Ahora, miembro de la organización política Colectiva Feminista en Construcción, tiene la satisfacción de haber ayudado a insertar en la agenda de discusión el tema de la violencia de género como un asunto público que requiere atención del gobierno. Sigue, además, sin dejar caer el tema de la deuda y cómo afecta, principalmente, a las mujeres.
Son batallas que ha dado y conquistas que celebra desde el colectivo. Si algo ha aprendido esta mujer de 27 años, es que, para cambiar el país, hay que organizarse y tener estructura. La Colectiva, ese espacio desde donde se define como feminista, antirracista y anticapitalista, es también una red en la que, quienes son parte, se sostienen mutuamente.
La motivación de ser crítica y cuestionarlo todo
Desde pequeña, Verónica del Carmen está acostumbrada a cuestionar y a expresar sus opiniones sin temor. Las conversaciones con su mamá, cuando en las tardes las iba a recoger a la escuela a ella y a su hermana, eran una oportunidad de ponerse al día con el acontecer noticioso del país.
Aunque sus padres, dice, no eran activistas ni militantes de ninguna organización política, Verónica del Carmen reconoce en su mamá, una trabajadora del hogar que siempre les motivaba a sus hijas a educarse a través de libros y documentales, la influencia que le ayudó a desarrollar un pensamiento crítico que se manifestaba en sus intercambios con compañeros y maestros.
Sucesos como el asesinato del líder machetero Filiberto Ojeda Ríos el 23 de septiembre de 2005 y el cierre del gobierno en mayo de 2006 marcaron su sexto grado. Luego, vino la huelga de maestros de 2008, y, más tarde, la huelga de la Universidad de Puerto Rico, en 2010, justo cuando comenzaba los grados superiores en la Manuela Toro, en Caguas, su pueblo. Todos fueron gasolina para la formación de sus ideologías políticas.
“A esa edad, yo no podía explicarlo o no tenía las preguntas y mucho menos las respuestas, pero sí ese asunto de que algo estaba mal con el gobierno y que estaba cabrón lo que estaba pasando en nuestros hogares porque el gobierno estaba haciendo muchas cosas mal. Pues, eso, yo sí lo pensaba”, recuerda Verónica sobre el desarrollo de su conciencia.
Y es que la experiencia suele pesar más que cualquier teoría. La crisis económica que se vivía en Puerto Rico, Verónica del Carmen la vivió en el pequeño país que era su casa, donde su papá era el proveedor y su mamá se dedicaba a la crianza de ella y su hermana.
“Más allá del montón de círculos de estudios que podamos tener, de las clases que tengamos, de lo que aspiramos, ya sea en términos de comunismo, socialismo, el mismo feminismo, son esos eventos al interior de nuestros hogares, que nos marcan mucho, lo que nos empuja a reforzar todo eso que aprendemos en la teoría”, considera ahora, cuando mira hacia atrás.
La universidad como oportunidad de hacer algo más que tomar clases
A través de las redes sociales, Verónica del Carmen exploró más sobre los temas que le inquietaban, hizo contactos y supo de las organizaciones políticas que lideraban los procesos huelgarios. Cuando inició como prepa en el recinto de Cayey, en el 2012, llegó las primeras semanas con la intención de acercarse a la Organización Socialista Internacional (OSI). Aunque no completó el proceso para integrarse formalmente, sí repartió boletines, atendió mesas de venta de libros y camisetas, y estuvo expuesta a múltiples conversaciones que la ayudaron a su formación política, que se sumó a los círculos de estudio y cineforos.
Pero, académicamente, se sentía insatisfecha con algunas clases en las piensa que no le tocaron los mejores profesores. Entonces, decidió continuar sus estudios en Psicología General en el recinto de Río Piedras, en el 2014. Pronto, se hizo parte de grupos estudiantiles que se reunían periódicamente para discutir los asuntos del país y, principalmente, la deuda y cómo los aumentos de matrícula eran una amenaza constante al acceso a la universidad pública de Puerto Rico.
Más allá del espacio amplio que eran esos grupos que se reunían con frecuencia, Verónica era de las que pensaba que era necesaria una organización formal.
“Había unos asuntos de violencia de género en el movimiento estudiantil. De entrada, el feminismo no era un entendido en estos espacios. Entonces, si no había unas cosas definidas, ¿cómo las trabajamos?”.
La organización, llamada Colectivo Independentista Radical (CIR), duró poco tiempo, pero tomó inspiración de la Colectiva Feminista en Construcción. A nivel personal, Verónica del Carmen señala como referentes a Shariana Ferrer Núñez, una de las portavoces de la Colectiva, y a Coraly León, quien para aquel entonces era parte de la Unión de Juventudes Socialistas y hoy es la directora ejecutiva del albergue para sobrevivientes de violencia doméstica, Casa Protegida Julia de Burgos.
“La primera vez que yo cogí un megáfono no hubiera pasado si yo no hubiera visto a alguien como Shariana hacerlo; a alguien como Coraly, y a otras compañeras mujeres hacerlo”, reconoce y agradece.
Persecución selectiva entre un movimiento amplio
Con el poco tiempo que llevaba la CIR, que inició a principios de 2017, el grupo, al igual que el resto del estudiantado, se enfrentó a las políticas del recién electo entonces gobernador Ricardo Rosselló y la Junta de Control Fiscal, un recorte de cerca de $500 millones al presupuesto de la UPR. La respuesta del movimiento estudiantil fue una huelga para la que Verónica del Carmen y sus compañeros no consideraban que existían las condiciones necesarias. Aún así, asumió su parte.
Comoquiera, en los plenos estudiantiles, Verónica del Carmen era vocal en la necesidad de acabar una huelga que entendía era insostenible en aquella coyuntura.
“Una huelga no se hace sola”, señala sobre un proceso que requiere gran organización de base y que es, por naturaleza, desgastante. “Hay gente que nunca asume el trabajo. Ni siquiera para repartir un boletín o poner un post en Facebook y, de momento, quieren ser los más revolucionarios”, señala.
Pero, más allá de lo que implicaba sostener la huelga de 2017, Verónica del Carmen mira el costo personal que tuvo para ella, quien se convirtió en una de las portavoces del movimiento.
Fue parte de un grupo de estudiantes que intervino en una reunión de la Junta de Gobierno de la UPR, en abril de 2017, en la que se aprobaría un aumento de matrícula. Participantes de la manifestación confrontaron a la entonces presidenta interina Nivia Fernández. Solo Verónica del Carmen y otros seis estudiantes enfrentaron cargos criminales en un caso que se extendió por cerca de cinco años.
“Ahora, yo puedo hablar un poco más tranquila del proceso de la huelga, pero es porque he ido ventilando mucho, pero hubo un momento en que yo no podía hablar de estos temas con tanta facilidad porque el costo que tuvo para mí no fue el que tuvo para otra gente”.
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Un espacio de lucha colectiva y de sostenimiento mutuo
Durante el proceso de huelga, Verónica del Carmen reconoce que la Colectiva Feminista en Construcción fue la organización que estuvo en primera línea apoyando al movimiento estudiantil. En aquel momento, no pensaba que sería parte, pero ya se había acercado por las colaboraciones mutuas que se habían gestado.
No fue hasta que culminó su bachillerato, y ante una invitación formal en 2018, que la recién graduada se integró a la organización política en lucha contra el capitalismo y el patriarcado. Allí, encontró un espacio afín con sus ideales y con estrategias en constante definición.
Desde la Colectiva, Verónica es parte de una lucha activa contra la violencia de género. El tema de la deuda, el racismo, la falta de acceso a servicios de salud dignos y a vivienda segura, y la violencia contra las mujeres que culmina en feminicidios son todas distintas manifestaciones de la violencia de género que la Colectiva ha denunciado en múltiples protestas.
Combatirla, está convencida, tiene que hacerse de manera organizada. Como muestra, la organización fue la que planteó la declaración de un Estado de Emergencia en 2018 para atender la violencia de género. En 2021, el gobernador Pedro Pierluisi emitió la orden ejecutiva con ese propósito. La Colectiva se ha mantenido fiscalizando su ejecución.
Por eso, destaca como tres aspectos de la Colectiva que la han convencido de que ese es su lugar su estructura con objetivos políticos claros, su definición explícitamente feminista y, más que todo, su capacidad para reconocer con valentía los errores, enmendarlos y continuar hacia adelante.
Además, al mirar en su interior, puede ver una muestra de lo que quiere transformar en la sociedad.
“Una de las propuestas e invitaciones que nos hace la Colectiva a quienes nos acercamos es que, no es que yo desaparezco como Verónica, pero más allá, incluso, del trabajo político, en la vida, si no es a través de redes y de apoyo colectivo, no se sobrevive. Para mí, eso es importante”.
Quizás, por eso, Verónica del Carmen no puede imaginarse un presente y un futuro solo para ella. Sus experiencias, lo que ha aprendido en el camino de autoras que en círculos de estudio ha conocido, y lo que pone en práctica es que la salida es colectiva.