La primera vez que me enfrenté a la violencia machista tenía 16 años. En aquel momento, era estudiante de una escuela superior en San Juan. Salí de mi casa al mediodía, porque mi escuela funcionaba en interlocking de 12:50 a 4:30 pm. Ya sabía guiar así que me llevaba la guagua de casa para la escuela. Ese día, mi mamá había dejado la guagua fuera de la marquesina. Estaba sola en la casa. Salí de prisa con mi bulto y mi botella de agua. Me monté en el carro y lo seguí.