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Los peligros de buscar “la reacción” de machos obsesionados con el insulto

Por los pasados años, medios de prensa feministas en América, incluyendo Puerto Rico, han liderado esfuerzos para promover mejores prácticas de cobertura periodística en temas relacionados al género y la diversidad sexual. Diferentes organizaciones han publicado guías y hasta ofrecido talleres de mejoramiento profesional. 

En el caso de Puerto Rico, la Unidad Investigativa de Género, una alianza entre Todas y el Centro de Periodismo Investigativo, ha auspiciado jornadas educativas dirigidas a colegas periodistas y estudiantes que aspiran a formarse en la profesión.

Integrar enfoques con perspectiva de género al periodismo puertorriqueño no es una tarea fácil. Por muchos años, la morbosidad, la obsesión de adjudicar culpas hacia las mujeres, el uso incorrecto de pronombres y la promoción de grupos antiderechos han sido la norma de algunos de los medios de prensa más consumidos en Puerto Rico. 

Lamentablemente, son pocas las personas activas en los medios de prensa que acuden a estos talleres de mejoramiento profesional sobre temas de género. Tampoco, salvo en unas poquísimas ocasiones, asisten a estos eventos educativos las personas que dirigen las mesas editoriales de periódicos y noticieros. Pareciera como si hubiera una resistencia a romper con las coberturas que continúan lacerando la dignidad de mujeres y grupos dentro de la comunidad LGBTIQ+.

Peor aún, los principales medios de prensa comerciales del país insisten en perpetuar la cultura del “debate jaquetón” como el modelo a seguir en la discusión de algunos de los temas que generan mayor interés entre las audiencias. Solo basta con sintonizar los noticieros televisivos, escuchar los programas radiales de análisis o buscar la sección de columnas en los periódicos de mayor consumo para notar que, en todos esos medios, repiten a las mismas personas u organizaciones como fuentes de opinión. 

No solo se repiten las mismas caras, voces y discursos, sino que además estas personas con acceso privilegiado a los medios de prensa asumen una actitud omnipotente de creer que pueden opinar sobre cualquier tema, incluyendo aquellos de los cuales no conocen o no han investigado nada. Asimismo, transmiten sus mensajes con altanería, otorgándoles valor absoluto a aquellos datos y estatutos que selectivamente escogen para apoyar las posturas que usualmente comunican en cinco minutos o menos.

Los principales medios de prensa comercial continúan apostando a la práctica de invitar a sus segmentos a “analistas” que terminan siendo integrantes de los partidos políticos tradicionales. Es demasiado común que programas de análisis o segmentos dentro de los noticieros tengan como recursos a un hombre del Partido Nuevo Progresista y otro del Partido Popular Democrático. Poco importa que no sepan o no dominen el tema del día. Lo importante para estos medios de prensa es insistir en la fórmula de que supuestamente se atraerán audiencias en la medida que se presente a dos individuos de la vieja política partidista discutiendo e insultándose durante una transmisión en vivo.

Reproducir los segmentos del debate jaquetón y altanero entre [casi siempre] dos hombres con títulos de políticos o abogados es otra forma de promover la cultura machista dentro de los medios de prensa. Lamentablemente, este modelo de debate continúa siendo la norma en la discusión sobre temas políticos, deportivos, ambientales y en los asuntos de género. El debate de altura y basado en la investigación responsable pasa a un segundo plano cada vez que los noticieros, programas radiales y secciones de opinión en la prensa escrita se dedican a “buscar la reacción” o hacer “la primera pregunta” a hombres que están siempre listos para insultarse frente a las cámaras, como si se tratara de una promoción del programa Superestrellas de la lucha libre.

Estoy seguro de que medios como Todas continuarán trabajando en favor de promover nuevas estrategias para ampliar las coberturas mediáticas con respeto, empatía y perspectiva de género. Sin embargo, queda de los jefes y jefas editoriales, así como de quienes administran los medios de prensa, romper con estas prácticas que solo alimentan la controversia banal, pero poco aportan al buen periodismo. No hay duda de que el periodismo tiene un impacto en la generación de opinión pública. 

Por tal razón, quienes ejercemos la profesión del periodismo siempre tenemos una gran responsabilidad ante nuestras audiencias. Es momento de usar el privilegio del acceso a la información para romper con las prácticas del debate jaquetón, y, en su lugar, promover un periodismo digno que integre miradas con perspectiva de género.   

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