(Fotos por Willín Rodríguez)
Ansiedad
Se acercaba la medianoche y, con ella, el jueves, 25 de julio. Todo el público permanecía de pie. Una intención de silencio colectivo se confundía con los gritos de algunos entusiastas que esperaban el desenlace de la serie de enfrentamientos que habían acaecido durante dos semanas. Nadie quería que la jornada se fuera a tiempo extra. Para los rostros de cansancio, era indispensable acabar con esta primera ronda y así, descansar antes de participar en la próxima serie de luchas.
Eran las 11:45 p.m., y la tensión en la calle de la Fortaleza recordaba los minutos finales de aquellos partidos legendarios de la Selección Nacional de Baloncesto en el Coliseo Roberto Clemente. Tal vez, Puerto Rico no había sentido tanta ansiedad desde la espera a la decisión de aquella pelea de boxeo entre Félix “Tito” Trinidad y Oscar de la Hoya, en septiembre de 1999, o en uno de los juegos finales de Mónica Puig en Río 2016.
Una bocina inalámbrica de party de marquesina que un manifestante aguantaba al lado de las vallas que delimitaban el perímetro impuesto por la Policía daría la señal que pondría fin a esta secuencia de reclamos de la renuncia de Ricardo Rosselló como gobernador de Puerto Rico.
“A pesar de contar con el mandato del pueblo que democráticamente me eligió, hoy siento que continuar en esta posición representa una dificultad…”
Euforia
No se escuchó el resto de la oración del audio que proyectaba la voz de Rosselló. Un grito ensordecedor interrumpió el mensaje del gobernador.
“Uuuaaa”
“Puñeetaaa”
Ricky renunció.
La multitud brincaba. Volaban flores y algunas personas fueron bautizadas por gotas de agua y cerveza.
Tarde en la noche del miércoles, 24 de julio de 2019 se consignó un nuevo referente toponímico para una calle histórica. La calle de la Fortaleza ahora era la calle de la Resistencia.
“Ricky, te botamos. Ricky, te botamos”, gritaba la multitud.
“El perreo te sacó, el perreo te sacó, el perreo te sacó”, gritaban dos jóvenes mientras leían los mensajes en las tablas improvisadas que protegían a la tienda Marshalls del Viejo San Juan.
Perreo
Cercano a las 10:30 p.m., la calle San José que da acceso al edificio del Departamento de Estado fungió como escenario terapéutico, donde cuerpos sudorosos ejercían una rutina de piernas y caderas que integraba el descenso cadencioso de rodillas.
“Dile que bailando te conocí.
Cuéntale.
Dile que esta noche me quieres ver.
Cuéntale
Cuéntale que beso mejor que él.
Cuéntale.
Dile que esta noche tú me va a ver
Cuéntale
Cuéntale, que te conocí bailando…”
Entre clásicos de Don Omar, Wisin y Yandel, Tony Dize y Yaviah, la multitud cantaba, bailaba y celebraba que toda una generación había movilizado a un país. La crítica y los memes se transformaron en rabia y movilización.
El perreo combativo de la generación del “yo no me dejo” le devolvió un poco la dignidad a un Departamento de Estado que, días antes, había tenido a un secretario que participó de un chat misógino, homofóbico y plagado de odio hacia el pueblo trabajador.
“Si no puedo perrear, no es mi revolución”, leía la camisa de una profesora de Ciencia Política de la Universidad de Puerto Rico.
La Colectiva Feminista en Construcción tenía razón cuando armaba tremendos jangueos de perreo en la barra Los Cocos en Bayamón. En un país en el cual la iglesia y el estado se empeñan en controlar el cuerpo y la sexualidad de las mujeres, salir a perrear con quien te dé la gana puede ser un acto liberador y hasta desafiante en una sociedad fundamentalista y patriarcal.
Este perreo en La Fortaleza iba a dedicado a todos los macharranes del chat de Telegram.
Las feministas están claras que la crítica continua y necesaria al contenido violento y misógino de muchas canciones de reguetón no tiene que estar en tensión con la utilización de este ritmo caribeño como instrumento de celebración de las diversidades, de las manifestaciones amplias de las cuerpas y de desafío político al poder que siempre aspira a precarizar a las mujeres. Le pueden preguntar a la corilla militante y solidaria de El Hangar, en Santurce, que participó de todas las noches de protesta que sucedieron en julio 2019.
“Yo, quiero la combi completa. ¿Qué? Ricky, renuncia, puñeta”, clamaba el pueblo que, en la Plaza de Armas, decidió apropiarse de las líricas de una canción de Daddy Yankee y Nicky Jam.
Más temprano, a las 9:00 p.m., una mujer observaba otra convocatoria paralela de perreo queer que se había desarrollado en las escalinatas de la Catedral de San Juan. La joven miraba con entusiasmo y le decía a una amiga que ese guayoteo se dio frente al templo porque el pueblo no olvidaba los proyectos de “libertad religiosa” y 950, que buscaba criminalizar el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos.
Mientras, René Pérez y otros exponentes de la música urbana salieron casi desapercibidos de la Caleta de las Monjas para armar otra fiesta en la calle Fortaleza.
“El perreo intenso acaba de comenzar”, anunció el hombre ancla de Telenoticias, Jorge Rivera Nieves.
Transcurrieron un par de horas y solo algo podía detener el entusiasmo que se movía ‘hasta abajo’.
“Ricky renunció. Ganamos, ¡puñeta!”, anunció una mujer, a las 11:53 p.m., mientras se dirigía hacia la calle San Sebastián con cacerola combativa en mano.
Ya era jueves 25 de julio y la Plaza de la Barandilla no había estado tan festiva desde aquel sábado de agosto 2016, cuando se puso una pantalla gigante para ver el juego en el cual Mónica Puig ganó la medalla de oro olímpica.
Yo, continuaba caminando y observando las diferentes calles del Viejo San Juan.
“Coño, ustedes están haciendo un trabajo espectacular. Gracias por lo que hacen”, me indicó un hombre cuando me vio usando la camisa del Centro de Periodismo Investigativo.
El perreo había culminado, pero la fiesta apenas comenzaba.
En la Plaza de Armas, cientos de personas montaron el tradicional baile puertorriqueño que se mueve a los lados y hacia atrás. Aunque nadie supo responder la pregunta en torno a cuál es el nombre de ese baile, todos coincidieron en que siempre aparece en fiestas patronales, protestas y jolgorios navideños.
Mucha gente se negaba a abandonar el Viejo San Juan. La fiesta se prolongaba.
A las 3:30 a.m., surgió un grafiti de “Wanda, renuncia” en la calle Tanca.
“Wanda, renuncia”, gritó un puñado de manifestantes que leyó el texto que hacía referencia a Wanda Vázquez, quien es la secretaria de Justicia y próxima en línea para asumir la gobernación.
“Esto apenas comienza”, exclamó una mujer frente al negocio Café El Guarionex, en la misma calle.
“Pero, me voy, que van a ser las cuatro. Venceremos”, añadió.