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Aspirar a una ciudad feminista en Puerto Rico

Aspirar a una ciudad feminista

(Foto: Ana María Abruña Reyes)

Se dan por sentado los espacios de la ciudad. Nos aferramos a modelos de planificación que “racionalizan” y aspiran a hacer rentable la urbe desde el lucro. Pero así como la violencia de género #NoEsNormal, la ciudad tampoco debe verse como un conjunto de espacios neutrales, normales y apolíticos. Por el contrario, son entornos instrumentales que también reproducen aquellas ideologías dominantes, incluyendo las que posibilitan el patriarcado y las distintas manifestaciones de la violencia machista.

Desde la falta de políticas públicas dirigidas a incentivar el uso democrático de los espacios comunes, hasta aspectos como la ausencia de baños públicos citadinos para atender las necesidades de diversos cuerpos e identidades, así como la privatización de las aceras en favor del vehículo y empresas, la configuración del espacio urbano en Puerto Rico es sexista y excluyente. No hay movilidad adecuada que no sea la del carro. Y ser mujer en la calle es juzgado socialmente con severidad.

A los aspectos de planificación y ordenamiento de infraestructura se suman los episodios recurrentes de acoso callejero experimentados mayormente por las mujeres. En una sociedad en la cual las esferas de poder continúan demonizando la educación con perspectiva de género, la calle y otros espacios públicos se configuran como escenarios propicios para la violencia machista.

Ante estas experiencias de inseguridad y sexismo, ¿pueden trabajarse la ciudad y los espacios públicos desde posicionamientos feministas y solidarios? Para geógrafas, sociólogas y urbanistas en otras latitudes, es posible pensar la ciudad desde acercamientos con perspectiva de género.

Según Blanca Gutiérrez-Valdivia, Zaida Muxí y Adriana Ciocoletto del Col·lectiu Punt 6 de Barcelona, “una ciudad feminista debe garantizar el derecho a la ciudad a todo tipo de personas, entendido como la libertad de utilizar y disfrutar cualquier espacio de la ciudad tanto por las cuestiones perceptivas de seguridad como por cuestiones de autonomía y accesibilidad (económica y motriz), de tener espacios que sirvan para el desarrollo de las actividades cotidianas y que permita compatibilizar las diferentes esferas de la vida (productiva, reproductiva, personal, comunitaria-política)”.

Desde estos planteamientos feministas, se aspira a integrar una formación con perspectiva de género en los cursos y talleres de planificación urbana, haciendo hincapié en la movilidad, la diversidad de cuerpos y en la autonomía de cada persona o grupo.

“Donde las mujeres no tengan que ser las proveedoras de cuidados familiares como mandato de género, pero que las personas que eligen cuidar puedan hacerlo con espacios que sirvan como apoyo físico y puedan ampliar los espacios de cuidado fuera del espacio doméstico-familiar, con espacios de crianza y cuidado colectivo”, añadieron las urbanistas del Col·lectiu Punt 6 en su artículo Repensar la ciudad desde la perspectiva feminista.

Un ejemplo específico en el cual se ha legislado para democratizar los espacios públicos de cuido sucedió en el estado de Nueva York. Al inicio del 2019, entró en vigor una ley que obliga a todos los baños públicos nuevos a integrar áreas de cambiar pañales a bebés. El estatuto aplica tanto a los baños de mujeres como a los de hombres.

Reflexiones desde Puerto Rico

Los estudios de género integrados a la geografía y la planificación ya comienzan a ser parte de cursos e investigaciones universitarias en Puerto Rico. Organizaciones como el Colectivo Puertorriqueño de Geografía (CPG), igualmente, han aportado a la divulgación de trabajos que vinculan la perspectiva de género al estudio del espacio.

De acuerdo con la integrante del CPG, Nias Hernández Montcourt, es indispensable repensar la ciudad y convocar “a una nueva ideología ante la geografía urbana, en donde ninguna persona sienta miedo al caminar y pueda apreciar la geografía de un lugar sin ningún dilema”.

“Debemos exigir espacios donde realmente sean utilizados para cualquier tipo de actividades frecuentes, en el cual se brinde acceso al disfrute de tu vida, independientemente de la identidad de la persona. Aceptando que no solo las mujeres sienten miedo, sino que hay un sector extenso que experimenta ciertas inseguridades cuando sale a la calle, a su vez siendo víctimas de agresiones en dichos espacios abiertos”, expresó Hernández Montcourt, quien cursa, actualmente, su bachillerato en Geografía en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.

Por su parte, la estudiante puertorriqueña de maestría en geografía de la Universidad de Binghampton en Nueva York Isabel Olivieri plantea que uno de los problemas relacionados con la prevalencia de modelos citadinos sexistas y excluyentes recae en el hecho de que la participación de las mujeres en disciplinas académicas vinculadas a los estudios urbanos continúa siendo limitada.

De acuerdo con Olivieri, “uno de los primeros pasos debe ser abrir, con intención, espacios y fomentar que las mujeres estudien carreras relacionadas a que históricamente han sido dominadas por hombres blancos como lo son el urbanismo, la arquitectura, las ingenierías, y las ciencias sociales como geografía, economía y ciencias políticas, además de la planificación per se”.

En la importante lucha contra la violencia de género y en las declaraciones que plasman la aspiración de #NiUnaMenos, deben integrarse investigaciones y propuestas inclusivas dirigidas a repensar la ciudad, las calles y los espacios públicos. Además del hogar y otros espacios íntimos de convivencia, la urbe es un escenario que, igualmente, reproduce las agresiones producto de la violencia machista. Es en la ciudad donde pueden manifestarse de manera más visible y pública las agresiones por razón de género.

“Hay que buscar intencionalmente la participación de las comunidades históricamente en desventaja social. Y hay que tener en cuenta que la planificación no es el trabajo de los planificadores, estos son el medio, el recurso, pero el proceso de planificación ha de ser, para una sociedad y una ciudad que busca la equidad social, un proceso de participación y de inclusión”, puntualizó Olivieri.

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