¿“Hermanas” o “esposas de”? Estas tres puertorriqueñas históricas son mucho más

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“Veo reinas, emperatrices, mujeres inteligentes que piden reivindicación. No acepto como viciosa ni perversa a mujer alguna conceptuada así por cualquier historiador que equivocadamente haya creído que la mujer no tiene derecho a usar de su completa libertad”.
Luisa Capetillo Perone,
Influencia de las ideas modernas (1916)

En 2015, un tuit de la agencia de noticias Prensa Asociada causó revuelo mundial por describir a Amal Clooney solo como “esposa de” un actor. Si bien contrajo nupcias con George Clooney, Amal ya era una codiciada abogada de derechos humanos en la Corte Internacional de Justicia.

A pesar de que no ha existido una época en que las mujeres no hayan luchado, la sociedad de ayer y hoy suele encajonar sus aportaciones a base de su relación con el hombre o a lo “femenino”.

En esta primera entrega de BoriFrases para Todas, te presentamos a tres mujeres históricas de Puerto Rico que son mencionadas usualmente como “las esposas o hermanas de”. Fíjate que mencionamos sus apellidos maternos, ¡para también visibilizar a sus madres!

1. Celestina Cordero Molina, madre de la educación pública

Rafael Cordero es recordado justamente en la historia puertorriqueña como el padre de la educación pública. Tal distinción se la ganó al enseñar sin distinción de raza mientras la esclavitud era todavía legal en Puerto Rico. Entre sus alumnos se encontraban Alejandro Tapia y Román Baldorioty de Castro.

De seguro conoces la imagen del maestro Rafael pintada por Francisco Oller, obra icónica que lo inmortalizó en nuestra memoria colectiva. Fue esta aproximación a hombres criollos acomodados que, agradecidos, no dejaron morir la memoria del afroboricua que les formó.

Esta historia tan valiosa, sin embargo, está incompleta. A Rafael le acompañaron, codo a codo, dos hermanas. Y una de ellas fue quien peticionó abrir una escuela, Celestina Cordero Molina, ¡una mujer negra en 1800!

Los hermanos Cordero Molina fueron educados por sus padres, Rita y Lucas, matrimonio de afroboricuas libertos.

La doctora Rosario Méndez Panedas realizó una búsqueda historiográfica de Celestina y encontró 12 documentos oficiales que la mencionan. Este es nuestro único registro de sus actos (no existen dibujos ni pinturas contemporáneas de ella).

Celestina nació en 1787, siendo la hermana mayor del trío. Ella notificó a las autoridades que educaba a niñas desde 1802, y ya estaba a cargo de 115 alumnas para 1817. En 1820, luego de mucha insistencia, fue licenciada como maestra por el gobierno (aunque no recibió remuneración).

En las actas, aparece el nombre de Celestina como peticionaria para abrir una escuela en la calle Luna del Viejo San Juan. Allí, enseñó a las niñas junto a su otra hermana, Gregoria; mientras Rafael se encargó de los varones.

Así, la primera persona que creó una escuela “pública” fue Celestina Cordero Molina. Y, por eso, es la madre de la educación pública.

Pero, como expuso Méndez Panedas, en su artículo Celestina Cordero: una maestra negra puertorriqueña en la época de la esclavitud para Afroféminas, en 2019, “a pesar de que fue ella la que gestionó los permisos de la escuela y la que consiguió el nombramiento oficial de maestra, siempre se la menciona brevemente, bajo la sombra de su hermano menor”.

2. Mariana Bracetti Cuevas, revolucionaria del Grito de Lares

“Brazo de Oro,
quien fue en Puerto Rico
la más noble y valiente mujer;
Brazo de Oro,
bordó la bandera
que los puertorriqueños
sabremos defender”.

Esta estrofa del himno de Lares, escrito por Luis Lloréns Torres, resalta el Grito libertario de aquel 28 de septiembre de 1868. El poeta nos recuerda el acto por el que se conoce a la legendaria Mariana Bracetti: bordar la primera bandera de Puerto Rico.

Pero, la vida de nuestra heroína fue mucho más que el rol femenino de coser, siempre inmortalizado en su figura de doble trenza, trabajando sentada en su hogar. Y su rol fue aún mayor que ser la esposa de uno de los líderes rebeldes, Miguel Rojas Luzardo.

Mariana fue siempre una líder, según planeta la doctora Lizette Cabrera en uno de los programas de La voz del centro. En el siglo XIX, era una rareza que una mujer supiera leer y escribir, más aún aquellas empobrecidas. Como jefa de la hacienda familiar, la revolucionaria utilizó su privilegio económico para ofrecer clases de alfabetización a las esposas de sus obreros.

Cuando soplaban los aires de rebeldía, Bracetti fue miembro activo de la célula independentista secreta Centro Bravo Número 2. Según Cabrera, el propio Ramón Emeterio Betances expresó su admiración hacia ella mediante cartas desde el exilio.

Tal vez, el dato más particular nos lo proporciona el historiador Mario Cancel Sepúlveda en una conferencia dictada el 25 de julio de 1985.

“Bracetti, al igual que la mayoría de los conspiradores, había adoptado también un nombre de batalla”, estableció.

Este nombre no era otro que “Brazo de Oro”. O sea, el apodo atribuido usualmente solo por el acto de bordar la bandera, ¡también significaba que era toda una revolucionaria!

Luego del Grito, Mariana fue encarcelada y sentenciada a la pena de muerte por su participación en la conspiración. Allí, estuvo cuatro meses hasta ser liberada mediante amnistía, sirviendo el mismo tiempo que todos sus compañeros.

3. Blanca Canales Torresola, líder del Grito de Jayuya

Nemesio Canales es un nombre familiar para la mayoría de los puertorriqueños; reconocimiento ganado por su activismo político y magistral poesía. Tal vez, sea recordado menos su feminismo al escribir ensayos como Nuestro machismo y la primera legislación de derechos civiles de la mujer en Puerto Rico.

Y, aún menos recordada, al menos por la historia oficial, ha sido Blanca Canales Torresola. Este intento de olvido se basa tanto en su género como en nuestra condición colonial.

Blanca fue parte del primer grupo de trabajadoras sociales en Puerto Rico, desde donde trabajó con la extrema pobreza y radicalizó su pensamiento.

Luego de esta experiencia, ingresó al Partido Nacionalista y fue persona de confianza de su presidente, Pedro Albizu Campos, quien era huésped en su casa (hoy Museo Canales), donde le proporcionaba seguridad ante la constante amenaza de arresto.

Desde ahí, la trabajadora social colaboró en la respuesta nacionalista a la “legalización de la colonia” mediante la Ley 600, que crearía el Estado Libre Asociado. Ella entrenó a los cadetes en armas y los reunía en su sótano.

El 30 de octubre explotó la Revolución de 1950 en varios pueblos de Puerto Rico. Al mediodía, los rebeldes de Jayuya salieron en el auto de Blanca para llegar al centro urbano a tomar edificios públicos. Blanca ondeó la bandera puertorriqueña en la farmacia y gritó «¡Viva Puerto Rico libre!».

Por este atrevimiento, pasó 17 años en prisión y fue expulsada de ejercer su profesión, pues pidió ser enjuiciada a la par del resto (a pesar de que no pudieron demostrarle que disparó su arma).

Esta jayuyana es la primera mujer en liderar una revuelta armada contra Estados Unidos. Pero, según la investigadora Olga Jiménez, los artículos de prensa que encontró resaltan la opinión de Blanca sobre los hombres revolucionarios como Albizu, en vez de su propia participación como líder.

«El indulto decía que se me ponía en libertad porque estaba enferma, era ya anciana y no habían podido rehabilitarme. Esto último significaba que no habían podido cambiar mis convicciones”.

¡Conoce a las nuestras, nómbralas y da a conocer su grandeza!


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