*Nota editorial
Al momento de publicarse esta crítica, la unión de escritores WGA (Writer’s Guild of America) y la unión de actores SAG-AFTRA (Screen Actors Guild – American Federation of Television and Radio Artists) se encuentran en huelga. Apoyamos los esfuerzos para asegurar mejores derechos laborales para futuras generaciones.
Desde que salió el primer corto de la película Barbie con un homenaje a 2001: A Space Odyssey (Stanley Kubrick) y una toma de su pie perfectamente balanceado en puntitas, el mundo no ha sido el mismo.
La película de este icónico juguete está dirigida por Greta Gerwig (Lady Bird, Little Women). Gerwig también escribió el libreto junto con su novio Noah Baumbach y con aprobación de Mattel, aunque, durante la película, uno se pregunta, varias veces, si ellos entendían lo que Gerwig estaba haciendo.
Barbie es sobre… Barbie. La muñeca fue revolucionaria cuando debutó en 1959, gracias a Ruth Handler, y la película, a través de una narración por Helen Mirren, posiciona el juguete como referente de un cambio cultural en Estados Unidos. Las niñas ya no tenían que jugar a mamá. Ahora, podían jugar a ser Barbie, y Barbie, a su vez, podía ser lo que quisiera: doctora, presidenta, atleta y cualquier otra cosa. Barbie ha tenido cientos de carreras.
No hay mención de la inspiración original de Barbie, Bild Lilli, una muñeca alemana para adultos basada en un personaje de cómics. Ruth usó a Lilli y la idea de muñecas de papel para crear a Barbie, a quien le puso el nombre de su hija. A pesar de que Barbie fue rechazada al principio como una mala idea, eventualmente, fue aceptada, en parte, porque las mamás vieron que sus hijas iban a aprender a “ser mujeres” con Barbie.
Esa idea de “mujer” es uno de los temas de la película. Las Barbies existen en Barbieland y viven pensando que, en el mundo real, ellas —las Barbies— lo arreglaron todo. No saben qué es el patriarcado y tampoco saben de feminismo. No saben qué es racismo y la película no lo aborda.
En nuestro mundo, Barbie promueve estándares de belleza inalcanzables para niñas, estándares que afectan aun más a las personas negras. En la película, nada de esto es un tema. Barbieland es una utopía matriarcal y posracial donde los Kens son accesorios de sus Barbies.
Después de esta introducción, nos enfocamos en Barbie, interpretada por Margot Robbie, quien, ciertamente, se ve como una Barbie. Ella vive en su Barbie Dreamhouse y, aquí, merece mención especial la escenografía construida para la película. Una mezcla de diversión y color que es imposible dejar pasar por desapercibida. Supuestamente, la producción de Barbie causó una escasez mundial del pigmento rosado.
Barbie se levanta y el día es perfecto para ella, las otras Barbies y los Kens. El Ken principal es Ryan Gosling, quien se transforma en un himbo. Simu Liu, el Ken antagonista, también se roba unas cuantas escenas. Entre las Barbies, Issa Rae y Kate McKinnon brillan con el poco tiempo que tienen en pantalla. Michael Cera, como Allan, un amigo de Ken que debutó en el 1964, es un fan favorite.
La trama arranca cuando Barbie empieza a exhibir defectos, el resultado de una ruptura entre Barbieland y el mundo real. Barbie tiene que encontrar a la niña que está jugando con ella para arreglarse. Ken se cuela y ambos se topan con la cruel realidad de California del 2016. La película se siente pre-Trump, no tan solo en el diálogo, pero en las pocas instancias en las que la política se inserta.
Barbie tiene elementos de The Wizard of Oz y Pinocchio o de cualquier historia en la que el viaje acaba cambiando al viajante. Mientras Ken aprende el rol de los hombres en esta realidad, Barbie se va enamorando de la humanidad y de sus fallas. Hay escenas verdaderamente tiernas, en las que Margot Robbie nos enseña cuán buena actriz es.
En una película con tantos personajes, en el segundo acto, entran más: Gloria (America Ferrara), Sasha (Ariana Greenblatt) y Mattel CEO (Will Farrell). En este punto, la trama se pone más absurda, graciosa y exagerada de la mejor manera.
Persecuciones de carros, números musicales, monólogos dramáticos, declaraciones de intenciones y amores y mucho, mucho más. La película se convierte en las historias que nos inventábamos cuando jugábamos con las Barbies en nuestros cuartos.
El final después del caos resulta ser bien emocional, en parte, por un montaje de vídeos caseros con familias diversas que se siente real porque lo es. Son vídeos del equipo que hizo la película y es una manera bien bonita de incluir a las personas que no salen al frente de la cámara.
Barbie pudo haber sido un anuncio de dos horas de Mattel para vender un juguete. También, pudo haber sido sobre Gerwig y su relación con la muñeca. Pero, al final Barbie es sobre ser humano, enfrentar el cambio con esperanza, aceptar a las personas como son y encontrar tu lugar en el mundo.
En tiempos donde el futuro se ve tan gris, deberíamos ser como Barbie y tratar de efectuar un cambio, aunque no sea grande ni perfecto el resultado, porque cada paso es progreso. Y si lo puedes hacer vestide de rosita, mejor.