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“Yo soy Mamita”, la madre a quien hay que agradecer

Linnette Torres y Cristina Sesto

Más de una percepción equivocada del feminismo se debate en Yo soy Mamita, mas, como diría su protagonista, “he aprendido a escoger mis batallas, y esta es una que no quiero pelear”.

En la obra, escrita y dirigida por Joselo Arroyo, las actrices Linnette Torres y Cristina Sesto se desdoblan para encarnar el monólogo de Mamita (Edith “Irisita” Delgado), una mujer entrada en los 60 y moldeada a base de la madre del productor Edwin Ocasio. La pizpireta boricua se tiene que mudar del segundo al primer piso de su casa ante un quebranto de salud. Resignada al cambio impuesto, se mira al espejo para sumirse en una reflexión acerca de sus logros, todos resultado de intensas batallas contra una sociedad en la que las posiciones de autoridad en el empleo, las relaciones sexuales espontáneas y la opinión parecen estar reservados para los hombres.

En la deliberación de los pasados actos de “Irisita”, se destaca su sensibilidad al ser consciente de la orientación sexual de su único hijo varón, quien es gay. Aturdida pero sensible, lo defiende sin tener que salir a atacar bulis o exagerar su apoyo con activismo hipócrita. ¿Su primer impulso? Visitar a un profesional de la salud mental en búsqueda de estrategias para atender la situación sin hacerle daño, una actitud muy avanzada para la época de los 90. Esa visión adelantada a los tiempos mantiene a “Mamita” firme, aunque, sin aceptarlo, está cansada. Los duros años, los malos esposos, los buenos hijos, los compañeros y jefes de trabajo le van cobrando peaje en su camino hacia la autorrealización. ¡Qué difícil es aceptarlo frente al espejo!

Se trata de una lucha interna mucho más enrevesada que sus incontables contiendas con el mundo, las que Joselo Arroyo detalla hábilmente en un texto abundante en referencias que le justifican haberse presentado del 14 al 16 de octubre en el Festival de Comedia del teatro Braulio Castillo, en Bayamón. Tremendo reto para dos actrices la encomienda de hacer evidente, sin revelar del todo, lo que su personaje intenta ocultar. Pero Cristina Sesto y Linnette Torres son dos veteranas del “concealer” actoral, y no solo lo asumen, sino que –como era de esperarse– lo superan.

En ese contexto, no es halado por los pelos que la puesta en escena quiera hablarnos sobre Puerto Rico cuando nos dibuja a “Mamita”. Sus retos recios pero, hasta cierto punto, sutiles; sus hazañas ignoradas, en cierto nivel, por la gente que más quiere; su insistencia en ser “tomboy” mas no lesbiana; su autosuficiencia combatiente de las circunstancias… consumen demasiada energía como para embarcarse en batallas que nadie más esté dispuesto a pelear. No queda más que agradecerle, permitirle ser feliz y, en su mundanza al primer piso, dejar de cuestionarle sus múltiples nombres al escucharla afirmar “Yo soy Mamita”.

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