Cuando recibí la invitación para participar en un simposio sobre oncología, me sorprendí. Aunque creo que la Medicina y la Antropología, como ciencias, deben coexistir armoniosamente, no me lo esperaba. Entonces, pasado el asombro, acepté la invitación. Me correspondía hablar sobre racialización en Puerto Rico a un grupo de oncólogxs locales y de Estados Unidos. Más que intervenir como antropóloga, decidí que participaría como la hija de Olga, una mujer negra puertorriqueña que falleció de cáncer de colon con metástasis al hígado en 2010.