El deporte genera pasiones entre quienes siguen equipos o atletas en su carácter individual. A nivel del deporte profesional, son miles las personas que asisten a canchas y estadios en apoyo a su franquicia deportiva favorita. Los cánticos para alentar a los equipos forman parte del performance de quienes abarrotan las gradas. Sin embargo, lo que deberían ser eventos de ocio y sano entretenimiento terminan convirtiéndose en espectáculos de humillación en los cuales sobresalen los epítetos homofóbicos y misóginos hacia atletas e integrantes del público.
En días recientes, terminó la temporada 2023 del circuito conocido como el Baloncesto Superior Nacional (BSN). Es la liga más importante de baloncesto masculino en Puerto Rico. El torneo de este año fue un éxito en términos de asistencias a coliseos, cobertura mediática y promoción. No cabe la menor duda de que el BSN ha tenido un resurgir en términos de la proyección de su espectáculo y el apoyo del público.
Pero, no todo es positivo para la autodenominada “liga más dura del Caribe”. Mientras los directivos del BSN celebran que el torneo se ha transformado en un espectáculo de vanguardia, en las gradas y en la animación de los partidos todavía persisten actitudes deplorables que laceran el progreso del deporte como institución cultural. Con mucha tristeza fui testigo este año de cómo un grupo de fanáticos de los Vaqueros Bayamón (mi equipo por siempre) comenzaron a gritarle “ese tipo es pato” a un fanático de San Germán que vino a saludarlos en el intermedio de un partido de postemporada. Esa misma noche vi a varios seguidores de los Atléticos de San Germán mostrando carteles de fotomontajes que tenían al jugador de Bayamón, Ángel Rodríguez, vestido como una Barbie.
Esa práctica de usar la imagen de la popular muñeca para mofarse de jugadores comenzó en el 2017, cuando fanáticos de Bayamón y Quebradillas insultaban al entonces jugador de los Cariduros de Fajardo, Carlos Arroyo. Y no, no se trata de una representación progresista y solidaria sobre Barbie (como se muestra en su película reciente). Es más bien una utilización de esta popular muñeca que parte de la burla y de la aseveración de que lo “femenino” es lo débil. En el 2017, escribí una columna en la que instaba a la dirección del BSN a trabajar con esta problemática que se origina desde las gradas. La columna fue respondida por el entonces presidente del BSN, Fernando Quiñones Bodega, pero, al final, la liga no hizo nada.
En la actualidad, es común que los equipos del BSN contraten animadores para alentar a la fanaticada a apoyar al quinteto local. Todos estos animadores son hombres. Si bien muchas veces es difícil controlar lo que el público grita en medio de cada juego, sí se pueden poner límites a lo que estos animadores gritan en sus micrófonos. No obstante, ni los equipos ni el BSN han sido capaces de poner un detente a los epítetos insultantes originados por estos hombres que animan los partidos.
En la recién concluida temporada del BSN, tanto el animador de los Mets de Guaynabo como el de los Gigantes de Carolina cantaban el epíteto homofóbico de “ay, bendito, a [determinado equipo] le comieron el culito”, cada vez que su respectivo equipo finalizaba un partido con una victoria. El inicio del cántico era una invitación para que el público lo continuara. Asimismo, son varios los animadores que, en medio del partido, se dedican a insultar directamente a la fanaticada del equipo visitante. ¿Cuán difícil es apoyar a tu equipo de predilección sin recurrir a insultar a quienes favorecen a otros equipos?
Muchas personas querrán responder a mis planteamientos argumentando que eso es parte de la cultura de los eventos deportivos. Otras dirán que quien no tenga la capacidad de aguantar los insultos durante los juegos, no debe asistir a estos. Finalmente, estará el grupo de personas que expresará que criticar el comportamiento de fanáticos y animadores es pura “changuería”. Yo, contrario a quienes se aferran a la tradición, prefiero imaginar otros escenarios en los cuales el apoyo a cada equipo y jugadores no tengan que recurrir a la mofa, ni a los epítetos homofóbicos y machistas.
Queda del BSN, su presidente Ricardo Dalmau y el resto de sus administradores, trabajar en favor de un espectáculo libre de violencias e insultos. La gran popularidad que ha obtenido la liga recientemente puede ser una oportunidad para que desde los equipos se lideren campañas educativas que beneficien al resto del país. Ponderar la posibilidad de que se activen talleres sobre perspectiva de género en el deporte para jugadores, animadores y directivos de equipos sería un excelente punto de partida. Aspiro a que los coliseos sean un espacio seguro para todas las personas que asisten y visten con orgullo los colores de su equipo de predilección.