Fotos suministradas por Taller Salud
En lugares donde el acceso a la salud pública es fragmentado, desigual o directamente inexistente, las soluciones no siempre vienen desde arriba. A veces nacen desde abajo, entre vecinas que se organizan, se forman y se cuidan entre sí. Así son las promotoras de salud comunitaria: mujeres que se convierten en defensoras del bienestar colectivo, educadoras populares y red de primeros auxilios afectivos y físicos.
Taller Salud, organización feminista con base en Loíza, ha desarrollado un modelo de formación de promotoras que se consolida como una de las propuestas más sólidas de salud comunitaria en Puerto Rico. Este año, por segunda ocasión, el programa se implementa en Vieques, un municipio donde el abandono del Estado hace de la salud un tema urgente. La isla municipio lleva desde el año 2017 sin un centro de salud permanente.
Judith Edwards recuerda perfectamente cómo empezó todo. El huracán María no solo devastó su comunidad en Loíza en 2017, sino que también expuso con brutal claridad cuán frágil era el sistema que debía protegerla. En medio del caos, las mujeres de su comunidad fueron las primeras en moverse. “Salieron a hacer comedores comunitarios, a llevar agua, pasar en bote como le llamamos, en la lanchita, a otros espacios (ya que había inundaciones) para apoyar a su gente. Taller Salud ya estaba aquí, y nos apoyó muchísimo en el servicio, dando la mano, alimento, apoyo” recuerda Edwards.
Lo que comenzó como una respuesta espontánea, guiada por el instinto de proteger a las suyas, se fue transformando en algo mucho más grande. Con el tiempo, esa capacidad de respuesta —y ese liderazgo femenino sostenido por años en la invisibilidad— fue reconocida y canalizada por Taller Salud, organización feminista con más de 40 años de trayectoria. Esta iniciativa que reconoce, capacita y fortalece a mujeres líderes de base para que promuevan salud, justicia y dignidad en sus comunidades, ya ha formado a más de 85 mujeres.
“Ya tienen la semilla del liderazgo”, explicó Edwards sobre el perfil de las promotoras. Ella misma, además de formar parte del primer grupo de promotoras, ahora es parte del equipo que acompaña las formaciones. “Somos mujeres preparadas para ir a la comunidad, respetando la comunidad. Porque conocemos la necesidad, trabajamos de forma integral” expandió.
Vieques: una isla sin hospital, con memoria y con dignidad
En Vieques, la crisis de salud no es una metáfora: es concreta y diaria. Desde el cierre del Centro de Diagnóstico y Tratamiento Susana Centeno, tras el huracán María, los residentes de la isla municipio deben trasladarse en ferry o avión a la isla grande para acceder a servicios médicos especializados. Las emergencias se convierten en una carrera contra el tiempo, marcada por retrasos, burocracia y dolor.
A esto se suma una historia de exposición a contaminantes militares, alta incidencia de enfermedades crónicas y falta de personal médico. También la inestabilidad del sistema de transporte marítimo. Sin embargo, también hay memoria de organización, de defensa del territorio, y de mujeres liderando procesos de transformación. En ese cruce de necesidad y esperanza, llega el programa de promotoras. En el 2019 se brinda la primera capacitación en Vieques.
La formación se adapta al contexto insular: se habla de crisis climática, de acceso desigual a la salud, de racismo ambiental, de trauma colectivo. Las promotoras no sustituyen a médicas ni enfermeras, pero sí llenan un vacío real en prevención, acompañamiento y acceso inicial a la información vital.
Migdalia Guishard, trabajadora social destacada en la Oficina de la Procuradora de las Mujeres en Vieques, enfatizó que esta capacitación ayuda “a manejar la situación de salud en Vieques desde el punto de vista de la prevención porque ya que, lamentablemente, no tenemos acceso a servicios que deberíamos tener, entonces tenemos que trabajar el área preventiva” afirmó.
Estado actual de la construcción del Centro de Salud de Vieques / Foto Diana Ramos Gutiérrez
“Todo el mundo está a la expectativa del hospital. Y esperamos que no se convierta en un elefante blanco… Porque podremos tener un castillo por hospital, podemos tener el mejor edificio. Pero lo importante, es el recurso humano” añadió Guishard. Su inquietud es un temor recurrente entre la ciudadanía. El Centro de Diagnóstico y Tratamiento propuesto se encuentra aún en construcción, y aunque ya cuenta con las letras de “emergencia”, aún no brinda ningún servicio. El proyecto se ha atrasado en varias ocasiones y se desconoce una posible fecha de finalización del proyecto.
Según Yahaira Meléndez Sánchez, maestra de inglés de escuela intermedia, miembro de la Alianza Mujeres Viequenses y líder comunitaria, el sistema de salud actual en Vieques es, “en general, deficiente”. En Vieques, dijo, “desconocen cómo cuidarse, desconocen sus derechos en salud. Desconocen sus derechos en todas las áreas: educativa, económica, de vivienda. Se necesita mucha educación para promover una salud óptima, no solamente para curarnos con medicamentos de farmacia, sino de manera natural, comiendo también de forma responsable, buscando y dando alternativas”.
Explicó que comúnmente, las personas evitan buscar asistencia médica, y no lo hacen “hasta que de verdad vea que por mis propios medios no me pueda recuperar”. Este curso le da la oportunidad de educar mejor a sus estudiantes, “ya que me cohibía al responder ciertas preguntas cuando los estudiantes tocaban algún tema que tuviera que ver con salud”, compartió.
Salud como derecho y como práctica comunitaria
En un país donde hablar de salud pública a menudo implica hablar de carencias, las promotoras representan otra posibilidad. Devuelven el enfoque comunitario al cuidado y reconfiguran las relaciones entre saberes médicos y populares. En Vieques, este modelo no solo representa una intervención puntual, sino una infraestructura viva de resiliencia.
La apuesta de Taller Salud y de las promotoras de Vieques es clara: no se trata solo de sobrevivir, sino de dignificar la vida cotidiana, exigir derechos, y construir redes duraderas de atención comunitaria.
“Esta formación me ha ayudado mucho a ser mejor mamá con mi hijo, a estar más presente conmigo misma. Si yo no cuido de mí, no puedo cuidar bien a mi hijo, no puedo cuidar bien al vecino” cuenta Elizmarie Rivera Pérez, una de las promotoras comunitarias de este cohorte. Madre de un niño de 8 años, vive en Vieques hace tres años y se desempeña como terapeuta de masaje. También posee un certificado de nutrición holística de una universidad de Oregon.
Elizmarie afirmó, que a través de la capacitación se ha creado un espacio seguro, “libre de juicios, para sostenernos unas a las otras. Se ha creado una una parte familiar en nosotras como equipo y sé que cuando terminemos esta formación vamos a salir a ayudar a Vieques con todo el amor, con toda la intención, con toda la conciencia que hace falta aquí” añadió.
“El sistema de salud en Vieques ahora mismo está bien lacerado. Lo veo débil”, compartió Rivera Pérez. Para ella, muchos profesionales “no tienen empatía y hace falta mucha empatía con el pueblo viequense. Yo vengo de la isla grande y sé lo sé cómo son los procesos, pero aquí en Vieques el viequense ha pasado por tanto…. necesita más amor, más empatía, más escucha activa. Y eso no se está dando” añadió.
“No se está mirando el paciente, no se toca al paciente viequense, se le deja pasar por alto, se le invalida emocionalmente y psicológicamente en el momento de crisis, en el momento de dolor. Necesitamos más profesionales que tengan este tipo de capacitación para que escuchen al paciente, para que lo vean, para que lo sostengan mientras va sanando a su paso. No al paso del doctor, no al paso del hospital, ni que sea un número más en el hospital. Sino un paciente visibilizado, sostenido en el amor, que puede sanar con calma en comunidad. Hace falta la comunidad para que todos sanemos. Sin comunidad no hay sanación real” recalcó.
Mientras en el país, el sistema de salud parece estar cada vez más fragmentado, en Vieques y en distintas comunidades, se tejen redes desde la base. Las promotoras no resuelven todos los problemas, pero sí comienzan por lo urgente: estar presentes, acompañar, escuchar y sostener.
El modelo de Taller Salud: formar para transformar
El programa de promotoras de salud comunitaria nace en Taller Salud como una respuesta concreta a múltiples crisis interconectadas: violencia de género, falta de servicios médicos, pobreza estructural y trauma comunitario. Lejos de ser un simple taller informativo, el programa ofrece una formación integral que combina saberes populares con herramientas prácticas.
Las participantes se capacitan en temas como salud sexual y reproductiva, violencia de género, salud mental, primeros auxilios, derechos humanos, autocuidado y liderazgo comunitario. Pero, más allá del contenido, el proceso también ofrece una red de apoyo.
“Uno de nuestros ‘slogans’ es que la salud de un pueblo comienza con la salud de sus mujeres y si nosotras no estamos sanas, no podemos ayudar a otras a sanar” explicó la coordinadora del programa, Madelyn Márquez. El programa contempla el aprendizaje de herramientas para sostener a otras personas desde el respeto, la escucha y la autonomía, y en distintos contextos.
El proceso formativo incluye más de 55 horas de talleres presenciales y 25 horas de labor comunitaria supervisada. El currículo fue diseñado por la doctora en salud pública Aurinés Torres, e incluye temas como enfermedades crónicas, manejo de emergencias y acompañamiento comunitario. Todo con un enfoque feminista y basado en derechos humanos. La formación ya alcanza los seis ciclos.
“Están todo el tiempo inmersas en la comunidad, siendo ese enlace entre generaciones más jóvenes con generaciones mayores, porque los niños también le van enseñando a las personas mayores. El currículo tiene un enfoque en el derecho a la salud, pero interrelacionado con todos los demás derechos. Sabemos que una cosa no se puede dar sin la otra y que hay que tener un fuerte conocimiento de los derechos humanos” afirma Madelyn.
En Puerto Rico, donde el sistema de salud está fragmentado, privatizado y centralizado, las promotoras se han convertido en un puente necesario. Muchas mujeres —especialmente en comunidades alejadas o empobrecidas— han dejado de acudir a servicios médicos por desconfianza, maltrato o falta de acceso.
En 2023, el programa dio un paso importante al expandirse a la región suroeste. En noviembre, se inauguró un nuevo centro de Taller Salud en San Germán, donde actualmente se capacita a un grupo de mujeres como promotoras. “Hay promotoras que ya están creando sus propios proyectos, creando inclusive sus propias organizaciones sin fines de lucro”, comenta Márquez.
Aunque el programa ha sido un modelo exitoso, no está exento de desafíos. El financiamiento ha sido limitado, y sostener el acompañamiento constante requiere tiempo, energía y recursos. Las distancias geográficas, la falta de acceso a transportación y la precariedad institucional agravan las barreras. Los recortes recientes a programas y fondos federales, amenazan actualmente este tipo de proyectos.
“Uno de los grandes retos es el autocuidado”, dice Madelyn. “Nosotras cuidamos a muchas personas, pero a veces nos cuesta cuidarnos a nosotras mismas. Por eso, el programa también incluye espacios de descanso, reflexión y contención”.
Las promotoras también celebran y visibilizan su trabajo de forma pública. Por segundo año consecutivo, se celebró el Simposio de Promotores y Promotoras de Salud Comunitaria el pasado mes de mayo. En el 2024, el Senado de Puerto Rico nombró, a través de la Ley 121, la última semana de agosto de cada año como Semana de los Promotores y Promotoras de Salud Comunitaria. Esta semana “reconoce la importante labor de los promotores de salud como trabajadores de primera línea de la salud pública, que sirven de enlace y facilitadores entre la comunidad y los servicios de salud” según indica la proclama. El 30 de agosto se celebra el Día del Promotor y la Promotora de Salud Comunitaria, como parte de esta semana de reconocimiento.
Las promotoras participan, también, en movilizaciones como el 8 de marzo (Día internacional de la Mujer) y el 28 de mayo (Día de Acción Global por la Salud de las Mujeres), pues, como explica Judith Edwards, “trabajamos desde el feminismo, donde se le da lugar a la mujer, donde puede hablar de lo que se necesita, de lo que se siente. Por eso trabajamos desde la equidad también en las comunidades”.
Detrás de cada una de estas historias hay una verdad sencilla y poderosa: cuando se invierte en las mujeres, se transforma la vida de todos. “Articulamos así, levantando nuestras voces, apoderándonos de lo que es de nosotras. Somos las que vamos a exigir y a proponer, para tener un mejor país. El Estado, ante una situación difícil, responde con burocracia y procesos. Pero nosotros estamos aquí, ready, respondiendo, y nos conectamos. Por eso es que creo en las redes de promotoras y en el trabajo en red”, explica Judith.