Ilustración por Emmalynn González
Nota de la autora:
En este texto utilizo el término “personas menstruantes” para referirme a hombres trans, personas no binarias y mujeres que experimentan la menstruación y la menopausia.
Ya casi va un año desde que crucé el umbral de la menopausia.
“¡Mi cuerpo ya no sangra!
Cuando lo digo en público suelo recibir un largo silencio como respuesta. Siento la incomodidad de la gente y busco intencionadamente explicarme para desvestir un poco el manto de “cosa” que recubre la menopausia.
“¿Qué provoca este mutismo?”
Conversar libremente sobre la menopausia no siempre fue sencillo para mí. Fue aquel día con 45 primaveras que en un chequeo médico se me ocurrió preguntarle a la ginecóloga sobre la menopausia; como indagando por “ese asunto” que está bien lejos de mí. Pero la respuesta de la doctora me aterrizó de sopetón.
“¡Ya tú empezaste!”
Y me quedé sin aire. Me sentí como la recipiente de un legado que se me había vendido como indeseable.
“Histérica, loca, vieja chocha, frenética, descontrolada, sin sexo, …. (whatever)”.
La doctora prosiguió a explicarme con su jerga académica, pero yo solo escuchaba su cotilleo a lo lejos; mi mente se quedó obsesionada en pelearse consigo misma.
“¡Pero ¿cómo no me di cuenta de esto antes?!”
Como salubrista y feminista, ya llevaba muchos años trabajando los temas de salud sexual y reproductiva (SSR). Las feministas sabemos cómo opera el sistema de creencias patriarcal en nuestras cuerpas y pensamientos. Pero “saber” no significa que estamos exentas a omitir.
“¡Ups, me cogí fuera de base!”
No fue casualidad que ese tiempo coincidió con la necesidad de cuidar a mi mamá (OJO, este tiempo muchas veces coincide con asumir los cuidados de padres y madres). Y ahí estábamos, una frente a la otra, pasando ambas por una etapa de transiciones y pérdidas, de memorias, objetos, seres queridos, la piel tersa, el cuerpo ágil, el ciclo menstrual.
“¡Ella en su edad de oro, yo en mi tiempo menopáusico!”
Cuidar a mami con Alzheimer y sostener nuestros encuentros en sus memorias más primitivas me animó a comprender mejor la menopausia desde una mirada crítica y ancestral.
“¿Cómo lo habrá percibido Abuela Celesta, que vivió 80 años?
Hay dos lentes principales que actualmente dominan el campo de percepción de la menopausia: el biomédico y el sociocultural. La menopausia, definida como el cese permanente de los ciclos menstruales, es un proceso biológico completamente natural. En la medicina, se determina cuando una persona cumple 12 meses corridos sin menstruación. Es decir, la menopausia corresponde a un día, ese día en que se cumplió un año de NO SANGRAR (La menopausia consciente). Aunque suele ocurrir entre los 45 y 55 años, la Organización Mundial para la Salud indica que la menopausia puede ocurrir antes o después de esas edades; cada cuerpo es diferente y, además, hay procedimientos médicos que pueden inducir la menopausia.
“Radioterapia, quimioterapia, histerectomía y otros.”
Pero, aquí viene lo interesante. El término menopausia se ha adaptado culturalmente para referirse a cualquier evento que ocurre durante los años antes de perder el ciclo menstrual. Realmente, en esos años no estamos “menopáusicxs”, estamos en climaterio. Este artículo nos dice que el climaterio no es un evento de un día, como es la menopausia, si no un periodo de duración variable, previo a la menopausia y posterior a la misma. Ese período puede ser de entre 6 a 8 años antes y después de la menopausia. La palabra climaterio viene del latín “climacter” que significa “escalón”, haciendo referencia a la transición biológica que ocurre en esta etapa.
“Una clara metáfora: puedo subir el escalón o tropezarme con él”.
Biomédicamente, el climaterio representa el envejecimiento paulatino del aparato reproductor. En personas menstruantes, este proceso comienza cuando los niveles de estrógeno y progesterona disminuyen poco a poco; la mayor parte de las veces sin darnos cuenta. Es decir, si eres una persona de 40 años o más con mucha probabilidad ya estás experimentando el climaterio. Durante el climaterio, algunas mujeres, hombres trans y personas no binarias pudieran experimentar algunos síntomas fisiológicos.
“¿Cómo lo viven los hombres trans y las personas no binarias?”
Bajo el lente sociocultural, hay un consenso entre muchos antropólogos sobre que, en sociedades occidentales, el climaterio y la menopausia se asocian a un periodo negativo. Más aún, diversos autores plantean que el modelo biomédico patriarcal y la industria farmacéutica han contribuido a normalizar esta etapa como una patológica que necesita controles médicos.
“Antidepresivos, reemplazo hormonal … una me la dieron, la otra no”.
Esa visión negativa del climaterio y la menopausia se alimenta también del capitalismo, que de forma oportunista le rinde culto a la juventud. La vejez no le produce ganancias al mercado. Entonces, le añaden a la ecuación que supuestamente ya no tenemos atractivo sexual y como resultado nos ponen a escoger entre perder nuestro estatus social o prolongar artificialmente la juventud a través de la medicación. En palabras de uno de los autores “a las mujeres se les medica para huir de su naturaleza a diferencia de los hombres a los cuales se medica para potenciarla”.
En Puerto Rico, exceptuando la maternidad, la menstruación, el climaterio y la menopausia suelen ir acompañadas de connotaciones negativas. Digo exceptuando porque nos quieren hacer parir, aunque nos cueste la vida o nuestra salud mental; fracasamos si no gestamos, nos culpan por no querer parir, pero también por abortar.
Nos han vendido una “historia única” de la menopausia. Inclusive, los términos que suelen utilizarse para referirse a esta etapa de la vida son extremadamente médicos o sugestivos de una desvalorización y desprecio a las personas que la experimentan.
“Bochornos, infertilidad, insuficiencia ovárica, hipoestrogenismo”.
Nos toca a todas las personas menstruantes –mujeres, hombres trans y personas no binarias– nombrar nuestras experiencias en esta etapa, desde la dignidad humana que nos habita.
Romper con todo esto y proponer otras experiencias más liberadoras no es tarea sencilla ni exclusiva de quienes transitamos el climaterio. Se necesita un trabajo educativo y político de base comunitaria con enfoque interseccional. Los diálogos liberadores en espacios seguros pueden ser un buen punto de partida.
“¿Cómo podemos transitar este periodo de una forma digna y liberadora?”
Existen historias y experiencias diferentes a las nuestras que nos pueden inspirar; sociedades no occidentales donde la visión de la menopausia es positiva y celebratoria. No es que en otras culturas necesariamente sea mejor, es que se percibe diferente, otorgándoles mayor sabiduría y respeto a las personas que la viven.
¡No estamos enfermes! Estamos en climaterio, un “lugar por donde se pasa”, que hace honor a una etapa en la cual la forma – corporal, sentipensante y espiritual – en que socializamos, y nos socializan, nos provoca remirarnos y resignificarnos, reposicionando nuestro valor y rol frente al mundo.
Aquelles quienes promovemos y practicamos una salud sexual y reproductiva digna debemos asegurarnos de nombrar, visibilizar y acercarnos al climaterio y la menopausia desde una mirada anticolonial, interseccional y con perspectiva de género. No hay un solo método.Lo principal es cogenerar visiones y prácticas más liberadoras y saludables para quienes experimentamos y experimentarán esta etapa de la vida; una cultura feminista que abrace, celebre y valore el envejecimiento y los frutos que llegan con el mismo.
“Dedicado a mi mamá, Calixta, la primera feminista que conocí”.