Escribo con lágrimas en los ojos, después de ver que la niña, de 13 años y con autismo severo que fue violada y embarazada por su padrastro, tuvo que dar a luz. Se concreta en mí la absoluta urgencia de pensarnos desde la intergeneracionalidad, y se alimenta la indignación que nutre mis acciones. Y espero que las tuyas también.