Ilustración de Mya Pagán
En la narrativa social, el lugar y el derecho a que una persona pueda ser validada como víctima suele adjudicarse bajo una serie de mandamientos no escritos, rara vez dichos, pero entendidos claramente a la diestra y a la siniestra del ordenamiento de cada sociedad. En otras palabras, quién será o no será considerado una víctima suele ser el reflejo de lo que las estructuras sociales y la cultura consideren meritorio de tal valoración. No importa si los hechos se imponen y reflejan que quien consideran víctima es en realidad victimario o viceversa, o incluso ni siquiera puede estar sujeto a la evaluación porque su situación no es propicia para ello.