Verónica Rivera y Teresa Córdova estrenaron en febrero el pódcast De libro en libro. Desde este espacio, hoy se integran a La sala de Todas con una colaboración mensual, acompañada de una reseña.
En el 2015, los TedTalks estaban en todo su apogeo. ¿Cuántas de nosotras no nos hemos quedado embelesadas frente a la pantalla de la computadora escuchando alguna de estas charlas dinámicas con sus ponentes ocupando todo el escenario acompañados en muchas ocasiones de imágenes para apoyar sus argumentos? Y, sin embargo, el de Chimamanda Ngozi Adichie, que es el mismo ensayo que hoy nos concierne, es sencillo, sin luces de colores: tal y como es el escrito.
Todos deberíamos ser feministas es una exposición autobiográfica de la autora, nacida en Nigeria, en la que sustenta, con experiencias propias y cercanas, por qué todo el mundo, independientemente de su género, debería ser feminista. Comienza relatando que su mejor amigo de la adolescencia, Okoloma, un día le aseveró que ella era feminista. Adichie, a sus catorce años, desconocía exactamente el significado de la palabra, pero el tono con el que su amigo la dijo fue acusatorio. No admitió su desconocimiento, pero en cuanto llegó a su casa, procuró buscarla en el diccionario.
Este episodio representó un parteaguas en la vida de Adichie, quien a lo largo del ensayo/TedTalk rememora instancias en las que vivió en carne propia las desigualdades y los sesgos de género.
Cuenta, por ejemplo, que alguna vez andaba de fiesta en la ciudad de Lagos con un amigo. Cuando ella le dio una propina al encargado de estacionar carros, él le agradeció a Louis, el amigo de Adichie. Louis, confundido, pregunta que por qué es él quien recibe el agradecimiento. Entonces, ambos se dan cuenta de la suposición del encargado del estacionamiento: naturalmente, el dinero provenía del hombre de la dupla, aunque fuera la mujer quien lo hubiera pagado. Y así, la autora brinda más ejemplos, incluso sobre críticas a su obra literaria, sobre cómo el sesgo de género atraviesa hasta las emociones.
Detengámonos brevemente en el aspecto de las emociones, pues es central en el escrito/ponencia de Adichie. Es aquí donde la autora hace una apelación también a repensar las convenciones de género de vulnerabilidad. Y, por consiguiente, de lo que ser una mujer en esta misma sociedad: estar al servicio de esta frágil masculinidad.
Todos deberíamos ser feministas es un texto sencillo, pero profundo. Es una introducción al tema del feminismo desde un estilo didáctico: haciéndole preguntas a la persona que lee el texto o que oye la ponencia. Parte de anécdotas cotidianas, como la de la bisabuela brillante que era feminista sin tener la palabra en su vocabulario. ¿No conocemos todas a alguien así? ¿Acaso no habrá alguna de nosotras que fue así hasta recientemente? ¿No habrá alguna persona leyendo esto que quizás sea la primera vez que se lo cuestione?
Es importante señalar, sin embargo, que Todos deberíamos ser feministas se fundamenta en una visión binaria del género y del sexo. En su hazaña de impulsar el que se cuestionen y rompan con los roles tradicionales asignados al nacer, afirma unas divisiones fisiológicas por el sexo asignado que obvian la realidad espectral y diversa. En algún momento afirma que “es innegable que las chicas y los chicos son biológicamente distintos, pero la socialización exagera las diferencias”. Valdría la pena revisar eso, especialmente cuando la propia autora afirma que está intentando desprenderse de muchas nociones de género que interiorizó al crecer. Nosotras también.
“No es fácil tener conversaciones sobre género”, afirma Chimamanda Ngozi Adichie. Ciertamente, no lo es. Pero Todos deberíamos ser feministas es un punto de partida, principalmente porque comienza conversaciones. Imaginamos que, en un salón de clases, en una reunión de amistades, en una sobremesa, habría temas de sobra para conversar a raíz de este librito/TedTalk. Por su brevedad y su accesibilidad en YouTube, además, es una herramienta chévere para compartir con adolescentes.
Como suele suceder en las conversaciones entre amigas, no estaremos de acuerdo con todo lo que expone Adichie, pero sí que concordamos en que llamarnos feministas es liberador y necesario. Es honesto decirlo sin ambigüedades. Y que, al fin, nos toca ir poco a poco “mejorando las cosas”. Entre todos (y todas y todes).
Todos deberíamos ser feministas es la primera recomendación de Teresa Córdova y Verónica Rivera, del pódcast De libro en libro, como parte de una serie de colaboraciones con La sala de Todas. Escucha el episodio.
Y, aquí, puedes escuchar De libro en libro.