Fotos y vídeo de Ana María Abruña Reyes
Por décadas, comunidades en la zona montañosa de Puerto Rico autogestionan su acceso al agua potable a través de acueductos comunitarios. Las mujeres se han destacado como líderes organizadas y empáticas. De los 242 acueductos comunitarios, que proveen agua a unas 120,000 personas, al menos 35 son presididos por mujeres.
En Orocovis, se distingue Ana Torres Figueroa, una terapeuta ocupacional, de 53 años, a quien le llena trabajar por la comunidad Limones de ese pueblo, su hogar desde 1996. Una década antes, los vecinos del barrio construyeron el Acueducto de Limones, que suministra agua a 315 casas y sirve como oasis para sectores aledaños en tiempos de necesidad.
“Desde el día cero, me involucré. Yo siempre, dondequiera que me paraba, decía: ‘Yo vivo en una comunidad incorporada, que tiene su propia agua’”, comentó orgullosa, al soltar una breve carcajada.
Por años, Torres Figueroa fue la única mujer entre los líderes comunitarios. Su capacidad de diálogo la llevó a asumir la presidencia de Limones, en 2015, tras gestionar un proyecto para purificar el agua.
“Un buen líder tiene que saber cuáles son sus fortalezas y cuáles son sus limitaciones, porque esas limitaciones las tiene que delegar en las personas que tiene a su alrededor”, destacó la mujer, quien cuenta con sus hermanas como apoyo en procesos comunitarios.
En términos poblacionales, la comunidad ha crecido. Considera positivo que la juventud apueste al futuro orocoveño, pero el desarrollo trae retos. Aunque hay agua, desconocen si la infraestructura del acueducto tiene la capacidad de proveer el servicio a los nuevos hogares construidos. Expresó que, tras encuentros con otros líderes de acueductos y con la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR), se ha empoderado en conocer los derechos de su comunidad de cara a entablar conversaciones con desarrolladores.
“Es bueno sentirse apoyado por una organización”, comunicó. También, siente el respaldo de los otros líderes que forman la recién inaugurada Asociación de Acueductos Comunitarios de Puerto Rico, que une voces de las comunidades que autogestionan la distribución de agua potable al 3% de la población que se sirve de estos acueductos.
Iris González Ramos, pieza fundamental en la autogestión de la comunidad Corcovada en Añasco
La comunidad Corcovada se ha organizado, por décadas, para autogestionar sus necesidades. Comenzaron con su acueducto comunitario, que bombea agua a 165 familias que residen en el barrio más retirado del centro de Añasco.
Desde 2014, la vicepresidenta de la Asociación de Acueductos Comunitarios de Puerto Rico, Iris González Ramos, lidera el Comité Comunal de Corcovada, organización de base comunitaria que administra el acueducto. Inició tomando unos talleres en los que le enseñaron a organizar asuntos comunitarios.
“Gracias al acueducto comunitario que nosotros tenemos y a las organizaciones que han venido (a apoyar el desarrollo de la comunidad), hemos comenzado a mirar otras cosas que necesitamos”, expresó quien se reconoce orgullosamente como corcovadeña.
A partir de su gestión, Corcovada acondicionó una escuela que llevaba 18 años cerrada. Allí, establecieron un gimnasio, un salón de computadoras, una oficina médica y un área para hacer los pagos del agua. Además, desarrollaron un programa de reciclaje comunitario.
“Ha sido una experiencia bien bonita, en la que me he podido identificar con mi gente. He aprendido a representar a Corcovada a dondequiera que vaya, a sentirme orgullosa de lo que somos, de lo que hemos logrado, de lo que tenemos, de lo que queremos”, puntualizó.
Recientemente, comenzaron la iniciativa Sembrando un árbol, sembramos vida, en la que plantan árboles frutales en la finca donde está el acueducto comunitario, que fue forzosamente podado por el huracán María. En medio de tanta vulnerabilidad, a la comunidad nunca le faltó el agua, pese a que estuvieron sobre cinco meses sin luz.
Ese momento, tuvo su primer contacto con la FCPR, que otorgó un donativo para la adquisición de una batería de almacenamiento para las placas solares ya instaladas en el acueducto, con el fin de que el agua no pare de bombear.
Ileana Miranda Rosado está comprometida con la comunidad Perichi en San Germán
Desde la década del 1960, esta comunidad sangermeña autogestiona su servicio de agua potable y se mantiene firme en continuar de esa forma y honrar el legado comunitario de los vecinos.
Hace seis años, Ileana Miranda Rosado asumió la presidencia del Acueducto Perichi. Además del amor por el vecindario que la vio crecer y desarrollarse como profesional, le preocupaban las intenciones de otras administraciones de entregar el acueducto a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA).
“Seguimos en pie de lucha con el acueducto porque nuestra comunidad está comprometida con el trabajo que hicieron nuestros abuelos y lo quieren mantener”, señaló Miranda Rosado sobre el aprecio y confianza que le tienen los residentes al proyecto comunal.
Los acueductos comunitarios suelen ubicarse en comunidades remotas a las que el sistema central de agua potable provisto por la AAA no puede proveer el servicio adecuadamente. Al estar retirada del área urbana, Perichi ha sido marginada por los gobiernos, pero la soberanía en términos del agua, les empodera, reconoció. A la directiva, les permite desarrollar destrezas técnicas y de liderazgo.
Desde su presidencia, la mujer logró reestructurar la deuda de la comunidad y reducir la morosidad para poder dar el mantenimiento óptimo al sistema que provee agua potable a unas 200 familias. Los $15 que se pagan mensualmente por el servicio representan el único ingreso fijo para el mantenimiento del acueducto.
“Uno se siente humildemente orgulloso, aunque parezca una paradoja. Siento satisfacción y orgullo de servir a la gente con la que uno creció”, puntualizó la académica, quien, en su gestión, combina su conocimiento en la administración de empresas y el amor por su comunidad.
*En ruta hacia la equidad es una serie auspiciada por la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) para destacar las historias de mujeres que aportan al país desde sus respectivas organizaciones sin fines de lucro, apoyadas por la FCPR como parte de su compromiso con promover la equidad de género, y la Fundación de Mujeres en Puerto Rico.