Denunciar un acto de violencia doméstica, agresión sexual, hostigamiento o alguna otra manifestación de la violencia de género es un proceso descrito por muchas sobrevivientes como tedioso, difícil y agotador. Ante este panorama, el acompañamiento y la intercesión legal son esenciales para no dejar solas a las personas que buscan ayuda y protección del Estado.