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Acoso sexual en la UPR: Profesores, asumamos nuestra responsabilidad

Política de hostigamiento sexual de la Universidad de Puerto Rico

No es una “cacería de brujas” contra hombres de la academia. Tampoco representa una afrenta contra la libertad de cátedra y los ejercicios de libre expresión en y fuera del aula. Más bien, se trata de renovados esfuerzos por combatir aquellas prácticas en las cuales profesores utilizan su posición de poder para hacer – de forma presencial, telefónica o cibernética – acercamientos indebidos a sus estudiantes, ya sea en el plano sexual, el ámbito emocional, o una combinación de ambos.

Tras el anuncio de la radicación de la Resolución del Senado 919, de la senadora Zoé Laboy Alvarado, no han sido pocos los comentarios que cuestionan la necesidad de esta pesquisa legislativa dirigida a investigar alegaciones recientes de casos de acoso sexual de profesores hacia estudiantes (principalmente mujeres) en diferentes unidades del sistema de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

A continuación, presento cinco de los comentarios de objeción a la resolución que he escuchado en pasillos o leído a través de las redes sociales cibernéticas. El contenido de cada comentario, así como las críticas que comunico, surge de mi experiencia como profesor en la UPR en Humacao y en el Recinto de Río Piedras.

El hostigamiento de profesores hacia estudiantes no es nada nuevo. No sé cuál es el ‘show’ que quieren hacer ahora con esa resolución.

Es bueno saber que existe conciencia sobre un problema que por décadas ha lacerado la convivencia y relaciones en el primer centro docente del país. De igual forma, debe ser motivo de esperanza saber que finalmente se están tomando medidas en diversos foros e instituciones para combatir estos acercamientos indebidos. Además de la investigación iniciada por Laboy Alvarado, el Recinto de Río Piedras (RRP) ha fortalecido sus gestiones dirigidas a trabajar este problema. Se han ofrecido talleres y orientaciones, y ahora el RRP hace compulsorio incluir en los sílabos de todos los cursos el texto correspondiente a la política de hostigamiento sexual. Asimismo, organizaciones estudiantiles y grupos feministas llevan años haciendo estas denuncias.

Cualquier esfuerzo iniciado en el 2019 se une a los trabajos que se han hecho por un tiempo prolongado en la UPR y en el resto de Puerto Rico. Cuestionar nuevas gestiones solo por el hecho de que “no es nada nuevo” nos convierte en cómplices de la perpetuación de estos casos.

Ahora no se puede decir nada porque todo ofende y es considerado como acoso. Esto es como una cacería de brujas en la academia. “Antes yo miraba a las estudiantes y se sentían halagadas. Ahora se molestan contigo hasta por sonreírles”.

Si como profesor sientes miedo por las investigaciones que se puedan realizar sobre acoso sexual, debes inmediatamente reflexionar sobre tu propio privilegio como hombre en la academia y saber que mucho de lo que haces con tus estudiantes está mal. Si por años has empleado tu tiempo mirando lujuriosamente a tus estudiantes, haciendo chistes sexuales dirigidos hacia ellas o comunicándote constantemente para asuntos que en nada se relacionan con los cursos o la investigación académica, estás abusando de tu poder. No creo que por saludar con una sonrisa se molesten contigo. Simplemente, tienen desconfianza si conocen tu trayectoria, y por tal razón, hasta una sonrisa puede provocar el mayor grado de rechazo hacia ti. Y no, no es una cacería de brujas. Es una lucha contra los abusos de poder que por años se han escondido bajo alegatos de ‘uso y costumbre’ en el contexto universitario.

Ellas se visten de forma provocativa y así entran a mi salón.

Ese no es tu problema. Haz tu trabajo y sigue dando tu clase. Con la reducción de secciones, muchos salones cuentan con más estudiantes de los que idealmente debería tener un curso universitario. Si tus ojos solo se enfocan en esa estudiante que “se viste provocativa”, tienes un problema. Tal vez, vienes a tu trabajo a meramente ligar, a costa de cumplir con tus labores docentes e investigación. Si por el contrario, en tu curso hay un número reducido de estudiantes, juzgar a algunas de tus estudiantes por lo la ropa que deciden utilizar sigue siendo totalmente inaceptable. No es tu problema. Es decisión de ella.

A veces se inventan las acusaciones solo para hacernos daño o llamar la atención.

Esa ha sido la excusa recurrente para hablar despectivamente de las mujeres que hacen denuncias de acoso y agresiones sexuales. Es el pretexto patriarcal para no tomar en serio la violencia de género y mantener a los agresores como sujetos impunes. Nadie niega que también existen acusaciones falsas de mujeres hacia hombres. Sin embargo, si como profesor eres víctima de ese tipo de señalamientos falsos, busca ayuda y ten por seguro que la verdad saldrá a relucir. Acusaciones infundadas de ese tipo no se le desean a ninguna persona. Nadie merece estos malos ratos y posibles daños emocionales. No obstante, estos casos no son la norma. Lo que sí domina en el ámbito universitario son los casos de acoso de profesores hacia estudiantes. Antes de argumentar que las mujeres inventan o exageran sus acusaciones, reflexiona, edúcate y únete como aliado: #YoSíTeCreo

También hay acoso de mujeres hacia hombres en la universidad. ¡Que las investiguen a ellas también!

¿Por qué estos casos de acoso de profesoras a hombres invalidan las investigaciones y luchas en contra del acoso y agresiones sexuales que mayormente sufren las mujeres en las universidades? Todo acto de acoso es inaceptable, venga de quien venga. Pero, no podemos invalidar el daño que continúa causando la violencia de género solo por el hecho de que han existido casos de profesoras acosadoras. No hay tal cosa como “violencia es violencia” si en los ámbitos universitarios existe una violencia recurrente a la mujer avalada por estructuras de poder que validan las agresiones hacia ellas, al tiempo que socavan sus reclamos por un cese a estas prácticas que afectan la convivencia universitaria.

Profesores, asumamos nuestra responsabilidad.

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