(Foto del archivo de Ana María Abruña Reyes)
Hartas. Estamos visceral y exhaustivamente hartas. De que nos lastimen. De que ignoren nuestro dolor. De que nos maten. Escribimos, creamos, corremos, sudamos. Sentimos.
Leemos el periódico, filtramos historias, escuchamos voces que también son y siempre han sido nuestras. Y no nos suelta el hastío. La rabia. La entraña acalambrada.