(Ilustración por Angélica M. Caldero / @lapuertavioleta.pr)
“¡Vaya mami!”
“Tan bonita y tan sola”.
“¡Estás bien buena!”
“Te haría de todo”.
“¿Te acompaño o te persigo?”
Contrario a lo que muchas personas pueden pensar, estas frases no son piropos, halagos o cumplidos y muchísimo menos una manera de ligar o coquetear. Estas frases son solo algunas de miles que ejemplifican lo que constituye el acoso callejero.
El acoso callejero ocurre cuando se hacen comentarios irrespetuosos o vulgares a una persona desconocida en espacios públicos con el fin de llamar la atención de la víctima, cosificándola para que esta se vea forzada a interactuar con el acosador. Algunas de las maneras en las que se manifiesta el acoso callejero son silbidos, frases, miradas, gritos, gestos, acercamientos, y acciones tan graves como la masturbación en público y las persecuciones.