Perfume de Gardenias y el humor boricua que rodea a la muerte

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En la película Perfume de Gardenias, conocemos a Isabel (​​Luz María Rondón), una mujer recientemente viuda que se encuentra con mucho tiempo libre luego de dedicar años al cuidado de su esposo.

Macha Colón, directora y escritora del filme, presenta una historia que gira alrededor de la muerte y los actos fúnebres que es graciosa, triste y llena de mucho cariño por los personajes que viven en el mundo de Isabel. 

Toña (Sharon Riley), la líder de un grupo clandestino en una iglesia, es la que empuja a Isabel aprovechar ese tiempo libre diseñando funerales estrambóticos basados en los oficios de los difuntos. La creatividad de Isabel se manifiesta en el hogar con sus arreglos de flores, su cocina colorida y las chucherías que decoran su sala. Solo la insistencia de Toña para que Isabel haga los funerales es lo que nos hace pensar que hay una fuerza creativa lista para salir después de haberse escondido por años siendo esposa y madre.

Aunque su esposo no está vivo, es una presencia constante porque Isabel todavía habla como si estuviera ahí y le prepara comida. Da la impresión que era un matrimonio lindo, pero en el cual Isabel se perdió al punto que ni su hija, Melanie (Katira María), bohemia y posiblemente queer, o su hijo Javier (Abner D. Rivera) macharrancito e impaciente, no la conocen.

La película está inspirada, en parte, por los funerales no tradicionales que se están dando con más frecuencia en Puerto Rico. Es aquí que la historia coge impulso, no tan solo porque los funerales de verdad son creativos y detallados, sino porque poco a poco nos damos cuenta de quién es Isabel.

En el tercer acto descubrimos las verdaderas intenciones de Toña y la película pudo haber terminado con eso, pero Perfume de Gardenias nos presenta la etapa final del desarrollo de Isabel con un acto de caridad que culmina con un plato de mofongo y carne frita.

Todos los personajes secundarios son interesantes, pero Julia (Blanca Rosa Rovira), le vecine queer de Isabel, llama la atención porque está enferme. Antes de la pandemia, quizás no hubiera sido una reacción visceral a la tos insistente de Julia, pero ahora es un recordatorio de los últimos dos años. La historia ocurre antes de la pandemia o, a lo mejor, en ese mundo, el covid nunca llega (suspiros). Isabel insiste en ayudar a Julia y, por fin, se encuentra con alguien áspero y diferente que empuja la empatía de Isabel hasta su límite.

Macha Colón ha creado una película tan puertorriqueña desde la calle donde viven Isabel, Julia y Tata, hasta los interiores de las casas, funerales y espacios comunitarios. Todo es reconocible como parte de nuestras vidas. Los personajes son arquetipos boricuas, no estereotipos. Las “doñis” son nuestras abuelas. ¡Puertorriqueña y queer! Algo que no me esperaba es que Isabel está rodeada por gente queer, con cameos icónicos incluídos Eduardo Alegría y Adi Love, entre otros. En manos menos hábiles, la relación de Isabel y Julia sería un cliché, pero en Perfume de Gardenias es un cierre con broche de oro.

Muchas cosas se destacan en la película. Las actuaciones son muy naturales. El humor macabro le da sazón a la historia. Hay momentos simbólicos y momentos meta – cuando se rompe la división entre el público y la película-. Hay, además, tomas preciosas. Macha Colón tiene buen ojo – obviamente-. Todo se ve bonito y estilizado.

Vayan a ver Perfume de Gardenias no porque tienen que apoyar el cine local boricua. Vayan a verla porque es una excelente película con mujeres talentosas detrás y al frente de la cámara. Vayan a verla por Isabel.

Perfume de Gardenias se exhibe en las salas de Caribbean Cinemas.