Las agencias gubernamentales incumplen con proveer cuidado diurno para niños y niñas en edad preescolar, hijos de sus empleados o bajo su cargo, según ordena la Ley 84-1999, confirmó hoy el Departamento de la Familia.
Las agencias gubernamentales incumplen con proveer cuidado diurno para niños y niñas en edad preescolar, hijos de sus empleados o bajo su cargo, según ordena la Ley 84-1999, confirmó hoy el Departamento de la Familia.
(Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes)
Mami, que es maestra por vocación del sector público de enseñanza y que ha puesto su saber al servicio del país, un día llora (y ella rara vez llora), y dice: “Me botaron por la Ley 7”. A lo que, entonces, pensé: “¡Qué cosa más absurda!”. Para ese momento, todavía creía que todas las leyes eran buenas, que estaban hechas para protegernos, pero resulta que crearon una ley que justificaba despedir a maestras.
El presidente de Organizaciones Voluntarias Activas en Desastre de Puerto Rico (PR VOAD, en inglés), David Guadalupe, es la persona señalada en una demanda contra “el brazo social” de la Iglesia Luterana en Puerto Rico por violar, agredir y hostigar sexualmente a una empleada mientras esta trabajaba bajo su supervisión entre 2018 y 2019.
La mujer, a quien no identificaremos en este reportaje, presentó el recurso legal contra Servicios Sociales Luteranos de Puerto Rico (SSLPR) y el Sínodo del Caribe de la Iglesia Luterana en América por hostigamiento sexual, despido injustificado, represalias, discrimen por razón de sexo, daños y perjuicios. Guadalupe, quien se identifica como reverendo y pastor, era el director ejecutivo de la corporación sin fines de lucro SSPR y supervisor de la demandante en el período de los hechos que señala. Las entidades demandadas, a su vez, demandaron a Guadalupe.
(Foto por Charles Deluvio en Unsplash)
Hace unos días, y a raíz de la cuarentena, escribía un post en Facebook sobre el privilegio de tener tiempo. Me sentía agotada, entre aprender del día a la noche a dar clases en línea, mi trabajo asalariado, el trabajo doméstico, la crianza, el homeschooling y el trabajo legal-educativo, sentía que me iba a morir. Era como si todo el mundo esperara que produjera desde mi casa como si únicamente estuviera sentada en el sofá esperando que me llamaran para atender inmediatamente sus consultas. El sentimiento de culpabilidad me invadía. Claro está, ¡cómo no, si las mujeres hemos sido educadas para estar disponibles para los demás siempre!