Foto de archivo
Nada como una Navidad boricua para recordarnos lo bueno de quiénes somos como nación y cultura. En el aire fresco viaja nuestro espíritu solidario. Y aún con tres años de una época compleja, seguimos honrando nuestras tradiciones. Y no debe faltar la mirada hacia el año que terminó, pa’ encaminar el que llegó.
Después de un año de casi dos docenas de entrevistas con lidereses que promueven soluciones enfocadas en la justicia social, dos años coordinando el proyecto salubrista Aquí Nos Cuidamos y de estar en constante diálogo, colaboración y honestos desahogos con lideratos comunitarios, académicos, políticos, salubristas y científicos, mi conclusión es frustrantemente simple: la muralla entre el pueblo y nuestro bienestar colectivo son los antisociales y buitres que nos gobiernan.
¿Por qué antisociales? Según el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), “el trastorno de personalidad antisocial (ASPD, por sus siglas en inglés) es un proceso de pensamiento disfuncional rígido y profundamente arraigado que se centra en la irresponsabilidad social con un comportamiento explotador, delictivo y criminal sin remordimiento. El desprecio y la violación de los derechos de los demás son manifestaciones comunes de este trastorno de la personalidad”.
¿Suena familiar? Esto de “nos gobiernan psicópatas o antisociales” fue un pensamiento que me llegó hace mucho. Pero al no ser experta en psicología, y ser una comunicadora responsable, no le di peso a mi inexperta evaluación. Comencé a dudar de si de verdad estaba exagerando cuando leí un artículo de la revista Medicina y Salud Pública, en el que el doctor José Pons, psicólogo clínico y expresidente de la Universidad Carlos Albizu, se refería a algunos de los casos de corrupción que vimos en el 2021 como posibles muestras de narcisismo, trastornos de identidad y disociación desmedida que puede llevar a la psicopatía.
«Si esto no se detiene, estamos reforzando las conductas psicopáticas», dijo Pons en ese momento, refiriéndose especialmente a lo que se promueva para la juventud boricua.
Lo que me llevó a finalmente dedicar esta columna a este tema fue una conversación reciente con una doctora en psiquiatría. Cuando con ligereza comenté que creía que nos gobiernan psicópatas, ella, en un tono calmado y certero, me respondió: “Por supuesto que sí. Mira las características del trastorno antisocial”.
Es importantísimo aclarar que un diagnóstico clínico lo hace un profesional de la salud mental. Nadie más. Pero mi finalidad es plantear este análisis para que nos lleve a una reflexión profunda y honesta. Que al final se convierta en una herramienta democrática más que nos acompañe en procesos de elecciones. Por lo que leo, los servidores públicos que se sirven solo a sí mismos y a sus agendas antipueblo y antibienestar están más cerca de la psicopatía que de la justicia social que Puerto Rico necesita con urgencia.
Ya los políticos no solo mienten para hacernos sentir bien, ahora también dicen la verdad, en tono jaquetón y de “brega con eso”. Viven hablando, en tono seguro y pretencioso, en cuanto micrófono y cámara de televisión que les prestan sobre sus planes, opiniones y supuestas soluciones. Mientras, luchan a garras y dientes porque no se le quiten las escoltas. Siempre he pensado que es porque temen caminar entre nosotres. Muchos saben lo que han hecho.
Pasados son los tiempos en que tratan de fingir querer el bienestar colectivo; ahora le hablan a sus bases y donantes. Y a las personas pobres, racializadas e históricamente marginadas, nos quieren obligar a mirar desde la periferia social.
¿Qué hacemos cuando los buitres acechan? ¡Comunidad, educación, prevención y democracia!
Los buitres son muchos. Como “los magos de la gentrificación”, tanto los locales que les abren la puerta y les tiran alfombra roja a su llegada hasta quienes “caen de paracaídas”, disfrutan del paraíso fiscal, sin conciencia de aportar a nuestro bienestar y extraer y privatizar los bienes comunes. Como dijo Alexis Massol, director de Casa Pueblo: “Los puertorriqueños estorbamos en Puerta de Tierra, en la costa, en el llano y en la montaña”.
Precisamente porque sabemos que nos quieren sacar, enfermar y empobrecer, y sabemos que es por diseño, resistimos. Y lo hacemos en comunidad, con educación, prevención, respaldos de la democracia. Aclaro algo: el gobierno de Puerto Rico no es el único malo, ni tampoco el peor (aunque hagan mucho por ganarse ese puesto). Países como Hungría y Filipinas son solo algunos de lugares, donde la gente también, en el 2022 , vivió luchando por dignidad, privacidad y calidad de vida.
Como quizá también te pasó a ti, termino un año en el que la soberbia y la resignación tocaron mi puerta más de una vez. Por eso, llevo meses practicando algo que quizá te sirva para tu salud mental: no sobrecomplicar las cosas. Sí, hay asuntos complejos en esta vida, y coexisten mentiras y también verdades. Pero hay cosas que son sencillas, como que toda persona merece la dignidad de acceso a un techo, alimento, paga digna por su trabajo, educación, salud y sí también de disfrute y jolgorio. No es capricho. Son deudas que tienen con nosotres.
Siento el cambio. Se me eriza la piel al pensar en todas las personas buenas, excelentes, que son el gobierno no oficial de Puerto Rico. Escojo ver nuestro 2022 desde esta esquina, tan verde, frondosa, airosa y esperanzadora. Pienso en las lideresas que hacen llamada tras llamada para conseguir lo que su gente necesita, y en esas maestras que decoran de su bolsillo los decrépitos salones que Educación provee, porque saben cuál es el ambiente adecuado para el aprendizaje. Pienso también en jóvenes como yo, que, aun cobrando menos y viviendo en inseguridad de vida, decidimos quedarnos y hacer vida en Puerto Rico, porque es nuestro. Confío en que ese es el país que seremos en este 2023.
¡Feliz Año Nuevo! ¡Nos tenemos!