“A pesar de que fue ella la que gestionó los permisos de la escuela y la que consiguió el nombramiento oficial de maestra, siempre se la menciona brevemente, bajo la sombra de su hermano menor”
-Profesora Rosario Méndez Panedas
Cada mayo, el Departamento de Educación de Puerto Rico separa una semana para conmemorar a maestras y estudiantes.
No podemos dejar pasar esta ocasión sin celebrar la increíble vida de la primera persona puertorriqueña en implementar el concepto de la educación que hoy entendemos como “pública”.
Fue una mujer afroboricua. Pero solo se nos enseña sobre su hermano varón.
Te invitamos a conocer a Celestina Cordero Molina, cuyas aportaciones nos llevan a denominarla la “Madre de la Educación Pública”.
“La hermana de…”
“Ya desde antes que Rafael abriera su escuela, Celestina se dedicaba a la enseñanza de niñas”
-Círculo Maestro Rafael Cordero
De seguro, conoces la imagen de Rafael Cordero Molina pintada por Francisco Oller.
Rafael enseñaba en una escuela en el Viejo San Juan sin distinción de raza ni clase social. Varios alumnos prominentes suyos, como Alejandro Tapia y Baldorioty de Castro, se aseguraron de que su nombre no quedara en el olvido.
Por esto, el maestro Cordero es justamente recordado en nuestra historia como el “Padre de la Educación”.
Pero esta valiosa historia está incompleta sin recordar a Celestina y Gregoria Cordero Molina, sus hermanas. Aunque su legado es menos conocido, ellas realizaron el mismo trabajo. Y en el caso de la hermana mayor, su aportación fue pionera en toda la historia borincana.
Fue bajo el nombre de Celestina que se abrió la escuela donde ella y Gregoria enseñaban a las niñas, y Rafael a los niños.
El hecho de que una mujer negra en el siglo XIX, bajo la legalidad de la esclavitud, lograra tal hazaña es motivo de repaso. Veamos lo que fue su crianza autodidacta y de avanzada.
Una niñez en educación
“La educación estaba en manos de los religiosos”
-Profa. Rosario Méndez Panedas
La figura de Celestina Cordero Molina fue rescatada de la invisibilidad mediante una búsqueda exhaustiva de la época y el lugar donde vivió. El único registro existente de sus acciones son documentos gubernamentales llamados Actas del Cabildo. De ella no existe ni una pintura contemporánea, como en el caso de Rafael.
Por la investigación de la profesora Méndez Panedas, hoy conocemos 12 documentos que la mencionan de forma específica.
Sabemos que nació el 6 de abril de 1787. Celestina fue la hija mayor de una pareja de negros libertos: Rita (costurera) y Lucas (artesano). El matrimonio educó a sus tres hijos en su casa de San Juan. Recalcamos que al inicio de los 1800, solo seis por ciento de la población general estaba alfabetizada. Este hogar pertenecía a ese minúsculo grupo.
Otro dato que impacta es que a sus 15 años, Celestina ya estaba educando a otras niñas. La educadora notificó a las autoridades coloniales que practicaba el magisterio desde 1802.
La maestra de todxs
“Celestina ya era maestra, sus alumnas y ellas lo sabían, pero insistió hasta que logró que se le reconociera oficialmente»
-Profa. Rosario Méndez Panedas
A sus 30 años, Celestina notificó estar a cargo de 115 alumnas. Así, tres años después y con mucha persistencia ante el gobierno, fue licenciada como maestra en 1820. En este siglo, solo había diez mujeres ejerciendo el oficio magisterial en toda la isla. Celestina Cordero Molina fue una de ellas, dedicándose a la educación de las niñas en Puerto Rico.
A pesar de este hito en nuestra historia, recordemos la jerarquía racial institucionalizada y fundamentada para el sistema económico de la esclavitud. Ni Celestina ni eventualmente sus hermanos, fueron pagados como parte del magisterio; su escuela tampoco recibió los fondos que sí recibían las otras cuatro escuelas del área.
Esto contrastaba grandemente con las escuelas religiosas. Aunque desde 1770 se ordenó a recibir a toda la niñez, en realidad se educaba mayoritariamente a varones de clase alta y blanca, fuera criolla o europea, y siempre bajo la doctrina cristiana.
Como la educación todavía no era un oficio colectivo real, Celestina peticiona y logra la apertura de una escuela en su casa familiar en la calle Luna en el Viejo San Juan. Esta se conoce como la primera escuela en Puerto Rico con inclusividad racial, religiosa, de género y clase social; lo que hoy entendemos como educación pública.
Fue ella la pionera en lograr la aprobación de una escuela que atendiera a toda la niñez puertorriqueña que pidiera admisión. Por eso nos atrevemos a llamarla “Madre de la Educación”.
Celestina Cordero enfermó en 1832 y no pudo continuar la enseñanza, que delegó a sus dos hermanos y dos discípulas. Aún enferma, se encargó de que su escuela continuara.
En 1873 se abolió oficialmente la esclavitud en las colonias españolas, pero Celestina no pudo vivir ese momento histórico, pues murió el 18 de enero de 1862.
Su escuela inclusiva existió –y persistió– más de un siglo antes de que la segregación racial se ilegalizara en Estados Unidos, próximo colonizador de Puerto Rico.
La valentía e inteligencia de Celestina fue reconocida oficialmente cuando en 2023 se comenzó a pagar una deuda a su memoria. Por iniciativa de la senadora Ana Irma Rivera Lassén y con consenso de todos los partidos políticos, se aprobó colocar su nombre a la sede del Departamento de Educación junto al de su hermano Rafael y hermana Gregoria.
Conócela. Nómbrala. ¡Celestina!
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Referencia:
Historias de mujeres puertorriqueñas negras, Rosario Méndez Panedas, 2020, Editorial EDP (pp. 31-46)