Cuando Yarelis Ortiz Rivera, a sus 23 años, se enteró de que estaba embarazada, contactó a cerca de 15 ginecólogos. Ninguno pudo atenderla. “Fue bien, bien complicado. Bien cuesta arriba”, rememora desde su hogar en Bayamón. Recuerda que algunos no ejercían como obstetras, otros tenían las citas muy lejanas, no admitían pacientes nuevos o no aceptaban su plan médico.
Por medio de una amiga, su madre consiguió a la doctora que le atendió durante ese período. Pero las dificultades no cesaron ahí.
Enfrentó un proceso legal con su pareja que les llevó a la ruptura, perdió amistades, y sufrió de depresión posparto. A un año y tres meses de su parto, las tasas de natalidad en el país descienden a niveles históricos, pero Ortiz Rivera asegura que su situación económica y emocional, además de las situaciones sociales y económicas del país, le imposibilitan tener otro hijo.
“Yo puedo entender la situación que vivimos el año pasado, una decadencia en cuanto a los nacimientos aquí, en Puerto Rico, la más extrema en la historia demográfica de nosotros. Yo lo puedo entender, pero también hay que entender el lado real y la situación que está sufriendo Puerto Rico”, manifiesta para luego insistir en su realidad: “Idealmente, yo tendría otro hijo. Realmente, yo no puedo tener otro hijo”.
Al pensar en un nuevo embarazo, Ortiz Rivera reconoce que las complicaciones emocionales y económicas trascienden cualquier anhelo que pueda tener de otro hijo, por el momento.
Los datos preliminares del 2023 apuntan a que el número de nacimientos en Puerto Rico llegó a su punto más bajo desde que se tiene registro en el país. De hecho, el secretario de Salud, Carlos Mellado López, advirtió, el año pasado, que la baja en natalidad era “un problema serio” y adjudicaba responsabilidad a las mujeres por tal descenso.
En ese momento, Mellado López ofreció, como medida para incentivar a las mujeres, los fondos existentes para el Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Infantes y Niños (conocido como WIC en inglés).
Ahora que más de 10 salas de parto han cerrado en la última década en Puerto Rico, se ha promovido con mayor auge un aumento en las tasas de natalidad por medio de créditos y exenciones contributivas, tales como una medida presentada por el representante del Movimiento Victoria Ciudadana José Bernardo Márquez Reyes. Esta iniciativa permanece en revisión en la Cámara de Representantes y propone un crédito de $1,200 por dependiente, $1,000 para el pago de préstamos estudiantiles, y deducciones contributivas por alquiler de vivienda y mudanza a Puerto Rico, entre otras.
A su vez, el gobierno anunció, por tercer año consecutivo, un crédito para menores dependientes que permitiría a los encargados recibir hasta $1,600 por menor.
No obstante, según la demógrafa Melissa López Rosa, no se espera un alza en las cifras de nacimientos durante los próximos años.
“No se prevé que empiece a subir [la natalidad] a menos que ocurran… unos cambios”, explicó López Rosa. Según la también profesora, el decrecimiento poblacional en el país requiere de políticas públicas que mejoren las condiciones para maternar en el país.
De igual forma, aseguró que la situación de la natalidad supone varios retos para el país entre los que se encuentran: un mayor número de adultos mayores y menor población de personas jóvenes, menos aportaciones a los sistemas de retiro y más adultos mayores sin cuidadores.
Continuo control sobre los cuerpos gestantes
Históricamente, sobre las puertorriqueñas ha pesado el control de su natalidad. Así lo recordó la economista y planificadora Martha Quiñones Domínguez al aludir a las esterilizaciones con base racista y forzadas que sufrieron muchas mujeres a mediados del siglo 20 y los experimentos con pastillas anticonceptivas que se dieron en el país.
“Es un asunto histórico que no se contesta simplemente con que las mujeres no quieran parir. Se contesta porque fue construido socialmente ese discurso [en el que]… también se discriminaba cuando las mujeres tenían hijos”, explicó Quiñones Domínguez.
Ahora, cuando el discurso se modificó para incrementar la tasa de nacimientos, las condiciones de vida del país no están diseñadas para sostener maternidades. “Tener que trabajar en un salario mínimo y conseguir dinero para mantener una familia es mucho más difícil”, resaltó la también catedrática en la Universidad de Puerto Rico de Arecibo.
A su vez, mencionó que la falta de acceso a vivienda, centros de cuido y servicios de pediatría y ginecología complican aún más las posibilidades de maternar.
En diciembre de 2023, el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico y la Oficina de la Procuradora de las Mujeres revelaron los resultados de una encuesta realizada a más de 13 mil mujeres. En el estudio, el 47% de las mujeres indicó que su lugar de trabajo no contaba con salón para lactancia y 67% mencionó que el salón proporcionado por su patrono no era adecuado. Asimismo, una de cada tres mujeres expresó la necesidad de un cuidador para sus hijos.
Al observar las condiciones económicas, políticas y sociales del país, Elba Betancourt Díaz, una profesora y trabajadora social que decidió no tener hijos, se sostiene en su decisión. De igual forma, insta al gobierno a no culpar a las mujeres de las tasas de natalidad y, en su lugar, mejorar las condiciones de vida para quienes deseen maternar.
“No nos pueden culpabilizar a nosotras las mujeres porque hay muchos otros factores que inciden en que decidamos o no tener crías y, por ejemplo, desde las políticas públicas necesitamos tener y que se cree un ambiente en que podamos, las que quieran, maternar. Pero maternar en un ambiente solidario, seguro, con protección, con la menor preocupación posible, sabiendo o teniendo la certeza de que hay alguien o que, por lo menos, las políticas públicas te acompañan en esos procesos”, manifestó Betancourt Díaz.
Políticas públicas a favor de la maternidad
La economista Quiñones Domínguez mencionó que un espacio favorable para maternar comienza con cambiar la logística para que las personas trabajadoras puedan buscar las notas de sus hijos a las escuelas fuera de horas laborales. A su vez, promover actividades extracurriculares que permitan a los niños mantenerse hasta más tarde en el ambiente escolar para dar espacio a sus familiares de llegar a recogerles luego del trabajo.
Otras políticas favorables para aumentar la natalidad, según la catedrática, son proporcionar centros de cuidado infantil cercanos y seguros, mantener escuelas cerca de los campos, mejorar el acceso a la salud, reconocer el rol de cuidadora como un trabajo, y proporcionar salas de lactancia accesibles y con la refrigeración adecuada.
Un estudio de 2019, promovido por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, encontró que las tasas de natalidad se sostienen con mayor efectividad cuando se implementan políticas públicas que incluyen regulaciones en el mercado laboral, equidad de género y procesos educativos.
A su vez, el informe reveló que las políticas públicas deben ir más allá de promover fondos para las personas gestantes. De acuerdo con el reporte, la eficacia de las políticas mejora cuando son estables, es decir, que no cambian con el pasar de los años, y cuando se informa a las personas para que tomen decisiones sobre sus derechos reproductivos.
Mientras tanto, Yarelis Ortiz Rivera desconfía de que un subsidio por parte del gobierno de Puerto Rico sea suficiente para convencerla de abrir paso nuevamente a la maternidad.
Aun así, mantiene su enfoque en sanar, en compañía de profesionales de la salud mental, las dificultades que surgieron antes, durante y después de su parto.
“He tenido que estar a la mano de mi psicóloga en ese proceso de acompañamiento, de sanación, darle fin a esa vida antes de la maternidad y comenzar a adoptar este proceso de maternidad”, mencionó.
Ortiz Rivera también expresó que su proceso hubiera sido más llevadero si existieran más recursos de apoyo para las mujeres a nivel informativo en los que se expliquen la planificación económica, en qué consiste una depresión posparto, y los cambios rutinarios, físicos, económicos y emocionales que conllevan convertirse en madre.
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