(Fotos por Gabriela Hance Villanueva)
Para ellas, un simple avistamiento a la costa ubicada a pasos del Balneario de Carolina sugería que un conflicto por el espacio comenzaba a despertar una lucha por el acceso a las playas. Era la primera década del siglo actual. Dos universitarias con experiencias previas en el activismo en favor de la justicia social decidieron integrarse a un espacio de lucha complejo y, en ocasiones, violento.
Decidieron solidarizarse con la causa que defendía el carácter público de las playas. Tal vez, no sospechaban que años después saldrían empoderadas y con mayor convicción por lo que defienden.
Es el 2019 y han trascurrido 14 años desde que inició la prolongada lucha por cinco cuerdas de terreno costero. La batalla se ganó, pero para Vanessa Uriarte y Nelmari Escudero, la lucha por la accesibilidad de las playas de Puerto Rico continúa.
Sienten orgullo de haber formado parte de la resistencia en contra del avance privatizador del hotel Courtyard Marriott y celebran el compromiso del municipio de Carolina de proteger y mantener el carácter público de las cinco cuerdas de terreno que desde el 2005 se han conocido como el “Campamento Playas Pal Pueblo”.
Ahora, reflexionan sobre lo que esta lucha ha representado para ellas.
“Aquí, hay mujeres que desde el primer día cogieron el pico y la pala, igual que cualquier otro, como fue el caso de Eloisa Gerena, Nelmari Escudero, Imac Morales y otras tantas, que no importa la condición, hicieron el trabajo igual que cualquier otro y dieron más en cierta medida, sacrificaron otras cosas”, comentó Uriarte, quien por los pasados siete años milita con la organización Amigos del M.A.R. (Movimiento Ambiental Revolucionario), ente en el cual también ha fungido como portavoz ante los medios de prensa y el resto del país.
Más allá de luchar en contra de quienes buscan privatizar las playas y limitar su acceso a las personas de menos recursos económicos, Uriarte narró que las mujeres involucradas en el campamento también debían velar por que las diferentes manifestaciones de la violencia machista no continuaran reproduciéndose y normalizándose en los espacios de lucha, tal y como ocurre en tantos escenarios de activismo alrededor de Puerto Rico.
“Para nosotras, también es más difícil estar aquí. Nosotras menstruamos y aquí no hay baño, aquí no hay agua. Es más complicado tener un campamento 365 días al año, viviendo básicamente de la nada, sin ningún tipo de comodidad, más trabajar, más estudiar, más limpiar. Es distinto. Así que esa cercanía de la mujer es más compleja en cuanto al espacio, pero también hay una conexión más grande. Yo entiendo que las mujeres que hemos estado aquí durante estos 14 años hemos demostrado tener, hasta cierto punto, una entrega mayor por el espacio. Tanto así, que hemos sido todas capaces de dejar posibles diferencias y sentarnos a trabajar juntas por el lugar”, añadió Uriarte, quien vivió a tiempo completo en el campamento por un período de cuatro años.
De esos retos, surgieron proyectos y nuevas formas de abordar la relación del ser humano con su medio ambiente. La participación en la batalla por la playa fue una escuela y un proceso de empoderamiento.
“Como parte importante de esta lucha y de ocupar estos espacios, se han dado una serie de actividades que me han ayudado a mí como mujer a adquirir unas herramientas que yo sé que no voy a adquirir en otro lugar. Me han ayudado a empoderarme, me han ayudado a desarrollar mis cualidades de liderazgo. Yo creo que una de las actividades más importantes que se ha dado ha sido la agroecología. Con los talleres de agroecología que se daban al principio, ¿quién iba a pensar que tú podías sembrar tantas cosas en la arena con tan solo transformar ese terreno”, explicó, por su parte, Escudero.
“Esta actividad de agroecología y de transformar este espacio ha sido bien importante porque cuando nosotros llegamos aquí al campamento no había absolutamente nada, aparte de varilla y todos los materiales de construcción que ya estaban puestos para que el Marriott comenzara a destruir este espacio. Nosotros a través de la siembra logramos recuperar este espacio y logramos que muchas especies que ya se habían ido por la deforestación, regresaran. Eso también fue un punto bien clave para esta lucha”, añadió.
Para ambas, trabajar desde un acercamiento feminista ha sido fundamental en la lucha. Les ha permitido analizar la defensa del medio ambiente y, específicamente las playas, como algo que beneficiará a todas las mujeres que aspiran a una mejor sociedad. Por años, han trabajado un proyecto en el cual proponen que las personas puedan convivir con los espacios naturales y sus especies, partiendo de otras miradas que no se circunscriban a las nociones patriarcales que históricamente han dominado la gestión pública en el uso y manejo de los recursos.
“Siempre las feministas hablamos de que esto no debería ser la norma, que una no debería ser tan fuerte para poder estar a la par con los hombres, pero, lamentablemente, hay que hacerlo y yo creo que eso me ha servido a mí para tomar otras decisiones en mi vida personal de cómo yo me proyecto, hasta dónde puedo llegar, hasta dónde no voy a llegar por algo y me he tenido muchas veces que sentar y decir si realmente esto es lo que yo quiero, si realmente yo creo en esto y esa reflexión me ha hecho llegar al punto en que sí, que yo creo en esto y no importa qué, voy a defender este espacio porque estas cinco cuerdas son para mí sumamente importantes, son parte de mí ahora”, afirmó Uriarte.
Tras lograr un acuerdo con el municipio de Carolina y el hotel Courtyard Marriott, el campamento Playas Pal Pueblo se levantará. Nunca fue la intención de las organizaciones involucradas en la lucha quedarse permanentemente. Su aspiración era lograr un compromiso gubernamental de que el espacio sería preservado y no se privatizaría. Solo deseaban devolvérselo al pueblo.
“Realmente, el terreno no se puede mantener en manos de nosotros porque, de lo contrario, estaríamos privatizándolo también”, explicó Escudero.
A pesar de la victoria, Amigos del M.A.R. se mantendrá vigilante para que los acuerdos se cumplan. No hay descanso en su activismo en favor de las playas públicas.
“La lucha sigue, la lucha no se limita a estas cinco cuerdas y hay muchos otros espacios en Puerto Rico y muchas otras costas, muchas otras playas y muchos otros terrenos naturales que también nos necesitan”, puntualizó Uriarte.