Ningún espacio es seguro mientras se viva en una sociedad patriarcal, racista y capitalista, afirmó Shariana Ferrer, representante de la organización política Colectiva Feminista en Construcción, por lo que tienen que existir acciones que combatan las agresiones sexuales y el hostigamiento en contra de las mujeres.
En busca de esas iniciativas en el espacio universitario y en las calles de la isla, se llevó a cabo recientemente el conversatorio Problemáticas y soluciones: Hostigamiento sexual y violencia de género en Puerto Rico en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Las panelistas Carolyn Guzmán, procuradora estudiantil de ese recinto; Edda López, secretaria de asuntos de las mujeres y género del Partido Independentista Puertorriqueño; y Shariana Ferrer, de la organización política Colectiva Feminista en Construcción, dialogaron sobre las iniciativas vinculadas a estos temas en la institución educativa, la situación actual en el país y la toma de espacios para la denuncia. La charla fue organizada por el estudiante de Ciencias Políticas Carlos González.
La procuradora estudiantil resaltó que, contrario a años anteriores, en el año académico 2017-2018 se sometieron quejas sobre hostigamiento (16), órdenes de protección (2), violencia sexual (2) y acecho (1). Comparó estos números con los del año 2016-2017, en el que se registraron 11 quejas, y con los del 2015, en el que no hubo ni un solo reporte.
“No sé si es porque antes estaba un hombre como procurador, y no es lo mismo, pero, ciertamente, no se le estaba dando la importancia que se le tenía que dar”, mencionó Guzmán, quien el pasado septiembre impulsó la campaña de prevención contra la violencia sexual No lo hagas, no le pichees, no lo ignores.
Consideró que el enfoque de dirigirse a la persona que comete el acto y al que presencia una situación incómoda fue esencial para el aumento de las cifras en el 2018. La campaña consta, además, de talleres de orientación para que la comunidad universitaria conozca el proceso de someter una queja. También, en los talleres se definen conceptos como “hostigamiento sexual”, pues, como algunas conductas forman parte de la cultura machista que impera en esta sociedad, las personas dejan pasar situaciones incómodas que podrían surgir de chistes y toqueteos.
“Quería que fuera dirigida a la persona que violenta. No ponerle el peso, como siempre, a las frases ‘camina al carro con tus llaves’, ‘no camines sola’. Lo que queremos es que la persona que comete el acto, lo deje de hacer. El ‘no lo hagas’ va a esa persona, mientras que el ‘no le pichees’, a los otros. Queremos crear un sentido de responsabilidad. Apelar a que si están viendo algo que sabes que le incomodó a tu compañera de clases, profesor, empleado, no le pichees”, mencionó quien, como parte de su labor, dijo que se toman medidas para evitar represalias contra quien somete la queja.
Guzmán aseguró que el personal docente y el no docente están recibiendo un adiestramiento obligatorio, más allá de leer las políticas universitarias. Anticipó que tiene como meta que el Senado Académico considere su propuesta de que en los sílabos se haga referencia a la política de hostigamiento sexual de la institución.
“Pretendo atacar ese desbalance de poder que existe entre profesor y estudiante. El profesor lo lee ante sus estudiantes, y el estudiante escucha cada semestre”, adelantó al mencionar que se realizará un estudio sobre hostigamiento sexual en colaboración con todos los recintos.
Por su parte, la activista Edda López resaltó que la política del sistema universitario sobre hostigamiento sexual no es clara.
“El sistema tiene que establecer un protocolo bien específico para el personal docente, no docente, estudiantes y visitantes, en el que se establezca quiénes van a atender una querella de hostigamiento sexual. Estuve revisando la política y eso no está”, destacó al recomendar que el personal universitario reciba un adiestramiento sobre el tema al menos cada dos años y otros talleres frecuentes para refrescar definiciones.
López se encargó de enmarcar la discusión de las panelistas con las cifras recientes en materia de violencia de género, y apuntó que iniciativas como la campaña universitaria no pueden alinearse con la política púbica del país.
“Debemos contextualizar la violencia de género con varias vertientes, y una es la carencia de políticas públicas sólidas para atender la situación de violencia de género. La Oficina de la Procuradora de las Mujeres la perdimos. No hay una política pública que realmente recoja la realidad que vivimos las mujeres en términos de agresiones sexuales y hostigamiento y que viabilice soluciones concretas”, señaló.
“La procuradora de las Mujeres (Lersy Boria) lanzó una campaña que se llama No mates a Puerto Rico para combatir la violencia de género. Es la peor campaña que he visto en mi vida, porque, si de lo que se trata es de reducir los casos y de prevención, está enviando el mensaje de que la culminación de esa violencia de género es el asesinato, así que tácitamente es como un permiso para continuar con lo que estás haciendo, pero no la mates. Es un mensaje de desesperanza a las mujeres”, añadió al señalar el 2016 como un año nefasto porque se asesinaron 49 mujeres en el país, no obstante, en el 2017, se desconoce con exactitud cuántas mujeres perdieron la vida por la falta documentación de los casos por el paso del huracán María.
Shariana Ferrer, representante de la organización política Colectiva Feminista en Construcción, por su parte, resaltó la labor educativa del Programa de Estudios de la Mujer y Género de la Facultad de Estudios Generales. “Fui una de las que impulsó ese espacio para problematizar y traer a la discusión asuntos de género en el interior del movimiento estudiantil y en relación con el recinto. Una de nuestras primeras acciones fue reconocer que había una política de hostigamiento sexual que no estaba vigente y que tenía muchos errores”, comentó.
“Necesitamos reconocer y asumir que la lucha por tener espacios democráticos, la lucha por tener participación activa, la lucha en contra del patriarcado, es una lucha política y es una lucha de poder. Cuando estamos en la universidad, estamos ocupando un espacio de poder y tenemos que verbalizarlo y organizarnos”, añadió.
Ferrer habló sobre las acciones directas del grupo feminista al que pertenece, como la manifestación del 8 de marzo de 2017, cuando instaron a las mujeres a paralizar el país. La movilización de ese día confirmó al grupo la importancia de la participación activa en las calles.
“El trabajo se había concentrado en luchas legales, académicos, investigaciones, pero no se veía un activismo feminista que estuviese tomando y reclamando las calles”, puntualizó.
“Hay que reconocer el poder que uno tiene ante un sistema en el que nos sentimos pequeños, pero al juntarnos y accionar colectivamente, sí genera”, agregó.
En busca de una respuesta a la pregunta que unió a las panelistas en este conversatorio, concluyó que las soluciones a las problemáticas sobre violencia de género no deben “partir de las mismas lógicas que genera la violencia”.