Para hablar de danzas árabes es necesario imaginarse un mundo de posibilidades, tantas como cuando se habla de danzas latinoamericanas, que pueden ser tan diferentes una de la otra como el tango del merengue o la salsa de la quebradita.
A este mundo se adentró Diana Soto a los 25 años, cuando luego de una vida de entrenamiento y carrera profesional en el flamenco y la danza contemporánea, un flyer que anunciaba unas clases de bellydance cayó en sus manos. Justo pasaba por un tratamiento contra el cáncer y buscaba otro tipo de actividad que la acercara a la belleza en un momento en que se sentía débil.
“Me enamoré. Me llenó muchísimo y encontré que a través de esa danza podía expresar unas cosas y tocar base con unos sentimientos. Se me dio más fácil con esa danza que quizás con otros lenguajes del movimiento”, contó Diana, quien es gestora, artista y pedagoga.
Apenas pasaron tres meses de experimentación, cuando decidió que quería dedicarse a las danzas árabes por el resto de su vida.
“A veces pienso que como las danzas árabes son un baile que trabaja mucho con el torso, te pone bien en contacto con tus entrañas. El bellydance se concentra mucho en el torso, la pelvis, las caderas, el pecho, donde está el corazón. Creo que eso removió muchas cosas en mí y de ahí descubrí que era un mundo bien amplio del que solamente conocemos la punta del iceberg, que es quizás bellydance versión Shakira”, añadió.
Determinada e impulsiva, como ella misma se describe, comenzó a tomar clases todos los días, en grupo y privadas. Se apuntó en todos los talleres que se organizaban en la isla y viajó para enriquecer su entrenamiento. Pronto, abrió su escuela Bellydance para tod@s, y más tarde, Diana, quien también posee una Maestría de Investigación en Análisis Cultural de la Universidad de Amsterdam, creó el primer curso de danzas árabes en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, en el que combina teoría y práctica, integrando el concepto del orientalismo.
Esa diversidad que Diana descubrió y que la dejó encantada para siempre, la quiere poner al alcance del público puertorriqueño y trascender las ideas que pudieron haber calado gracias a las telenovelas Fatmagul y El Clon o lo que hemos observado gracias a la cantante colombiana Shakira.
“Yo creo firmemente que la cultura es interesante y tan pronto tú le das a la gente un poquito de contexto sobre lo que es el baile que están viendo, quieren más. Lo que pasa es que con el bellydance, esa información nunca se nos ofrece, así que vemos el bellydance tipo vestuario de Party City, como si fuera solo un disfraz, y se olvida que sale de una cultura”, evaluó la artista.
“Mi experiencia ha sido, tanto en los cinco años en la escuela, como en los cursos en la universidad, que tan pronto tú le das un poquito a la gente sobre de dónde viene este baile, lo que significa la música, cómo los bailes del Líbano no son iguales a los de Egipto, y lo puedes ver, se enamoran y quieren saber más”.
Como explicó la profesora, a pesar de la distancia geográfica, hay fuertes lazos en común entre lo latino y lo árabe y hay una herencia cultural compartida, en parte por España, donde los 700 años de conquista en Iberia están reflejados en el lenguaje, por ejemplo, y en parte por África, donde se encuentra gran parte del mundo árabe. Hay ritmos como el malfuf, que básicamente suena como el ritmo base del reggaetón, ilustró.
En ese esfuerzo por acercar la cultura al espacio teatral puertorriqueño, junto con un contingente de mujeres que también han encontrado sanación en los movimientos de las danzas árabes, la artista prepara el espectáculo Ahlam, un show de danzas
árabes tradicionales y reimaginadas, que se realizará este sábado en la Escuela Libre de Música de la avenida Chardón, en Hato Rey, a las 7:30 p.m.
Ahlam significa sueños en árabe, y como espectáculo, reúne sobre 60 bailarines en escena de distintas escuelas de Puerto Rico, del Líbano, Canadá, México, República Dominicana, Francia, y Estados Unidos. Forma parte de Raks Caribe, festival de danzas árabes en Puerto Rico, también organizado por Diana Soto.
De 11 piezas que se presentarán, siete son estrenos creados para el festival, y ocho son piezas grupales.
“Estamos acostumbradas a ver danza árabe en el espacio restringido de un restaurante, mientras que Ahlam presenta las danzas árabes dentro de otras posibilidades artísticas, aprovechando el espacio teatral”, explicó.
Se invita también a la fusión y experimentación, con trabajos que integran la danza contemporánea, el teatro y el jazz. También se abordan temáticas diversas desde la mitología hasta la experiencia boricua luego del huracán María.
Entre los invitados está la maestra canadiense Florence Lecrec.
“Yo la vi a ella en 2014 en Miami ganar una de las competencias más prestigiosas a nivel mundial de este género y me enamoré de ella. No sabía qué iba a hacer, pero sabía que tenía que hacer un invento artístico con ella porque me cautivó por completo. Cuando la vi bailar en tarima, se quedó con mi corazón”, recordó la maestra.
También vendrá Lebanese Simon, otro bailarín establecido que viaja el mundo gracias a su talento e, incluso, tiene su propio festival.
Desde 2012, no se realizaba en Puerto Rico un festival de danzas árabes de la envergadura y penetración internacional de Ahlam. Pero, Diana sabía desde su incursión en el bellydance que quería entrar al circuito internacional de festivales y ha desarrollado contactos en todos los viajes que ha hecho.
“Ahora, tengo la bendición de poder aprovechar esas relaciones y traer esa gente para acá, que es una de las cosas que me llena de orgullo porque muchas veces los artistas puertorriqueños tenemos que viajar afuera para que nos vean y se conozca su trabajo. Ahora, tenemos la oportunidad de exponer aquí todo el talento puertorriqueño”.
Los boletos para Ahlam están a la venta en RaksCaribe.com.