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Bordados de resistencia se tejen entre Puerto Rico y la diáspora palestina en Canadá

Stitching together, we stand strong,
A quilt of peace where we all belong
The people united, the threads intertwined,
In our diverse fabric, resilience defined
-Danielle Jabbor, palestina-siria en la diáspora, en Canadá

Un escuadrón de mujeres de todas las edades, en Puerto Rico, se ha unido durante una jornada de cuatro días y sobre treinta horas, para ejercer resistencia creativa contra el genocidio en Gaza mediante el bordado de Tatreez, un arte ancestral palestino. 

El local de Comuna Caribe, en Río Piedras, se ha convertido en uno sagrado y solemne. En el centro, hay una sábana roja con velas encendidas y la bandera palestina. La entrada y salida de las personas voluntarias se ha mantenido constante durante día y noche. Las mujeres se relevan entre sí; si alguna no termina el diseño, la otra lo retoma. Con cada puntada, recuerdan y honran al pueblo palestino, que está siendo acribillado por el Estado de Israel. 

Para este grupo de mujeres, bordar es un acto político y de resistencia feminista: “Los pueblos originarios usaron el bordado para contar su historia; la historia negada, la historia que la conquista les robó”, puntualizó Hilda Guerrero, cofundadora de Comuna Caribe. 

“Mientras hay una cultura que quiere borrarlos por completo, hay otro grupo que quiere rendirles homenaje a través de los hilos, a través de la cultura del bordado. Ellos quieren borrar, y nosotros queremos perpetuar”, afirmó la artesana Gloribel Delgado.

Juntas han compartido mucho más que hilos de colores: sororidad, té, alimentos, meditación, duelo y resistencia. 

La convocatoria surgió desde Alberta (Canadá). El proyecto Hilos de la Diáspora fue creado por la Asociación Cultural Palestina de Canadá, con el objetivo de crear una colcha Tatreez de tres metros, hecha con 441 piezas individuales. Pero, las mujeres palestinas y las personas aliadas han duplicado (casi triplicado) el tamaño de la colcha, contó Danielle Jabbor, oficial de comunicaciones de Hilos de la Diáspora e hija de la diseñadora de Tatreez Elian Aboudi.

El círculo de Tatreez ha contado con la participación de personas de un sinnúmero de países, entre ellos Canadá, Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, Sudáfrica, México y Colombia.

Los patrones que se han bordado, en Puerto Rico, serán enviados a Canadá, donde la diáspora palestina los integrará a un tapiz enorme. 

El movimiento, que comenzó en agosto de 2022, ha sido “una forma silenciosa de protesta contra la supresión de la identidad palestina”, explicó Jabbor.

“El acto de coser se convierte en una declaración feminista, en la que las mujeres ocupan un lugar central en la preservación de su patrimonio cultural”, agregó la mujer de ascendencia palestina. 

Tras los últimos 73 días, en que el Estado de Israel ha asediado y atacado indiscriminadamente a la población palestina, el proyecto amplió su significado. La cuarta fase adopta la bandera palestina, símbolos icónicos de la resistencia, así como los cánticos poderosos de las manifestaciones en todo el mundo. 

La intención, expresó Jabbor, es que la colcha viaje de museo en museo y de galería en galería, y muestre las historias poderosas que encierra cada cuadrado Tatreez. La fecha de finalización, sin embargo, no se ha fijado.  “Mientras haya manos dispuestas a mantener vivo el Tatreez, estaremos dispuestas a que el proyecto siga adelante”, explicó por escrito. 

Solamente en Puerto Rico, la comuna ha recibido sobre 60 mujeres y personas solidarias con la historia de ocupación y exterminación del pueblo palestino en Gaza.  “Diría que la mayor necesidad que tenemos las mujeres es de acuerparnos, saber que hay tribus de mujeres que estamos para apoyarnos. Hay una necesidad bien grande de espacios como este”, observó Guerrero.

El Tatreez es una forma de arte cultural autóctona que representa la vida y la tierra palestinas. La técnica se transmite de generación en generación, tradicionalmente de madres a hijas. Tras la Nakba de 1948, en la que más de 750,000 palestinos fueron desplazados a la fuerza, los vestidos tradicionales bordados de las mujeres hacían referencia a sus pueblos natales y documentaron la identidad, la historia y el patrimonio palestino.

“Se borda entre nosotras” 

Al tejer, no sólo se crean piezas culturales, sino lazos entre la gente. “También, se borda entre nosotras”, comentó Delgado. “Siento que de aquí van a salir otras cosas”, añadió. 

La activista feminista Nicole Curet fue quien primero se enteró de la iniciativa a través de las redes sociales. Rápido, se apuntó para participar en su carácter personal. Algunos días después, compartió la convocatoria con la musulmana Sumaya Soler. Soler, entonces, la conectó con Hilda Guerrero y Gloribel Delgado, ambas activistas y amantes del coser. “Lo ampliaron mucho mucho más allá de lo que yo hubiera pensado o soñado”, confesó Curet. 

Añadió que en los encuentros no sólo se está honrando el contexto cultural de los diseños de Tatreez, pasados de generación en generación, sino que también se ha convertido “en un espacio para procesar tristeza, procesar esperanza, alegría y tramar en comunidad; pensar en ideas de cómo vamos a seguir movilizándonos en el apoyo al pueblo palestino desde Puerto Rico”. 

Curet sabía ya bordar a punto de cruz, un patrón que se utiliza en el Tatreez y ha sido utilizado por muchas comunidades indígenas alrededor del mundo, incluso en el Puerto Rico del siglo pasado. A diferencia de ella, Cristina Corrada aceptó que nunca había bordado. “Lo veía como algo a la antigua”, dijo. Su percepción no solo ha cambiado al comprender el mensaje de lucha que encierran los bordados, sino que ha encontrado disfrute en el silencio que conlleva.

“Es estar tú en contacto con los hilos y la tela. En ese proceso, estás meditando, estás honrando a las personas que están siendo asesinadas, y reconociendo que la vida de ellos —cada una— vale; que nunca nos vamos a olvidar de esa lucha ni nos vamos a olvidar de esa muerte”, expresó Corrada. 

Al local de comuna llegaron muchas personas, entre ellas Pamela Sertzn, una profesora que enseña Estudios Latinos, en una universidad en Estados Unidos, y se encontraba de vacaciones en el archipiélago. La mujer, de ascendencia peruana y casada con un puertorriqueño en la diáspora, dijo que se enteró del encuentro por una vecina. “Llegué y ya me sentí parte del espacio”, contó quien asistió al evento con su cría lactante y esposo.

“Voy bordando pensando en lo que está pasando y pensando en formas de resistencia”, añadió. 

El proyecto Hilos de la Diáspora fue creado por las palestinas Randa Al Hijawi, Manal Kalousa, Elian Aboudi, Khalida Yousef, Amal Kaiali, Amal Abu Jayyab, Samah Anabousi y el resto del Comité de Mujeres de la Asociación Cultural Palestina de Canadá.

Las bordadoras culminaron las labores en el Día Internacional del Migrante, el lunes, y se unieron a una manifestación frente al consulado de Israel en Puerto Rico. 

 

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