Cuando un grupo académico investiga un problema de su propia comunidad, no son pocos los retos que pueden surgir en el proceso. Aspectos tales como tratar de armonizar la rigurosidad investigativa con el deseo de hacer activismo, así como tener que lidiar con la dificultad de potencialmente estudiar a personas conocidas de su entorno o círculo de amistades, son solo algunos de los dilemas que deben ponderarse en el diseño del proyecto.
¿Qué sucede cuando trabajas desde las ciencias sociales y conoces que en tu universidad se ha normalizado por años el problema de acoso de profesores hacia estudiantes? ¿Cómo abordar la situación entendiendo que el trabajo académico puede ser en ocasiones una gran herramienta para promover la transformación social y combatir la cultura de la impunidad?