(Foto de archivo de Esteban G. Morales-Neris)
*Esta columna fue publicada por el Centro de Periodismo Investigativo.
Las mujeres cargamos con el peso de la palabra “puta” desde muy jóvenes. A veces, desde niñas. Puta por llevar la falda corta, puta por llegar tarde a casa, puta por andar sola de noche, puta por cambiar de pareja, puta por disfrutar del sexo. Pero, también, puta por ser muy simpática o puta por ser muy seria.
Es una palabra con un significado construido desde el patriarcado, que busca degradar, como si lo que escoge ser o hacer una mujer nos hiciera menos humanas o fuera causa justificada del menosprecio, de una violación, o del discrimen.