La idea de que para alcanzar la igualdad para las atletas mujeres es necesario equiparar sus condiciones de competencia con las de las categorías de hombres parte de la noción de que el deporte masculino es el estándar. Bajo esta premisa, se implica que la validación de las atletas mujeres depende de reproducir las mismas condiciones, aunque muchas veces no sean ni las más aptas o idóneas para cualquier atleta.