Recuerdo el 2014 con especial detalle. En ese año, comencé a tener conciencia de muchas cosas, tantas de las que nunca me hubiera imaginado. En aquel momento, la Universidad de Puerto Rico (UPR) era amenazada con la congelación de la fórmula 9.6%, es decir, ese por ciento del presupuesto general de Puerto Rico iba a la Universidad, también con el retiro de los fondos de NSF (National Science Foundation) para investigaciones, con la reducción de beneficios a empleados no docentes y con el aumento escalonado en la matrícula ajustado a los ingresos. Todavía no teníamos la sombra de una Junta dictadora respirándonos en la nuca. Los tiempos nos advertían. Paramos los recintos y ganamos tiempo. La fórmula siguió congelada, pero se recuperaron los fondos y la matrícula no aumentó.