Tres mujeres se dieron cuenta que con sus manos podían no solo alimentar a Vieques, sino transformar a la Isla Nena en un espacio de apoderamiento sostenible, solidario y soberano. Para La Colmena Cimarrona, la tierra es símbolo de vida, derechos humanos, soberanía y equidad.
Ellas son Ana, Elda y Marilyn, líderes listas para plantar, cosechar y compartir conocimiento que alimenta y conspira un mejor país en su espacio, La Colmena Cimarrona.
“La Colmena surge como una organización, de base comunitaria, que pueda hacer trabajo político, pero también trabajo de soberanía y autodeterminación. En el mundo que vivimos, nos hace tanta falta espacios que nos den otro tipo de combustible. El alimento es combustible. Entonces, el poder también alimentarnos con cosas que sean culturalmente importantes para nosotros y que esté conectado de distintas maneras nos da mucha esperanza”, manifestó Ana Elisa Pérez Quintero, codirectora de La Colmena Cimarrona, desde la finca La Semillera en Vieques.
Ante el contexto de inseguridad alimentaria, contaminación ambiental por la Marina de los Estados Unidos, una pobre salud por la falta de un hospital y una transportación marítima precaria en la isla municipio de Vieques, esta organización de base comunitaria combate ese escenario con la producción local agrícola y el activismo comunitario.
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Este esfuerzo comunitario fue oficializado luego del embate de los huracanes Irma y María, en 2017, que vulnerabilizó aún más la isla municipio y evidenció las fallas estructurales en Vieques.
Al visitar la finca La Semillera, se aprecia el arduo trabajo de construir redes de solidaridad y producir siembra ante los desafíos de una isla que continúa recibiendo contaminación por parte de la Marina de los Estados Unidos.
El nombre de La Colmena Cimarrona se refiere a ese espacio de trabajo organizativo que practican las abejas, sin perder de perspectiva el género. Además, explicaron que el cimarronaje añade un valor importante a su nombre por la referencia de ese ejercicio de autodeterminación de las personas esclavizadas en los palenques.
“No solamente es un reclamo de que vamos a volver a sembrar, sino que vamos a volver a sembrar para que se tome en serio la descontaminación, porque tenemos que descontaminar y porque lo que estamos comiendo ya de por sí es veneno”, insistió la agricultora y activista ambiental.
Contaminación de las tierras viequenses
Vieques es un municipio insular de Puerto Rico que fue utilizado por más de 60 años por la Marina de Guerra de los Estados Unidos para probar artefactos explosivos y otros fines. Asimismo, los militares estadounidenses, por décadas, laceraron los derechos humanos de la población viequense, incluyendo violencias a las mujeres.
Las tierras viequenses fueron colonizadas, explotadas y maltratadas por décadas. Aún, esos artefactos de la Marina son explotados al aire libre, exponiendo a su población a más contaminación y riesgos.
Elda Guadalupe Carrasquillo, codirectora de La Colmena Cimarrona, explicó que el procedimiento para eliminar las bombas consiste en remover las municiones que no han sido explotadas solamente seis pulgadas de la superficie, juntarlas y detonarlas.
“Ahora mismo, no hay monitores de calidad de aire en ningún sitio, no hay estaciones que midan la calidad del aire cuando hay una detonación. […] Puede pasar semanalmente o dos veces al mes. Detonan un montón de artefactos que ellos juntaron. Ellos están aumentando lo que hacía la Marina. Detonan todos esos artefactos que no habían sido detonados. Así que es visible desde el balcón de mi casa cuando sube esa columna de humo”, contó la también maestra viequense y exlegisladora municipal.
La Marina llegó a ocupar alrededor de tres cuartas partes de la superficie de la isla municipio de Vieques desde 1940. Tras una movilización masiva de puertorriqueños y protestas de desobediencia civil, la comunidad de Vieques logró sacar a la Marina de Guerra en el 2003.
Fue el resultado de décadas de lucha, en el que la aportación de las mujeres fue invisibilizada.
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2032 es el año que la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) pronostica que se termine la limpieza en Vieques.
Según expresiones del supervisor del proyecto de restauración, Dan Waddil, al Centro de Periodismo Investigativo, en 2016, la Marina tardará alrededor de diez años en la limpieza terrestre, y de 15 a 20 años adicionales en la descontaminación subacuática.
El científico Luis A. Rodríguez Cruz apuntó en su artículo de Ciencia Puerto Rico, en 2019, que métodos alternativos son posibles para la desmilitarización de las tierras sin la misma carga de contaminación. Rodríguez Cruz cita el informe Alternatives for the Demilitarization of Conventional Munitions que explica que otros procesos reducen las emisiones de gases contaminantes y, por lo tanto, su impacto al ambiente y a la salud pública de Vieques.
El grupo gestor de La Colmena Cimarrona aún está a la espera de que se produzca un estudio transdisciplinario en Vieques que pueda evaluar las consecuencias ambientales en los terrenos y proponga un proceso de limpieza real y sustentable.
“El poder de sembrar esta tierra y ocuparla, de una manera que realmente es histórica, porque era una isla muy productiva y que tenía mucha siembra, no solo la caña y la piña, sino también de sustento. Habían pequeños agricultores, habían ganaderos y fueron desplazados por la Marina de Guerra de los Estados Unidos”, sostuvo Pérez Quintero.
Crisis de inseguridad alimentaria
La agrónoma Dalma Cartagena explicó que la seguridad alimentaria no solo implica que cada uno de los seres humanos debe tener alimento en cantidad suficiente, sino también en calidad y accesibilidad.
“También, es tener la certeza de que voy a tener alimentos para mí, mi familia, mi comunidad, mi país y el mundo entero […] Que yo voy a saber cómo obtener el alimento en un mercado, pero también voy a desarrollar las destrezas para producir ese alimento en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia», señaló la experta en seguridad alimentaria.
Respecto a la situación de Vieques, Cartagena reconoció los esfuerzos que los viequenses deben realizar para adquirir sus alimentos diariamente. La educadora explicó que más del 70% de lo que se consume en Puerto Rico es importado.
“Si nosotros (en la Isla Grande) nos quejamos de falta de calidad y de falta de cantidad, la situación es más aguda en las islas municipios. La situación que ellos viven es terrible. En Vieques y Culebra, los residentes tiene que doblar muchas veces sus esfuerzos para conseguir aquello que nosotros encontramos acá. Tienen que viajar en lancha o en avión“, observó la egresada del Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.
La pandemia por el coronavirus ha afectado a los sistemas alimentarios y ha amenazado el acceso de las personas a los alimentos a través de múltiples dinámicas, según el informe Los efectos de la COVID-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial.
La COVID-19 ha provocado la reducción de los ingresos y el aumento de los precios de algunos alimentos, por lo que han quedado fuera del alcance de muchos viequenses. Para empeorar la situación, Vieques depende de un sistema de ferry precarizado que si ocurre una paralización en la Isla Grande, los viequenses y su isla hermana, Culebra, sufren las consecuencias.
“Cuando hay algún problema de transporte, ya sea un día, tú sabes que eventualmente va a pasar, de cinco a seis días, que se va a ver el efecto en una de esas cosas, ya sea leche, pan, vegetales, frutas o gasolina”, comentó Guadalupe Carrasquillo.
“La soberanía alimentaria uno la piensa como la capacidad de comer nada más, pero la soberanía alimentaria es la determinación del pueblo para decidir cómo, dónde y de qué manera se va a producir alimentos y no solo alimentos, sino que puede llegar hasta tan profundo como lo que vestimos, de dónde sale el agua, la electricidad. También, es cómo lograr una mayor autodeterminación y mayor soberanía como pueblo”, sentenció, por su parte, Pérez Quintero, quien también reside en la finca La Semillera.
Una salud precaria que carece de buena alimentación
Las líderes de este movimiento explicaron que la falta de un hospital digno es otra de las razones que aumenta la vulnerabilidad de la comunidad viequense.
Pérez Quintero señaló que la conexión entre lo que se come y la salud es evidente porque la diabetes, la hipertensión, los problemas renales, el cáncer, entre otros, son a causa de una pobre alimentación sobre unas condiciones que ya vienen cargadas de la contaminación por la Marina.
“Lo que se exige, no es solamente un hospital, sino es salud universal. Es algo que también en todo Puerto Rico vemos que es un problema. Entonces, obviamente esos problemas se agravan por la carencia de una buena alimentación, porque todo lo que nos llega es enlatado o las migajas de la Isla Grande (Puerto Rico), que de por sí los alimentos son importados también”, manifestó Pérez Quintero.
Del mismo modo, Guadalupe Carrasquillo detalló que en la Isla Nena no hay una sala de emergencia que tenga lo necesario ni una ambulancia aérea para evacuar pacientes. Al momento, se utiliza una avioneta de pasajeros que no está certificada y el paciente debe estar estable para transportarlo allí.
Combatiendo el machismo a través de la siembra colectiva
Pérez Quintero compartió que ha visto cómo ha cambiado la dinámica con los hombres que se acercan a su finca. La agricultora argumentó que históricamente las mujeres han sido las que producen el alimento a nivel mundial, pero que, en Puerto Rico, esta labor se ha vinculado y se ha delegado a los hombres.
Además, observó que en Vieques se vive mucho machismo así como en todo el archipiélago caribeño, que se encuentra bajo un estado de emergencia por la violencia de género.
“En la finca, recibía hombres que llegaban a decirme comentarios sobre mi sexualidad, y uno no necesita eso. Entonces, el poder crear un espacio donde uno se siente segura y donde otras mujeres se sientan seguras hacía falta”, puntualizó.
La Colmena también rompe con esa narrativa machista de que la agricultura es un trabajo solo para hombres o que las mujeres deben asumir posturas machistas y hostiles para que su aportación sea validada.
Marilyn López Parrilla, administradora de proyectos, aseguró que muchas mujeres han encontrado un espacio en el que pueden aportar y sembrar para sentirse independientes y conscientes de la importancia de la seguridad alimentaria.
“Somos todas mujeres. De hecho, es interesante que no fue a propósito, fue dado así. Todo el grupo de trabajo formal son mujeres. Dentro de La Colmena, pues todos sus proyectos o programas tienen diversidad de participantes”, detalló.
Durante la recuperación del huracán María, las líderes comenzaron con un comedor social que llamaron “El Panal”, en el que mujeres organizaron un huerto, una serie de cursos sobre agricultura e incentivaron un grupo de promotoras de salud comunitaria.
Mujeres rescatando la agricultura
López Parrila agregó que la finca también es un espacio que quieren que sea un centro educativo, que la gente pueda ir a aprender de agricultura y otros temas de salud comunitaria.
“Es bien gratificante ver que lo que se ha hecho en poco tiempo ha rendido frutos y que, cada vez más, la comunidad sabe lo que es La Colmena Cimarrona. Ha sido una evolución bien positiva en todos los aspectos”, comentó López Parrilla, quien se unió hace un año al proyecto.
A través de principios agroecológicos, las emprendedoras han establecido una red de apoyo entre agricultores en Vieques, que impulse una economía sustentable y de autodeterminación.
Actualmente, La Colmena tiene cuatro programas: la finca La Semillera; Colectiva Agrícola Viequense, red de agricultores viequenses; El Panal, espacio educativo sobre salud integral; y Sambumbia, un mercado dirigido especialmente a comunidades con poco acceso a comida saludable.
“Mientras sea posible, nosotros ayudamos a que se desarrollen distintas destrezas, que vayan hacia la soberanía alimentaria y hacia la justicia social. Fue ver cómo un pequeño espacio se transformaba en un lugar donde nosotras podemos también conspirar, porque aquí nos unimos a toda la lucha”, sentenció Guadalupe Carrasquillo.
*Esta historia contó con la colaboración de la periodista Naylie Vélez Figueroa.