Fotos por Adriana Maldonado Raimundí
Bajo un sol que prometía dar candela en unas horas, familias con sus niñes y líderes se reunían, este viernes, 28 de julio, en Loíza, en las inmediaciones del Centro Comunitario Emiliano Figueroa Torres.
Se ubicaban cerca de Anthony Valentín, el encargado de coreografiar la comparsa de vejigantes, quien afirmaba, una y otra vez, “aquí, los que importan son los niños y niñas”, en preparación para la salida que comenzaría en unos 30 minutos. Eran las 8:30 a.m.
El evento reunió a familias y aliados de la comunidad loiceña para observar el despliegue artístico de 40 niños y niñas que exhibirían lo que aprendieron en el Campamento de Verano “Somos Cultura”, de la organización sin fines de lucro Piñones Aprende y Emprende (P.A.Y.E), que contó con la colaboración de Revista étnica, Tiempo de Contar y El Ancón de Loíza.
Durante el mes de julio, la niñez diseñó y pintó máscaras de vejigantes, escribió plenas con sus reclamos, montó bailes y aprendió acerca de la historia, cultura y tradición loiceña y las Fiestas de Santiago Apóstol.
Los resultados del campamento cultural y educativo pintaron la conocida ruta de Piñones a eso de las 9:30 a.m., cuando les peques se desplazaron al son de la plena hacia las guaguas “La Chiva”, que también transportarían a las personas aglomeradas en el centro a la primera parada, la plaza pública de Loíza.
Llevaban ajueares, los atuendos tradicionales de los vejigantes, confeccionados por Yolanda Manso Escobar, en los colores de la bandera del pueblo de Loíza: verde, amarillo y rojo. Asimismo, en sus cabezas, se exhibían las máscaras talladas por el artista loiceño Juan Pablo Vizcaíno Cortijo.
La celebración apenas comenzaba y, al montarse en las guaguas, les niñes y organizadores de la gesta se rebosaban en la música que retumbaba de la “tumba coco”.
Al pasar por el sector, las sonrisas invadieron a los residentes que salían de sus casas con curiosidad para observar, saludar y bailar mientras transcurría la ola de música. Los turistas que se bañaban en La Pocita de Piñones también miraban con caras de asombro desde la costa y los carros que transitaban no cesaban de tocar sus bocinas.
Con la tradición en mente y a todo esplendor
Era notable que la festividad tenía como meta reconocer, con la comunidad en el centro, la belleza de las costumbres loiceñas. Tanisha Desiree Gaspar Clemente, directora ejecutiva de P.A.Y.E, lo confirmó.
“Uno de los propósitos de este campamento era que la niñez de P.A.Y.E pudiera conocer sobre las tradiciones y que se unificaran las comunidades. Nosotros somos de Piñones. Así que estamos un poco alejados del pueblo de Loíza y queríamos que nuestra niñez pudiera participar de las fiestas y tuviera esa experiencia de vestirse de vejigante”, sostuvo.
Al llegar a la plaza del municipio, un público modesto en tamaño, pero no en ánimos recibió la comparsa. Niños y niñas de la comunidad llegaron en bicicletas para unirse a la danza y adultos mayores reposaban en sus balcones aplaudiendo desde la distancia.
Rumbo a El Ancón, una organización de base comunitaria, los panderos de plena abrían el camino y en la cola del desfile se unió una procesión de Santiago Apóstol.
Allí, en la sede de la entidad sin fines de lucro, se exhibían caretas de vejigantes y rótulos con información sobre las fiestas de Loíza. Mas el lugar sirvió para un reposo antes de que la niñez realizara un último baile para cerrar el evento.
Mientras se alojaba bajo la sombra de un árbol, Gaspar Clemente compartió su alegría.
“Creo que los niños lo disfrutaron un montón. Estuvimos un mes completo trabajando con esto. Bueno, planificando muchos meses, pero realmente me siento bien orgullosa porque el equipo de líderes que tenemos es un espectáculo. Al igual que los talleristas que han ido a enseñarnos cómo se mantiene la tradición y que nos hablaron de qué es El Ancón y sobre el significado del vejigante. También, resignificaron la historia, y todas esas cosas a mí me hacen sentir bien orgullosa de que, el trabajo que fuimos planificando durante estos meses, hoy lo vemos cumplido”, dijo.
De repente, se escuchó el sonido del pito de Valentín que anunciaba el comienzo del cierre. La plena sonó y les niñes formaron un círculo al que entraban alternándose para hacer freestyle.
“Vamos a terminar esto de la mejor manera posible”, se escuchó.
“¿Quiénes somos?”
“P.A.Y.E”, gritó la niñez con voces agudas.
“¿Y qué significa?”
“Piñones Aprende y Emprende”, contestaron.
El público se unió y hubo fiesta en la calle.