Gloriann Sacha Antonetty Lebrón y su trayectoria de lucha afrofeminista antirracista

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Fotos por Cris Seda Chabrier

La vida de Gloriann Sacha Antonetty Lebrón comenzó con una gran responsabilidad sobre sus hombros: venir al mundo a servirle a la humanidad. Así lo determinó su padre cuando fue a inscribir a su cría en el Registro Demográfico y encontró, en un libro de nombres, el significado de Sacha

Fascinado por el apodo con el que llamaría a su hija toda la vida, el progenitor de Antonetty Lebrón obvió el plan familiar de bautizar a la recién nacida como Gloriana, una combinación entre los dos nombres de sus abuelas, Gloria y Ana. 

Aunque, finalmente, se llegaría a conocer como Gloriann Sacha, la afropuertorriqueña asegura que siempre estuvo destinada a seguir a esas mujeres de su familia, que han sido extraordinarias en su caminar. 

Orgullosamente cangrejera, abrió los ojos, por primera vez, en Santurce y se crio, con sus abuelos paternos, en Carolina. Sin embargo, para ella, Santurce, Loíza y Carolina conforman un triángulo cangrejero, que no se puede separar entre pueblos, porque los vínculos históricos de negritud, esclavitud y proximidad geográfica se lo impiden. 

A pesar de que más tarde en su recorrido estudiaría relaciones públicas y publicidad en la Universidad del Sagrado Corazón, fue en las comunidades cangrejeras donde descubrió su pasión por las comunicaciones. En la casa de sus abuelos paternos, jugaba con el micrófono que su abuelo utilizaba para transmitir un programa de radio.

Ciertamente, su trasfondo familiar en el área de las comunicaciones influyó sobre sus metas personales y profesionales. Inconforme con la falta de representación de la belleza de mujeres negras en las estanterías de revistas, Antonetty Lebrón se lanzó como fundadora de Revista étnica, un proyecto creativo que propone visibilizar y amplificar las voces de las comunidades afrolatinas. 

La evolución de Revista étnica ha sido trascendental. En diciembre de 2018, se publicó la primera edición y, actualmente, el equipo creativo se encuentra terminando la cuarta edición. Al mismo tiempo, la directora ejecutiva y sus colaboradores restauran la sede de la revista, Casa Étnica, en el mismo hogar que vio crecer a la también comunicadora estratégica. 

Con un mapo en las manos, Antonetty Lebrón abrió las puertas de la casa de su abuela, donde conversó con Todas sobre su trayectoria como afrofeminista y su jornada en el liderazgo de Revista étnica.

En una oficina abierta con paredes amarillas, collages multicolores, vision boards y un altar que le rinde culto a la negritud, la escritora relató cómo visualiza a Casa Étnica: un centro de medios y un espacio comunitario, en donde se ofrecerán conversatorios, talleres artísticos y eventos culturales. 

“En Étnica, [no solo] hacemos una revista. Siempre nos hemos concebido como una plataforma multimedia, pero, más que nada, como un movimiento. Plantearse ser un movimiento y una empresa social y creativa requiere que uno tenga estructurado muchas cosas. Así que hago la función de editora y directora ejecutiva, pero hago muchas más. De pronto, hasta mapear y limpiar la casa”, contó la gestora cultural, con una sonrisa bordeada por un lápiz labial morado.

La doble jornada laboral de las mujeres no es un asunto nuevo para Antonetty Lebrón. La editora de la revista proviene de un linaje de mujeres trabajadoras que no solo se desempeñaban en sus funciones laborales como costureras, bordadoras y lavanderas, sino que también ejercían la mayor parte del trabajo en la esfera doméstica y familiar. 

La evolución de su concepción como afrofeminista antirracista

Precisamente, esas mujeres trabajadoras fueron las primeras figuras feministas en la vida de Antonetty Lebrón, aunque no necesariamente se identificaran con los movimientos a favor de las mujeres. 

“Vengo de una familia donde las mujeres eran feministas y simplemente no tenían la oportunidad, que quizás he tenido yo, de poderlo apalabrar y decir: ‘No, yo lucho por…’ Ellas se buscaban y se agenciaban esa brega”, destacó. 

Por su afición a la lectura, la egresada de una maestría en la Universidad Internacional de Florida considera que la primera vez que le resonó la palabra “feminista” debió haber sido al verla escrita en algún periódico. 

Sin embargo, afirma, con certeza, que crecer como una niña negra implica tener conciencia de las particularidades entre las personas desde bien temprana edad. Para ella, entender las luchas por las diferencias de raza y género era algo que le resultaba natural. 

Por ejemplo, estudió en un colegio privado, donde era una de las pocas estudiantes evidentemente negras que estaba matriculada en la institución. Desde ese entonces, comprendió que su deber era luchar y ser vocal ante sus realidades de vida.

Por otra parte, a pesar de que, en el ámbito familiar, compartía el mismo color de piel que sus allegados, veía cómo operaba el machismo y los roles de género en el hogar. No obstante, la escritora reconoce que los hombres de su familia han tenido la misma validez que las mujeres que han marcado su vida. 

“Los hombres de mi familia, mis tíos, mi papá, mis abuelos, mis tíos abuelos, fueron gente bien extraordinaria, [pero] también tenían unas bregas masculinas alternas, que también ejercían por sus condiciones como hombres negros. Ahora, yo lo puedo reconocer. Todas esas dinámicas yo las puedo reconocer”, explicó. 

La editora de Revista étnica añadió que, aunque toda su familia jugaba pelota, nunca le permitieron practicar el deporte en un espacio formal por ser una niña. 

Quería jugar pelota, pero, en cambio, la matricularon en clases de modelaje desde pequeña. Por su interés en la moda y la belleza, disfrutó de su camino en el modelaje. Sin embargo, el paso del tiempo no ha borrado su ilusión por la pelota y la recuerda con nostalgia. 

“Desde que entendí las dinámicas del racismo y lo importante que es ser antirracista, (…) me puedo identificar como afrofeminista. Para mí, que ese prefijo esté antes del feminismo es importante y urgente. Creo que es porque lamentablemente dentro de las luchas feministas hay muchas de nosotras que hemos estado excluidas, que no hemos tenido un espacio o una participación. Así que me concibo como una afrofeminista antirracista”, puntualizó.

El activismo, un legado ancestral tatuado sobre su piel

De la misma manera que el feminismo se insertó en su código genético por todas sus experiencias familiares, su interés por el activismo se cultivó a través de las interacciones con sus seres queridos.

Particularmente, su padre, criado en Nueva York, participó de movimientos sociales que resaltaban la belleza negra en búsqueda de la afirmación racial. A través de las historias anecdóticas que le contaba su procreador, como hombre negro puertorriqueño en Estados Unidos, la exdirectora de comunicaciones del Boys and Girls Club de Puerto Rico comenzó a entender las diferentes manifestaciones del racismo. 

Incluso, Antonetty Lebrón recuerda que, antes de su partida, su papá le obsequió el libro Narciso descubre su trasero: el negro en la cultura puertorriqueña, que resalta la historia del racismo en el archipiélago caribeño. 

La exprofesora universitaria también reconoce que la diversidad ideológica en su familia fue otro aspecto que enriqueció su afición por las causas sociales. Por un lado, se veía influenciada por las conversaciones que mantenía con uno de sus tíos que era abiertamente socialista. Por otro lado, se nutría de los conocimientos de otro de sus tíos abuelos, que fue uno de los primeros hombres negros estadistas en formar parte de un gabinete en Puerto Rico.

Con toda esa diversidad de pensamientos, Antonetty Lebrón se convenció de que también era capaz de alcanzar todos sus sueños. 

La resistencia y el arte como herramientas de sanación

Con el pasar de los años, la creadora de la revista afrolatina ha continuado su lucha contra el racismo y la violencia de género, resaltando la belleza de las comunidades negras. Esa resistencia con alegría es, para ella, una de las características más importantes de su trayectoria profesional. 

“No concibo hacer este trabajo simplemente mostrando lo terrible que es vivir como una persona negra en una colonia”, enfatizó.

Por tanto, aspira a una sociedad feliz, que goce dé sus recursos, a la misma vez, que disfruta de las mejores playas del mundo: las de Puerto Rico. 

“Este archipiélago es extraordinario. [Creemos] espacios donde podamos estar en comunidad, manejar conflictos de una manera saludable, positiva y transformadora. El amor rige lo que hacemos, las luchas y las resistencias. (…) La jayaera y la gozadera tienen que ser parte del proceso; al igual que el placer y la sanación”, subrayó. 

La escritora considera que poder realizar el trabajo de su organización mientras se logra una sanación colectiva ha sido una de sus conquistas más importantes. 

Tanto a nivel personal como organizacional, Antonetty Lebrón solo accede a involucrarse en iniciativas que le brinden satisfacción y sanación. 

En medio de la pandemia, la periodista se sumó a un proyecto virtual de escritura creativa para promover la sanación de mujeres y personas femme sobrevivientes de distintas formas de violencia. Como resultado de los escritos redactados en el taller, publicaron la antología de poemas Sanaré, en la que también se incluyen los versos de su autoría en Yo, Gloriann Sacha.

Además de plasmar sus sentimientos en estrofas, Antonetty Lebrón se destaca en la poesía mediante su participación en el Colectivo de Poesía Afroversiva, un espacio artístico que afirma la afrocaribeñidad a través de la lucha y la resistencia. El colectivo, que aspira a la conexión ancestral mediante la palabra, la poesía y la música, se encuentra en la grabación de su primer disco. 

Asimismo, la directora ejecutiva toca la clave con Prieta Caribe, una agrupación de mujeres y femmes negras que exploran la música afrocaribeña a través de los instrumentos de percusión. 

Además de sus numerosas responsabilidades profesionales, Antonetty Lebrón es madre de dos niñes, cuya crianza cataloga como “la cosa más retante y atrevida” que ha elegido en su vida. A pesar de sus quehaceres personales y laborales, la escritora decidió integrarse a estos espacios artísticos porque le ayudan a “sobrevivir y sanar”. 

Arraigarse al pasado para alcanzar el buen vivir

La también autora de Hebras hace hincapié en que una de las lecciones más significativas que ha aprendido en su camino como activista es que arraigarse a la vida espiritual, la naturaleza y los ancestros es imperativo.

Ante los eventos catastróficos y crisis salubristas que han azotado a Puerto Rico en los pasados años, la comunicadora apuesta por cuidarse a sí misma y a las personas que estima para sobrepasar las adversidades. Además, sostiene que proteger las espiritualidades es parte del proceso necesario para mantenerse sano. 

De la misma manera, ambiciona tener una buena calidad de vida que le permita poder viajar y disfrutar con sus hijos en un estado óptimo de salud. 

El feminismo en Puerto Rico y reconocer el camino trazado 

Arraigarse al pasado también implica el reconocimiento de que existe un camino que fue trazado por otras mujeres en el activismo puertorriqueño. Ese es, para Antonetty Lebrón, el gran reto de los movimientos feministas en Puerto Rico. 

“Las feministas, activistas y afrofeministas [de la actualidad] le debemos un montón a esa generación de mujeres como Ana Irma Rivera Lassén y María Dolores “Tati” Fernós. Hablo de esas mujeres, particularmente negras, que han estado en un montón de espacios porque si ellas no hubieran recorrido ya ese camino, no hubieran establecido una zapata para estos movimientos. Nosotras ahora mismo no pudiéramos estar gestionando. Creo que ese reconocimiento es importante”, afirmó.

La periodista aseveró que las conversaciones y los procesos deben ser intergeneracionales. Agradeció la gestión de mujeres negras como Carmen Margarita Sánchez De León y Mayra Santos Febres. Su admiración hacia la primera se debe a que fue una de las principales mujeres reverendas, que además era lesbiana y negra, en asumir portavocías, desde el espacio religioso, en cuanto al feminismo, la comunidad sexo género diversa y el antirracismo. 

Por otro lado, reconoce la trayectoria de Santos Febres porque es una escritora evidentemente negra, también oriunda de Carolina, que ha sido galardonada internacionalmente y que, además, tiene la dicha de llamarla su mentora.

Dentro de los movimientos feministas, se ha topado con la realidad de que no necesariamente todas las activistas intentan trabajar en conjunto a diferentes generaciones. Por esta razón, Antonetty Lebrón invita a que se rechace la cuestión colonial que refuerza discursos como “divide y vencerás”. La activista, por su parte, opta por la unión intergeneracional en la gesta feminista. 

“Les agradezco a todas esas mujeres que vinieron antes, que han forjado este camino para nosotras y  [quiero] que nosotras podamos también hacerlo para las próximas que vienen”, concluyó.