EL SALVADOR.- Un tuit, medidas demagógicas y un Facebook Live. Esa es la forma de hacer política del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ante la amenaza de pandemia del COVID 19.
Desde que se inició la cuarentena en El Salvador, el miércoles 11 de marzo, tenemos información desde la Presidencia todos los días. Sin embargo, es poco fiable, no son las personas idóneas quienes la brindan, se basan en el miedo y se restringe preguntas a la prensa.
La ministra de Salud, Ana Orellana, ha desaparecido de los medios. Las medidas sanitarias para salir a la calle las dio el secretario Jurídico de la Presidencia y, en lugar de una estadística o matemática brindando proyecciones sobre la pandemia en Cadena Nacional, tenemos al presidente, que tendrá muchas habilidades, pero no es una las estadísticas. Su comunicación gira en torno al miedo, desde procesar personas por andar en las calles, linchamiento público de personas detenidas y, lo último, ha dicho que estamos en la “Tercera Guerra Mundial”.
El pasado 9 de febrero, fecha que ahora se conoce como el 9F, el llamado “presidente millenial”, irrumpió con militares en la Asamblea Legislativa bajo el argumento de presionar “al pleno legislativo para que aprobara $109 millones para la fase III del Plan Control Territorial” – un plan de seguridad que se concentra en el control de las pandillas-. Esta medida, fue rechazada por organizaciones de Derechos Humanos, pero el presidente nunca se disculpó. Al contrario, en una entrevista con El País, medio de comunicación de España, dijo que, si él quería, podía tomar “el control de todo”.
El miércoles, en un Instagram live con René Pérez, también conocido como Residente, Nayib Bukele destacó nuevamente el 9F como una medida positiva necesaria para que los diputados aprobaran fondos para combatir la inseguridad “porque El Salvador era el país más violento a nivel mundial” y aseguró que los militares y la Policía son amigos de la ciudadanía en El Salvador. Mientras él hablaba de esa “maravillosa realidad”, en redes circulaba un vídeo en el que se veía cómo estas fuerzas de seguridad golpearon a un anciano por salir en cuarentena. Semanas atrás, otro vídeo en redes puso en evidencia a policías golpeando a una persona con discapacidad.
Mantener la memoria viva
Si retrocedemos en la historia, veremos que las fuerzas militares, a quienes el presidente Nayib Bukele quiere que veamos como héroes, desaparecieron, violaron y torturaron personas. Tenemos una memoria histórica que parece que el presidente olvidó. Pero ahí estamos para mantenerla viva.
Amanda Castro es feminista y activista por la memoria, y explica que El Salvador, junto a Guatemala y Honduras, es considerada la región de países sin conflicto más violenta del mundo (PNUD, 2009).
“Varios de los elementos de la historia contemporánea que explican la situación de la violencia que se vive actualmente en El Salvador son la Masacre del 32, la dictadura militar del siglo XX, y el consiguiente conflicto político en la guerra civil”, enfatiza.
De todos estos hechos, considera Amanda, es el conflicto armado y su resolución en los que se encuentran las principales raíces históricas de la violencia actual, con todos los impactos diferenciados que sabemos que tiene: sesgos de clase, etnia y género. Esa es la violencia que marca nuestra genealogía.
“El Estado falló durante esos períodos históricos que antecedieron el conflicto armado. El Estado falló durante el conflicto armado y después de este, incluso, después de la firma de los Acuerdos (de Paz) al negar e invisibilizar a las víctimas y dar la voz cantante en un contexto ‘democrático’ a los dos bandos beligerantes y armados del conflicto”.
Para Amanda, es así como las estructuras de violencia presentes antes y durante la guerra se mantienen inmersas en la sociedad salvadoreña, solo que ahora en el marco de la ‘democracia’, permeando, desde entonces ideas, creencias y actitudes a las y los salvadoreños.
“Ese caldo diseminado en el grupo social es un gran problema, imagínense lo que implican esas ideas, creencias y, principalmente, acciones en el funcionariado público y peor aún en el presidente de la República, quien el 9 de febrero de 2020, en un proceder impregnado de autoritarismo y con un pensamiento militarista, misógino y conservador, se extralimitó en sus funciones. Todxs recibimos el mensaje material y simbólico de su actitud ególatra y perversa utilizando todos los recursos del Estado, que en teoría y sólo en teoría son nuestros, aprovechándose, como tantos otros, del discurso negacionista sobre las memorias en El Salvador. Las feministas sabemos lo importante que es fluir concienzudamente por el pasado y el presente”.
Cuando las redes son nuestras pancartas
El modo de comunicar de Nayib Bukele excede a su forma de gobernar, es un show en sí mismo, en el que hace alarde de los privilegios de género y clase, además de su función ejecutiva.
En medio de la crisis de la pandemia, y haciendo uso de una de las redes en las que menos tiene influencia -aunque la que tiene aun es mucha-, decidió participar de una transmisión en vivo junto al cantante puertorriqueño, René “Residente”. Lo hizo un 24 de marzo, día en que se conmemoraron 40 años del asesinato de Monseñor Romero en un país en que la memoria histórica es deuda.
“Mañana martes 24 a las 7p.m., hora de Puerto Rico, estaré haciendo un live por instagram con el Presidente de El Salvador, @nayibbukele. Pueden escribir sus preguntas allá”, decía el tuit de anuncio, un llamado a que las críticas sobre la situación interna del país se volvieran una pancarta de temas sin fronteras.
“Pregúntale por qué engaña a la Población salvadoreña en el exterior. Por un lado, les dice que está trabajando para ell@s, pero por otro lado, se une a las políticas de Trump contra migrantes”,
“Pregúntale por qué es cómplice de la política criminal de Estados Unidos contra los migrantes y por qué sigue militarizando El Salvador”,
“Pregúntale hasta cuándo el Estado de ES dejará de criminalizar mujeres hasta por 30 años de prisión por complicaciones obstétricas, como son los casos de #Las17yMás. Tú te pronunciaste ante esta situación”,
“Hoy 24/03 se cumple otro año sin justicia por el asesinato de Mnsr. Romero. Pregúntale, ¿por qué dice que va a abrir los archivos militares pero apoya los obstáculos de los militares para cumplirlo?”,
“Pregúntale por el 9 de febrero, su afán de militarizar el país y de violar derechos humanos”,
“Por qué ha acosado a periodistas a través de su cuenta de tw, su gabinete y su máquina de propaganda”, fueron las respuestas.
Durante la transmisión en vivo, que duró aproximadamente una hora, Nayib Bukele mostró que sus opiniones son cuestión de Estado en su gobierno. Las preguntas, que llegaron desde usuarixs que seguían la transmisión, durante el frustrado show con Residente, fueron las que debían: militarización, aborto y matrimonio igualitario.
De esta forma, habló del 9F. Dijo que ingresó con las Fuerzas Armadas a la Asamblea Legislativa como “una forma de presión” y que “la Constitución nos permite hacerlo”, ya que “la mayoría del pueblo apoya eso”. Luego, al ser interpelado por el entrevistador, agregó: “a nadie se le puso un fusil encima”, “este es un ejército que apoya al pueblo”. Era apenas el comienzo de una caída en su arena, las redes.
Luego, se le preguntó por el matrimonio igualitario y tras un debate en el que subió el tono de voz y se lo vio notablemente nervioso, dijo lo que se preveía, que “como concepto, no” apoyaba, no estaba de acuerdo. Aunque aclaró que “tiene amigos gays”.
Finalmente, llegó el tema que todxs pedían: despenalización del aborto. El Salvador es uno de los pocos países del mundo que lo criminaliza en todas sus formas, encerrando incluso por 30 y 40 años a mujeres pobres que padecen emergencias obstétricas o partos extrahospitalarios. Allí, Bukele no fue cool, ni el presidente más joven de la región; desinformó y se alejó de su pretendida representación de una generación que quiere ser libre.
“¿Por qué vamos a castigar al inocente?”, dijo alarmado.
“El bebé no tiene la culpa”, agregó, confundiendo feto con persona física y jurídica.
“Hay países donde se permite el aborto hasta los nueve meses”, agregó ya fuera de seriedad y tema, y finalizó diciendo “no estoy a favor del aborto. Es un gran genocidio”.
Luego, al ser interpelado por Residente, quien se declaró en favor del derecho a decidir de las mujeres, reculó y dijo, sobre las cuatro causales, que “es algo que podemos combatir”, ya que “se criminaliza a la gente (no mujeres) por el nivel social”.
Sin embargo aclaró que no será impulsado por él y que era competencia de la Asamblea Legislativa, la misma que amenazó con el abuso de poder de las botas. Luego, derrapó de nuevo al ser consultado por los violadores y, fiel al partido que usó de trampolín para ganar las elecciones nacionales dijo: “hay que colgarlos hasta que se mueran a los violadores”.
Así, una transmisión nos dio la oportunidad para reflexionar sin fronteras: cómo el gobierno de El Salvador está respondiendo ante la crisis del COVID 19 y cómo somos las mujeres y las disidencias las olvidadas de siempre, al igual que las políticas públicas. La lucha contra la militarización de los cuerpos y territorios está viva. Y, en honor de quienes nos precedieron, no dejaremos de señalar que no borrarán nuestra memoria ni dejaremos de construir nuestro futuro.