Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes
Hace una semana, mientras sobrevivíamos el apagón masivo, bregábamos con la comida podrida de una nevera sin electricidad, también con la incertidumbre y el gasto económico en alimentos y gasolina mientras regresaba la luz, otros alentaban a que debíamos agradecer por tener vida, pero ¿a qué costo?