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Esmeralda Santiago en su misión de escribir sobre la puertorriqueñidad

Esmeralda Santiago

¿A dónde volvemos cuando salimos del trabajo?

Disculpa si suena redundante
preguntar por el lugar de retorno.
Desde que salí de mi casa
no he vuelto.
Cada vez que da la hora de salida
camino los pasillos del laberinto obrero
y llego a una casa a la que le faltan las piernas.
Ayer a las ventanas de la casa le faltaban los brazos.
A la puerta le faltaba conciencia social.
Ya me harté de llamar a las dependencias municipales
para indagar por los restos de esta casa que no es casa.
A la que no volví desde que salí de su cuerpo.

–Cindy Jiménez Vera

Para muchas personas, la escritora puertorriqueña Esmeralda Santiago ha sido una compañía constante desde nuestra niñez y adolescencia. Representa el primer acercamiento, —sino el único— a la literatura creada desde nuestra diáspora. 

Por motivo del lanzamiento de su novela más reciente, Las Madres, tuvimos la oportunidad de hablar con ella. Luego de completar la lectura, eran muchas las preguntas que rondaban nuestras cabezas, y aquí compartimos un resumen de nuestra conversación. 

Una Luz que pena, aunque sea una Peña

 

Portada del libro Las madres, de Esmeralda Santiago

Las Madres tiene como protagonistas a cinco mujeres: tres madres y dos hijas. Las madres salieron de Puerto Rico desplazadas por un acto violento contra una de ellas, un personaje llamado Luz Peña. Las hijas nacieron en los Estados Unidos. El libro se mueve entre un pasado marcado por el trauma y un presente en el que se lucha contra el olvido. No podía ser de otra forma cuando los personajes principales son mujeres puertorriqueñas, quienes cargan en sus cuerpos las huellas de todo tipo de desastres individuales, colectivos y, más que nada, políticos. 

Luz, por ejemplo, lamenta que, en los Estados Unidos, la eñe de su apellido hubiera perdido la tilde convirtiéndola en una “fuente de penas”. En medio del colonialismo, el racismo y la misoginia, las protagonistas —como todas las puertorriqueñas— resisten y defienden el derecho a su identidad, el derecho a ser y a permanecer. 

“Prefiero ser peña que pena”, nos dice Luz y todas asentimos. 

El libro también se ubica dentro de la corriente de la literatura actual de escritoras de la diáspora caribeña (Neruda on the Park, de Cleyvis Natera, y What happened to Ruthy Ramirez, de Claire Jiménez, como ejemplo) que utilizan las relaciones entre madres e hijas como la herramienta por excelencia para narrar y explicar cómo los personajes principales (sobre)viven fuera del país de origen y qué significa regresar a él. Después de todo, ¿acaso no son las madres nuestro lugar de origen, nuestro lugar de retorno?

Un huracán que no podemos olvidar 

Según su autora, la idea de escribir Las Madres nació durante la madrugada más larga de 2017, cuando el huracán María arrasó con Puerto Rico. Santiago, como tantas otras personas puertorriqueñas fuera del archipiélago boricua, se desveló por el temor y la incertidumbre y decidió que “lo que sucedió en esos días no podía ser un footnote en la historia”. 

Para escribir un libro sobre el paso del huracán, la autora recibió múltiples testimonios de personas sobrevivientes del fenómeno y estudió vídeos de la destrucción que dejó. Así encontró la historia. Y, aunque en un principio la idea era contarla desde los ojos de quienes nos acompañaron desde fuera, se dio cuenta de que, para poder transmitir el mensaje anhelado, tenía que traer a sus protagonistas a Puerto Rico, y así, como autora, “convertir[se] en el huracán” y, verdaderamente, mostrar lo que pasó.

Las Madres resulta una apuesta honesta de parte de una escritora que reconoce que, aunque el trauma es compartido “aquí y allá”, no es igual la experiencia de quienes estábamos en la isla a la experiencia de quienes estaban fuera. 

Aquí, lo vivimos con el miedo por el ruido del viento, la confusión al no reconocer el entorno, la fatiga para conseguir comida o gasolina y, lo peor de todo, la desolación de ver a una persona amada morir por falta de electricidad. Allá, sufrieron con gran ansiedad no saber si sus seres queridos habían sobrevivido, lucharon contra el sentimiento de culpa por no estar aquí y, a la vez, reconocieron que tenían que activarse y salir en defensa de su país, su lugar fundacional. 

El libro funciona como una invitación al diálogo sobre la diversidad de la experiencia puertorriqueña, dentro y fuera de Puerto Rico. Es también, una declaración de amor y solidaridad.

Una escritora con una misión

Como cierre de nuestra conversación, tomamos nota de que nos encontramos a casi 30 años de la publicación de Cuando era puertorriqueña. Preguntamos ¿por qué para Esmeralda Santiago sigue siendo importante escribir sobre Puerto Rico?

“Porque soy puertorriqueña y eso es lo que yo vivo, aunque viva en los Estados Unidos. Yo vivo como una puertorriqueña. Esa es mi identidad. Muchos escritores pueden escribir de personas de otras partes: yo escribo acerca de Puerto Rico y la puertorriqueñidad. Aquí y allá. Esa es mi misión”, sentencia la escritora con la claridad de quien ya —como ella misma afirma— “no es una niña que está experimentando sobre qué tipo de escritora es”.  

Si acaso Esmeralda Santiago no comenzó su carrera pensándose como una autora de “memorias”, ciertamente sus aportaciones a la memoria colectiva puertorriqueña son innegables. Las Madres se une a esa tradición. El olvido no llegará.

La escritora puertorriqueña Esmeralda Santiago


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