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El mensaje

(Pó Rodil y Lydia “Puchi” Platón en la pieza (Is) La Cuerpa, en el Coloquio del Otro La’o, en Mayagüez. Foto de Kaya Té)

Hace unos meses, me dediqué a enviar un mensaje de texto a mis familiares, anunciándoles mi cambio de nombre, afirmándoles mis pronombres y mi disponibilidad para informarles sobre temas que no comprenden del todo. Así les extiendo una invitación a participar de mi vida bajo mis límites y extensiones. ​Les doy la oportunidad de decidir si van a participar en mi vida o no. 

Algunes me respondieron de vuelta inmediatamente; otres tardaron en contestar. Algunes no estuvieron de acuerdo, y me indicaron que siempre me conocieron como mujer; otres simplemente me dejaron en visto, y, hasta el sol de hoy, no me han escrito ni han interactuado conmigo. 

Semanas después de enviar el texto en cadena, presenté la pieza ​(Is) La Cuerpa, en colaboración con Lydia Puchi Platón, en el Coloquio del Otro La’o, en Mayagüez. Como parte de la performance, leí una serie de mensajes de textos y poemas que tenía -y tengo- guardados en mi celular. Entre estos, leí ese mensaje: El mensaje. 

Un estudiante de maestría, que particiba en un conversatorio que hubo el día anterior de la performance, para hablar sobre mi práctica como performero, me preguntó acerca de la necesidad de que artistas queer, negres, asiatiques y latinx creen piezas que hablen sobre nuestras identidades. 

“¿Qué tal si yo lo que quiero es pintar bodegones?”, me dijo. Y me quedé con esa pregunta. Pensé: “Qué mundo idóneo, ese en el que mi identidad no se viera violentada, y no sintiera ganas de representarme y hacerme visible dentro de mi contexto, con mi narrativa, fuera cual fuera”. 

Y pienso: “Sí, muy bien yo podría estar en el presente pintando bodegones y dedicándome a ser el artista plástico que algún día quise ser y seré”. ​Pero, en mi actualidad, este es mi bodegón, mi naturaleza muerta en proceso de renacer en otro. Esta es mi vida, cada vez me construyo,​ según conozca más sobre mí, y deje morir en parte lo que era antes de conocerme. 

Si algo sé muy bien es que ​nuestras cuerpas son sobrevivientes a todos los cantazos posibles. No somos extranjeros al encierro​.

Estos días no son de celebración por nuestras cuerpas trans, intersex y no binaries. Son días para extendernos, reconocernos, protegernos, darnos amor, validación; días para darnos espacio y que nos dejen espacio; días para reconocer que nos tenemos que informar; días para recordar que nos falta mucho por aprender y crecer. 

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