1 de mayo de 2021. Decido escribir desde el dolor de haber perdido a Keishla Marlen Rodríguez Ortiz y a Andrea Ruiz Costas. Escribo desde la decepción, la angustia, la preocupación, la inseguridad, la frustración y la desesperanza ante nuestro presente y futuro. Escribo desde la indignación que genera observar cómo socialmente continuamos justificando la violencia, culpabilizando a la víctima y solidarizándonos con el victimario, incluso amparándonos bajo la Palabra de Dios.