Hoy, paso a compartirte mis mayores armas de vida: mi revolucionaria esperanza realista, que rige mi agenda como comunicadora, y mi capacidad de imaginar mundos mejores, que me la regaló el movimiento antirracista. Porque ya tienes todo para combatir, rechazar, y transformar aquello que nos roba aliento de vida; tienes el valor del tiempo, tu inmensa capacidad humana de amar y reír, y el reconocimiento del valor de la vida, y con ello su fragilidad.