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Tres cosas que muchas personas LGBTTIQAP+ no tuvimos mientras crecíamos

Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes

De vez en cuando, nos encontramos con amistades que conversan sobre sus espacios de crianza y cuántas actividades pudieron hacer juntes mientras crecían: “¿Recuerdas cuando jugábamos básquetbol todos juntitos en el barrio?”. “¿Recuerdas cuando nos escapábamos de la escuela para ir a la tiendita a comprar dulces?”. 

Estas conversaciones pueden desbloquear memorias muy placenteras para muchas personas, al punto de concluir que desean “volver a esos tiempos”. Se asumiría que esta experiencia es una muy común entre todas las personas, al punto de casi generalizar la idea de que la infancia y adolescencia fueron los mejores momentos de las vidas de todes. 

Desafortunadamente, este no es el caso para todas las personas. Mientras que unas personas tuvieron infancias llenas de risas, amor y mucha comprensión, otres recibieron todo lo contrario. Este fenómeno es, en muchos casos, compartido por personas pertenecientes a las comunidades sexo-género diversas. No es raro escuchar a personas LGBTTIQAP+ decir que el peor momento de sus vidas fue su infancia o su adolescencia. Parte de esto, se debe a que muches pasaron (me incluyo) por bullying por parte de otres estudiantes o por la misma institución educativa que tiene la responsabilidad de protegerles.

A modo de reflexión para ustedes, sean personas LGBTTIQAP+ o aliades privilegiades, les traigo esta columna en la que discuto tres cosas que muchas personas LGBTTIQAP+ no tuvimos mientras crecíamos: 

  1. Una adolescencia plena

La adolescencia es considerada una de las etapas formativas más importantes para toda persona. Es en este tiempo en que muches de nosotres comenzamos a explorar nuestras identidades y a desarrollar independencia de nuestres criadores, además de aclarar muchas dudas sobre quiénes somos y queremos ser. Sin embargo, para muchas personas LGBTTIQAP+, este proceso se pudo haber dado de una manera mucho más lenta, violenta o invisible. No, no estoy diciendo que los procesos biológicos y químicos de la pubertad de una persona se hayan detenido por pasar por situaciones altamente estresantes, sino que me refiero a que muches, desde muy temprana edad, tuvieron que echar a un lado partes íntegras de esa edad, como lo son la exploración mental y física. 

Por un lado, muchas personas que salieron del clóset pasaron por una inmensa cantidad de violencia por familiares, amigues, instituciones educativas y otras instituciones gubernamentales, mientras que por otro quienes lo hacían en silencio no tenían mucho espacio para hablar o explorarlo. Incluso, hay personas que no tuvieron ninguna opción más que simplemente reprimirlo hasta llegar a una etapa de su vida donde ya no vivían con constante vigilancia de sus criadores.

Esta situación parecería ser mucho más común entre personas de las comunidades trans, quienes más allá de asumir una orientación sexual diversa (con todo lo que implica), se encuentran actualmente teniendo una transición a sus casi 30 años de edad o más, debido a que sabían que no lograrían recibir apoyo de sus familiares. Además, personas no-binarias (sean trans o no) no descubrieron que existía la opción de considerarse algo diferente a hombre o mujer hasta que llegaron a su adultez e interactuaron con otras personas (lo que fue mi caso). 

Es por esto que podemos ver muchas personas LGBTTIQAP+ que, a sus casi 30 años de edad, parecen estar pasando por una “adolescencia”. O sea, hay personas sexo-género diversas treintonas que actualmente están logrado hacer cosas que nunca pudieron hacer, entre las cuales se encuentran el expresar lo que sienten, explorar su sexualidad de una manera abierta y el poder tener el espacio para hacer cosas que no pudieron hacer durante su niñez o adolescencia por miedo a que se le juzgara o, peor aún, porque ya se les había prohibido. Además, muchas personas trans se encuentran pasando por algo considerado la “segunda pubertad”, lo cual se refiere a los cambios físico-hormonales por los que pasan muchas personas trans luego de comenzar a utilizar testosterona o estrógeno para afirmar su género. 

Sea cual sea el caso, se puede decir que este tipo de experiencia es una muy compartido entre el colectivo sexo-género diverso, algo que muchas personas heterosexuales y cisgénero nunca tuvieron que reprimir ni esperar. Claro está, se sabe que después de la adolescencia se puede tener otras etapas de exploración similares, pero ambas deberían darse sin violencia social ni estructural.  

  1. Acceso a actividades físicas o deportes

Se puede decir que la falta de acceso a actividades físicas o deportes es un problema común en muchos países, en especial en Puerto Rico. Quienes tuvieron acceso a muchos de los programas deportivos eran aquellos estudiantes de escuelas prestigiosas y jóvenes cobijades por programas de gobierno que contaban con facilidades y el equipo para proveerle a les niñes y adolescentes espacios para recreo físico y el pleno desarrollo de sus habilidades. 

Aun reconociendo que este problema estructural afecta a la población general, sabemos que diferentes minorías, como lo son las personas empobrecidas, negras y LGBTTIQAP+ tienden a tener menor acceso a estas actividades recreacionales o empleos. Son muy pocas las personas abiertamente sexo-género diversas que han tenido experiencias deportivas más allá que un simple juego privado con su grupo casual de amistades. No tan solo por cómo impera la homofobia y transfobia en la cultura general, sino que también por cómo sigue muy presente en la cultura deportiva. Los deportes, como el básquetbol y el béisbol han sido deportes reservados para los “hombres”, contrario al voleibol que generalmente se ha reservado para las “mujeres”. Ser una persona sexo-género diversa conllevaba que no podías cruzar esas líneas, especialmente si no deseabas ser la burla del resto de tus compañeres o ser discriminade por las instituciones deportivas. Esto sigue siendo muy prevalente hoy en cómo deportistas hombres gay y mujeres lesbianas no se atreven a salir del clóset hasta haber tenido muy adelantada su carrera, al igual en cómo a las personas trans se les tiene unas expectativas irreales e injustas para poder practicar en deportes (las cuales, aunque las cumplan, nunca serán suficientes para el público transfóbico observante). Esto ha desembocado en que toda actividad física asociada a los deportes, ejercitarse o desarrollar fuerza sean vistos por muchas personas trans como potenciales oportunidades de ser víctimas de violencia cisgénero-heterosexual. 

  1. Carencia de narrativas que centralicen las historias LGBTTIQAP+ y modelos a seguir que sean sexo-género diverses

Una de las cosas que ayuda inmensamente a sentirse como parte de nuestra sociedad y sentirnos como “normales” es el ver historias y experiencias similares a las nuestras siendo presentadas a través de una amplia gama de medios, como lo son las series, las películas, la música, las noticias y la literatura. Mientras muches jóvenes adolescentes heterosexuales y cisgénero veían sus propias historias de amor en las grandes pantallas del cine cuando estaban en una cita con sus parejas; las personas sexo-género diversas, no. Esto no solo contribuye al pensamiento de que nuestras experiencias e historias no son bienvenidas en los medios populares, sino que también obstruye con el pleno desarrollo de nuestras identidades. Sin modelos a seguir sobre cómo podíamos ser más auténtiques y podíamos luchar contra el discrimen, estábamos condenades a sentirnos inferiores ante les demás. 

Por último, el constante silenciamiento e invisibilización de nuestras identidades diversas provocó que muches aprendiéramos sobre nuestra sexualidad a través de explorar otros medios en la internet, lo cual incluye páginas pornográficas y otras páginas en las que adolescentes y niñes no debían estar. Parte de por qué muchas personas LGBTTIQAP+ han tenido malas experiencias sexuales se le puede adjudicar a la falta de educación sexual integral y las expectativas irreales inculcadas a través de la pornografía a temprana edad. 

Los tiempos están cambiando y muches estamos sanando

No quería terminar esta columna sin primero aclarar que, aunque varias generaciones anteriores, presentes y futuras seguimos viviendo los efectos de la homofobia y la transfobia en la sociedad, sí han habido algunos cambios positivos. Las actuales generaciones están abriendo espacio a poder explorar todas estas cosas en su adolescencia, debido a que reciben un poco más de apoyo de sus familiares, instituciones y medios sociales. Esto ha significado que entre generaciones, incluyendo aquellas mayores, comencemos a sanar.

Si fuiste una persona que tuvo el privilegio de poder tener procesos plenos en tu adolescencia en donde se te honró tu exploración y tus sentimientos, es importante que tengas compasión con aquellas personas que apenas ahora están entendiendo lo que es sentir libertad de las garras homofóbicas, transfóbicas y represoras. A veces, hay muchas personas fuera de las comunidades que se maravillan en cómo tantas personas LGBTTIQAP+ nos vemos tan juveniles después de tantos años. Considero que, aparte de muchos otros factores no mencionados aquí, la “pubertad sexo-género diversa” de les treintones tiene mucho que ver.

Y, sí, fue desafortunado que muches no hayamos tenido la oportunidad de tener nuestra adolescencia a nuestros 15 años de edad, pero de ninguna manera significa que no podamos sanar, aprender, explorar o sentir nuevas sensaciones más adelante en nuestras vidas. Seguir hacia adelante, especialmente luego de tanta violencia y experiencias traumantes, nos da una oportunidad para poder hacer cosas que se nos imposibilitó hacer en un pasado. ¿Quieres tener un “glow up” a tus treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta o más? ¡Adelante! Esto es una excelente oportunidad para retomar tu poder y las experiencias que se nos arrebataron desde tan jóvenes.

Lee otras columnas de Ínaru Nadia de la Fuente Díaz

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